Guerra Por El Septimo Reino

Capitulo IX

Katherine 

Juro no volver a quejarme de las clases de educación física. Tan solo hice pisar la línea de la cancha de nuevo y siento un golpe tan fuerte que me saco el aire, subo la mirada y puedo notar a una chica muy blanca con el cabello igual de rojo y rizado que el del profesor con solo un pantalón corto y un suéter largo. 

- Asique tu eres la nueva. Disculpa no suelo controlar mi fuerza. 

- Tra…tranquila – dije tratando de respirar - Podríamos tomar un descanso? 

- Bueno por lo visto no eres nórdica ni romana. 

- ¿Como sabes eso? – digo asombrada - Ni siquiera se sabe de qué soy Diosa. 

- Las diosas nórdicas y romanas son fuertes y aguerridas igual que sus semidiosas. ¿Los griegos, chinos e indios son más filosóficos algo molesto la verdad- se sentó en la banca mientras miraba la pilastra- Kay ha hablado de mí? 

- Pues no sé, solo llevo unas horas de conocerlo. 

- Comprendo. Mira olvida tu vida humana, entrena y se mas fuerte. Tal vez sobrevivas o tal vez no y si tienes mucha suerte tal vez te manden a una misión. Hemos terminado por hoy espéralos y vayan a su salón. 

Quería decirle que jamás lo haría. Ósea mi mama me espera, que tengo una vida… no puedo olvidarla. Quiero que todo sea un sueño y luego despertarme y ver que todo esto ha pasado… Es inútil que siga pensando estas cosas cierto. Antes de poder decir algo ya no estaba… Me estoy cansando de aparecer y desaparecer que acaso nadie sabe lo que es buenos modales. 

No paso mucho antes que el suelo volviera a romperse. De nuevo pude ver esas constelaciones tan hermosas, parecen millones de luciérnagas flotando en un mar oscuro de una noche fría y tranquila. Sin embargo, esa belleza fue interrumpida por una capa de oscuridad la cual apago todas las estrellas y empezó a salir de la brecha su contextura parecía como un chicle oscuro. Todo se empezó a desvanecer incluyendo las estrellas. De esa masa gigante de oscuridad pude ver a un chico, era Cristopher aunque ahora tenia unas líneas en su cara y su pelo ahora era negro. Fue totalmente momentáneo ya que cuando la oscuridad desapareció todos esos rasgos desaparecieron en lo cual me miraba completamente nervioso. 

- Di… disculpa por eso de la oscuridad y todo. Solo que aun no lo controlo. 

- ¿Tranquilo, eres el dios de la oscuridad no? Pero cual de tantos digo esta el director y pos… 

- El director es el dios de la muerte romana, yo soy la reencarnación primigenia del dios de la oscuridad griega, Erebos. 

- ¿Creo que comprendo, y dime porque los dioses mueren? Digo son dioses. 

- A veces los dioses son debilitados hasta el punto en donde su poder destruye su cuerpo y se reconstruye en uno nuevo. 

- ¿Entiendo… y yo que? ¿cómo sabremos que diosa soy?. 

- No se, normalmente se manifiesta por si solo. Abra que esperar. 

No me di de cuenta cuando Kay apareció lo cual resulto extraño ya que había dejado un camino de fuego atrás de él. Por alguna razón tenía nieve en los hombros y cabeza. Antes de que pudiera preguntarle algo un grito como el de un animal gigante sonó por el pasillo dejándome totalmente asustada. 

- Ho, la campana. Creo que nos toca mitología básica. 

- Gracias Cristopher, no tenias que recordarme que veremos al desquiciado de Itzamná. 

- ¿E…esa era la alarma? 

- Tranquila nada malo pasara; ahora ven. 

No sabia si era mi imaginación, pero el pasillo había cambiado. ahora las paredes y el piso estaban hechos de una roca rojiza a la vez que áspera. Continuo así hasta llegar a una puerta de hierro con algo parecido a un jeroglíficos maya de una serpiente la cual se abrió sola. 

En su interior estaban tres mesas hechas solo de aquellas piedras rojas. Pero no había paredes ni tablero parecía que estuviéramos en la base de una pirámide rodeada de vegetación la cual bañaba mis ojos con ese verde oscuro junto el sonido de las aves que calmaba mis oídos. 

Al sentarnos en las sillas de piedra. Nada cómodas, por cierto. El cielo se empezó a tornar de un rojo metálico donde empezaron a formarse nubarrones arriba de nosotros. Al parecer yo era la única asustada ya que mientras miraba con pavor a aquellas nubes mis compañeros estaban tranquilamente hablando de sus entrenamientos. 

Con un sonido estridente las nubes se abrieron dejando caer un rayo de luz, más bien parecía un rayo láser. Cuando todo se despejo se encontraba un señor de aspecto latinoamericano con una cabellera negra larga y sedosa. Definitivamente no lo hacía ver afeminado ya que a pesar de también tener un traje y cola de caballo se le notaban sus músculos y tatuajes a lo estilo guerra azteca. 

- Bien estudiantes, hoy que hay una nueva así que repasaremos unos principios básicos. 

- ¿Ósea hora de historia? 

- Silencio joven Kay. En mis tiempos te hubieran usado de sacrificio y usado tu cabeza de balón. 

- Suerte no estamos en sus tiempos profesor. 

- Bueno a lo que iba, preste mucha atención jovencita. Eisten los dioses, los ángeles y los semidioses como cada relato mítico que has escuchado, pero están puestos de otra forma en estos tiempos. Un ejemplo muy grande soy yo. En mi época era el dios principal de la cultura maya, ahora un simple profesor de estudiantes problema. 

Vi como los chicos se rascaban la cabeza y reían de forma nerviosa a la vez que el profesor los miraba con una ceja levantada. Claro que se vio chistoso pero aterrador ya que a Kay le salían humos de sus hombros en cambio Cristopher parecía volverse intangible por unos momentos. 

- Como decía. La vida da muchas vueltas, pero lo que debes saber es que no debes tratar tu destino como algo ligero. 

- Profesor, me pregunto… hay alguna forma de volver a mi casa, lo digo porque mi madre debe estar preocupada. 

La verdad no se porque estaba tan nerviosa, solo podía jugar con mi pelo y mirar la mesa de mi puesto. Mi respiración era muy pausada incluyendo el hecho de que empezaba a sudar sin embargo no hacia calor. 

- Mi niña, la única forma de salir de esta escuela es graduarte o que te pongan una misión, pero tranquila apenas te gradúes podrás volver con tu familia al igual que el joven llamitas. 

- QUE NO ME DIGAS LLAMITAS. 

Kay de una abrupta patada mando a volar su mesa echa de aquella roca roja, quedando en una posición de combate de karate. Es como ver a mi mejor amiga solo incluyendo que su pelo estaba envuelto de una cortina de fuego, pero no era como el típico fuego anaranjado este era rojo sangre. 

- ¿Osa retarme a mí joven Kayrelius Jeager? Solo espero que esta vez aguante más que la ultima ocasión. 
El cielo volvió a abrirse, pero no había ni rayos ni explosiones. Esta vez había un sol descomunal que se posaba justo detrás del profesor, las mesas de roca empezaron a agrietarse y el calor aumentaba a cada segundo. ¿Esto es como se confrontan los dioses? Antes de que me desmayara del calor o me friera viva, Cristopher poso su mano en mi hombro y lentamente nos hundíamos en esa sustancia oscura. 

La verdad me resultaba aterrador el echo que a pesar de moverme y gritar a todo pulmón no lograba sentir mis movimientos, no oía mis gritos. Sin contar el echo de no poder ver nada. Cuando salimos pude notar una expresión de miedo en la cara de Cristopher cuando me fijé mitad de la escuela estaba destruida. 

- ¿Esto lo hizo Kay y el profesor? 

- No, ellos están en una habitación que mantiene el tiempo de una forma. Esto lo hizo alguien mas. 
 



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En el texto hay: mitologia, magia, sobrenarutal

Editado: 21.07.2020

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