Guerra monarca (lgbt)

Prólogo

Maragos - julio de 1997

La lluvia caía sobre su cuerpo, su cabello estaba empapado al igual que su vestido. Estaba corriendo por todo el pueblo de Maragos, y aunque estaba oscuro, su silueta era alumbrada por la luz de la luna.

Parecía una pordiosera y estaba segura de que su padre la iba a matar por todo lo que había sucedido esta noche, sin embargo, se esforzaba en llegar al castillo antes de que el sol saliera.

Con cada paso que daba, su cuerpo se salpicaba con los charcos de agua, su mente estaba abrumada, sus lágrimas eran de vergüenza, más aún con la mala reputación que iba a tener su familia de mañana en adelante si todo esto salía a la luz.

Los criados y los campesinos del pueblo de Maragos solo se quedaban observándola y aquellas campesinas que parecían ser las más honradas de su pueblo, se susurraban entre ella hablando del estado actual de la honrada hija del rey Felipe. Nada iba bien puesto que desde este momento se había convertido en la desgracia de la familia real.

—¡Padre! —exclamo haciendo eco en aquel gran castillo.

Al no obtener respuesta alguna, corrió a las escaleras tropezando con el primer escalón y cayendo de rodillas en el segundo. Un gesto de dolor se dibujó en su rostro y unas lágrimas salieron de su lagrimal, lagrimas que no fueron producidas por el reciente golpe.

Tomo fuerzas y se puso de pie, agarro la falda de su vestido y continúo dando pasos largos subiendo dos escalones en un solo paso para de ese modo, llegar más rápido a su lecho de muerte.

Al estar en la puerta de la habitación de su padre toco dos veces en esta y la puerta se abrió en automático, al parecer ya estaba abierta antes. Dio un paso y lo miro sentado en la cama de espaldas.

—¡Padre! —respiro hondo en medio del llanto.

—¿Que has hecho Elena? —respondió siguiendo en la misma posición en la que estaba.

La princesa camino hacia su padre dejando charcos de agua a su paso los cuales eran borrados tras ser arrastrada la cola de su vestido.

Al ver su semblante al de una pordiosera, el rey, sabia a lo que se enfrentaba. Su apariencia era de una completa prostituta y a la misma vez al de una vagabunda, aquel rey trago saliva y ni siquiera miro a Elena a los ojos, únicamente observaba en lo que su hija había convertido aquel traje de una dama de la realeza.

—Me entregue a el padre… pero el me engaño, llevo a un periodista y me sacaron una foto mientras me quitaba… —Sus palabras fueron frenadas en cuanto su padre impacto aquel suave rostro en su mano tosca.

—Has deshonrado la imagen de la familia real, si esa foto se publica mañana en el periódico ¿qué dirá el mundo de mí, de ti, de la familia Georgiou?

El rey dio la espalda mientras la princesa tenía su mano en la mejilla mientras lloraba por las palabras de su padre. Siempre tuvo el miedo de ser la vergüenza de la familia, pero ahora sabía que tenía un miedo menos.

—¿Quién lo hizo? —preguntó el rey dándose la vuelta para ver ahora a la princesa.

Elena respiro profundo teniendo sus ojos cerrados y las marcas de sus lágrimas estaban en su rostro como un rio sin caudal. —Maximus Roussos. —Expreso con miedo y voz entrecortada.

—¿El hijo de la miseria del rey de Cosmos? —Elena asintió.

Al ver la expresión de su hija, Felipe mostro furia en su mirada. —Era de esperarse, Roussos siempre ha querido la buena honra que hemos tenido la familia Georgiou, quiere ser la familia perfecta en el mundo y no ha podido porque nosotros siempre somos los primeros, pero eso cambiara cuando mañana mi hija salga en el periódico con sus piernas abiertas ante un príncipe, ¿sabes quién vera tu manzanita? —El rey ríe sarcásticamente. —Todo el mundo te vera y nos convertiremos en la burla y en el desprecio de toda la sociedad por tu culpa Elena.

la princesa cayo de rodillas y se arrastró hacia su padre, agarro su mano y beso unas tres veces seguidas de ´´perdón´´. El rey nunca en su vida perdonaría a su hija menos ahora que era una prostituta y hasta los campesinos la verían como Dios la trajo al mundo.

—¡Jamás! —grita tirando de su mano y viendo el cuerpo de su hija caer a una distancia prudente de donde él estaba.

Felipe se acercó a su hija, le daba asco tocarla, se agacho y la miro —Vete de mí habitación ahora mismo y ve buscando la manera de que no seas la vergüenza de esta familia, nunca seré menos que los Roussos, ¡primero muerto!

Elena se levanta del suelo y corre hacia su habitación en donde se encierra con llave. Aquellas palabras de su padre la habían herido y ahora sentía un ataque de ansiedad, no podía detener sus lágrimas y sentía como se le era difícil el respirar.

La princesa arranco su corcel, agradecía que estaba mal puesto y cayo de rodilla en el borde de su cama, no sabía qué hacer y aunque la noche estaba comenzando, estaba segura de que en cuanto salga el sol, sería la protagonista de aquel periódico.

No tenía alternativa, agarro su manta y saco una tira larga y la paso por la viga que estaba atravesada en el techo de su habitación, se subió en la pequeña silla en la que se solía maquillar y paso la tira por su cuello apretándola.

Pateo la silla, aunque se arrepintió en cuando su cuerpo comenzó a temblar. Sus uñas rasguñaron su cuello tratando de soltarse, pero cuando haces este tipo de cosas ya no hay vuelta atrás. Sus pies se quedaron estáticos y una última lagrima cayó desde su lagrimal hasta el suelo.

—¡Padre! —exclamo Deacon, pero al abrir la habitación de su padre, aquel rey estaba acostado en su cama mientras su plateada espada atravesaba su corazón, pero aun permanencia con sus ojos abiertos, aunque en su cuerpo no había señal de vida alguna.

☙ϟ☾♛➴

Julio de 1999

¡El rey Felipe Georgiou ha muerto!

¡La princesa Elena Georgiou ha muerto!

¡La familia Georgiou es una vergüenza!




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.