Katherine
No lo puedo creer, hurones que hablan, un gato gigante de lava y ahora estoy caminando al lado del dios de la muerte. He de admitirlo es muy bonito con ese traje planchado, pero es raro que su saco este formado por esos fantasmas grises. Mientras caminamos me dice cosas de como son las aulas y el salón de entrenamiento.
- ¿Katherine, estas bien? -me mira intrigado con esos ojos grises, como si estuviese mirando mi alma. Digo puede hacerlo, es el Dios de la muerte, pude notar que tenía millones de almas en su cuerpo. Inclusive parecía como si todas esas almas golpearan desde sus ojos dando efímeros fragmentos de ellos.
- Pues, es la pregunta que más me han hecho, pero dígame que es esto exactamente… un colegio, un internado o una cárcel.
- Entiendo la pregunta – dijo levantando la mirada al frente - Schola Caelesti es un centro de aprendizaje el cual se encarga en entrenar y acoplar a seres celestiales como: dioses, ángeles y semidioses – volteo a mirarme - Como podrás ver tenemos muchas bestias que son utilizadas para entrenar a los alumnos en artes míticas como la invocación – señalando al gato de lava - también tenemos dioses como profesores e incluso otros vienen a dar seminarios, ayer vino Zeus a enseñar a controlar los rayos a los seres que controlen tal elemento.
- Ya… Y yo que tengo que ver en todo esto- pregunte mirando al suelo. Tenía miedo de seguir viendo a los ojos – Por si no lo ha notado soy una humana. No tengo nada celestial.
- ¿Segura? – pregunto mirándome fijamente - si fuera así automáticamente hubieses muerto, toda la escuela tiene un sello que hace que los humanos no puedan entrar.
- Pero eso no tiene sentido. Entonces los semidioses tampoco deberían estar aquí entonces, digo son mitad humano.
- Tu misma lo has dicho – sonríe de medio lado - mitad humano – suspiro - Normalmente tratamos de que no haya barreras entre todos, pero tú eres diferente eres una diosa que reencarna, nosotros solo tenemos aparte de ti dos estudiantes con la misma condición, asique te mandare con su profesora. En cuanto a todo lo demás sería darte tus implementos asique por favor baja las escaleras encontraras a Vulcano él te dará tu uniforme y tus implementos.
Como si fuese una alucinación mi cuerpo se hacía transparente como un espectro solo un segundo paso y ya no estaba, tengo mis dudas de que me voy a encontrar. Mientras bajaba las escaleras sentía un calor tremendo tuve que quitarme la chamarra. Cuando llegue al final de las escaleras vi una puerta de hierro negra con el título de Vulcano fabrica, solo tuve que tocar la perilla para que se abriera como si estuviera mecanizada.
Me esperaba a alguien fuerte con marcas en los brazos y barba frondosa con ojos y dedos envueltos en llamas sacado de medidas y martillando algún arma divina para algún dios, en su herrería toda rustica y con hornos escupiendo fuego.
Pero hay estaba un tipo con un jean sucio y una bata llena de aceite. A sus lados solo había armas y armaduras, en una esquina pude notar una forja echa de ladrillos rojos, la habitación era muy hogareña. Esperaba antorchas y un yunque, pero en cambio había focos y una mesa de noche junto a unos sofás.
- ¿Disculpe… señor Vulcano?, el director me mando por mis implementos.
- Lo sé – dijo sin detenerse a mirarme - están alado de la mesa cuando salgas cierra la puerta, y dile a Thanatos que necesito ir al tártaro.
Su voz era ronca y rasposa como si tuviese algo atorado en la garganta parecía que odiara su trabajo o le pasase algo. Sinceramente prefiero que no me hable a tener que conocer a otro dios, suficiente con dos. Cuando me acerque bien al sofá pude divisar su cara, parecía como si lo hubiesen golpeado, sus ojos están brillosos y tenía rastros de lágrimas en sus mejillas.
- ¿Todo está bien?
- Si, solo extraño a…, dile a Thanatos que me de permiso de ir al tártaro por favor.
Agarré la bolsa que estaba en el sofá mientras salía podía escuchar al pobre de Vulcano sollozar y me daba algo de pena, si mi padre sigue vivo debe estar pasando igual que él o peor, cuando por fin subí esas malditas escaleras había una señora con una túnica de color blanco que le cubría todas las extremidades.
Pude divisar un gafete que tenía en su túnica decía: profesora Artemis, sus ojos eran de un gris potente al igual que su cabello lo cual era raro ya pues su apariencia no mostraba que fuera mayor de veintidós años.
- Así que ¿tú eres la nueva? - su expresión de desagrado era una mezcla de odio y asco- bien si tengo que enseñarte pues será a mi forma.
- Em… disculpe, pero ¿cuándo podre irme a casa?
- Ven tus compañeros te esperan – respondió ignorando mi pregunta.
Extendió su mano pálida y como si se hubiese prendido un foco en la cara apareció una luz plateada. Lo siguiente que pude ver es que estaba en un salón, me recordaba a los de laboratorios todo blanco, limpio y las típicas mesas largas algo mal cuidadas.
Pude ver a dos alumnos. Uno parecía de mi edad, su cabello era rojo al igual que sus ojos a pesar de tener esa túnica tan extraña pude notar que tenía algo como un tatuaje junto a eso lo único que me llamo la atención fue que en uno de los pliegues de su túnica una insignia parecía un escudo de un dragón junto a unos colores algo extraños de fondo.
El otro de cabello rubio con un mechón azul estaba todo desaliñado, tenía la misma túnica pero su insignia era la de un oso de pie y solo tenía un color amarillo que me recordaba a la mostaza de los hot dogs, sus ojos parecían muy cansados y sus manos no dejaban de frotarse entre sí con nerviosismo.
- Bien chicos, ella es su nueva compañera trátenla como a cualquier otro alumno y por favor no la maten está bien que reencarnan, pero es un fastidio buscarlos en los diferentes reinos. Ahora preséntense yo iré a por un café – dijo dejándome con una perfecta o en mi boca.
Como un rayo salió del aula dejándome con dos dioses en entrenamientos y pues ni siquiera sé de que se supone que soy dios. Pude notar la incomodidad con la que me miraban nerviosos alzando la ceja como diciendo “empieza tu”, obviamente que me canse de eso y me pare por primera vez deseaba que el costal de plumas entrara de golpe a la sala y me sacara de aquí, por lo menos a él puedo molestarlo.
- ¿Me... llamo Katherine, soy de la tierra y no sé de que sea diosa y ustedes?
Los dos se levantaron a lo cual el rubio se apresuró a hablar, se veía algo preocupado.
- Soy Cristopher, la reencarnación del Dios de la Oscuridad y mi amigo aquí presente es Kay la reencarnación de la Diosa Hawaiana del Fuego.
- Pele para ser exactos – dijo el pelirrojo mirando al rubio - y sabes que es molesto que digas que soy la reencarnación de una diosa sin embargo – volteo a mirarme - hablando sobre lo tuyo es normal, ninguno de nosotros supo de que éramos dioses hasta no hace mucho.
No sabía cómo reaccionar, al parecer ahora estudio junto a un dios de oscuridad y a un dios del fuego apartando el hecho de que soy la única chica de mi clase, el sueño para algunas con dos adolescentes guapos pero sinceramente me siento algo ahogada hasta donde se soy humana y ellos saben perfectamente que son dioses los cuales podrían eliminarme solo con un parpadeo.
De un golpe la puerta se abrió sobresaltándome pude divisar a un tipo muy fornido con traje de entrenamiento y una barba rojiza bien afeitada a la vez que un largo cabello igual de rojo amarrado con una cola de caballo, se veía muy masculino no importaba si tenía o no la cola de caballo
- ¡Bien!, hora de educación física muchachos.
- Profe tenemos nueva estudiante.
- Bueno entonces doble sesión y para darle la bienvenida hidromiel y ambrosia para todos.
La escena me recordó a un partido de futbol por los gritos que pegaron a escuchar sobre la recompensa, algo estrepitoso, ¿pero… que es hidromiel?