Gz: Equipo Z

Capitulo 7-Espejos, parte II

El doctor Veyra condujo a Manuel y Miguel por callejones ocultos y túneles subterráneos hasta un edificio aparentemente abandonado. Una vez dentro, una puerta secreta se abrió para revelar un laboratorio enorme, lleno de pantallas holográficas, instrumentos desconocidos y un olor tenue a metal y electricidad.

—Bienvenidos a su nueva base —anunció Veyra, mientras los chicos recorrían el lugar con los ojos abiertos por la sorpresa—. Aquí estudiaremos todo lo relacionado con los rayos blancos y negros, y lo más importante: cómo rescatar a Merlín.

Miguel se acercó a una de las pantallas, donde imágenes de Merlín y el monstruo de espejos aparecían grabadas momentos antes de la desaparición del guerrero verde.
—Esto… esto nos puede ayudar a entender qué le pasó —dijo con seriedad—. Si comprendemos cómo funciona la corrupción, quizá podamos salvarlo sin destruirlo.

Manuel, apoyado sobre su espada roja, miraba cada detalle del laboratorio, tomando nota mentalmente de todos los instrumentos y diagramas que parecían mostrar patrones de energía.
—Entonces… este será nuestro cuartel general y laboratorio de batalla —concluyó, ajustando su casco—. Debemos aprender rápido si queremos traer de vuelta a Merlín.

De pronto, un sonido estridente inundó la sala: la alarma de emergencia del laboratorio. Una voz mecánica y grave resonó por los altavoces:

—¡Alerta! ¡Alerta! Monstruo activo detectado. Localización: Museo Antiguo de Mhuel.

Miguel y Manuel intercambiaron una mirada instantánea de preocupación y miedo.
—No puede ser… —murmuró Miguel—. El monstruo de los espejos… y Merlín.

—Prepárense —ordenó Manuel, activando su transformación roja con un destello brillante—. Si Merlín está involucrado, no podemos esperar. Tenemos que llegar antes de que destruyan todo.

El laboratorio se llenó de luces parpadeantes mientras el doctor Veyra los observaba.
—Tomen esto como su primera misión real desde que llegaron aquí —dijo con voz grave—. No solo se enfrentan a un enemigo, sino que también deben rescatar a su compañero. Cada segundo cuenta.

En un instante, Manuel y Miguel salieron por la entrada secreta, sus trajes brillando en rojo y azul. La ciudad parecía temblar bajo la furia del monstruo de espejos y la fuerza corrompida de Merlín. Cada paso hacia el museo era una carrera contra el tiempo, y ambos sabían que esta batalla sería diferente: no solo luchaban por la ciudad, sino por el alma de su amigo.

Las calles hacia el Museo Antiguo de Mhuel estaban desiertas, llenas de escombros y vidrios rotos por la furia del monstruo de espejos. Manuel y Miguel corrían al unísono, sintiendo cómo la tensión crecía con cada paso. Sus trajes brillaban intensamente: rojo y azul iluminando la oscuridad como señales de esperanza entre la devastación.

Al llegar, la visión los dejó helados. La entrada del museo estaba destrozada; columnas de mármol astilladas, vitrales rotos y fragmentos de estatuas dispersos por el patio. Y en el centro, un espectáculo aterrador: Merlín, con su traje verde ahora cubierto por vetas negras, estaba en medio de un torbellino de cristales de espejo que giraban a su alrededor. Cada fragmento reflejaba sus miedos y dudas, amplificando su furia.

—Merlín… —susurró Miguel, con la voz cargada de dolor—. ¡Detente! ¡Eres tú!

Pero el guerrero verde no respondió. Sus movimientos eran rápidos, precisos, y dirigidos por la voz que emanaba del monstruo: un susurro oscuro que retumbaba dentro de la cabeza de Merlín.

—¡Ataquen! —gritó la voz siniestra—. ¡Destrúyanlos!

Merlín levantó su bastón y lanzó un rayo verde que chocó contra un muro, derribando parte de la estructura. Manuel reaccionó de inmediato, bloqueando el ataque con su espada de luz, que chispeó al contacto. Miguel levantó su martillo, generando una onda de energía azul que amortiguó los fragmentos de vidrio que volaban hacia ellos.

—¡No podemos herirlo! —gritó Miguel, esquivando un golpe que Merlín lanzó con fuerza descomunal—. ¡Sigue siendo nuestro amigo!

—¡Nos está atacando! —replicó Manuel, con la respiración agitada—. ¡Si no lo detenemos, puede matar a alguien!

Merlín se lanzó al ataque, cada movimiento demostrando fuerza y dominio técnico, pero con un toque de torpeza que solo alguien poseído podría mostrar. Los reflejos de los espejos creaban ilusiones, multiplicando la amenaza y confundiendo a Manuel y Miguel. Cada bloque de cristal parecía un enemigo distinto, cada destello un ataque real.

—¡Concentrémonos! —ordenó Manuel, empujando a Miguel hacia un costado—. Tenemos que mantenerlo dentro de nuestra visión, anticipar sus ataques y… tratar de alcanzarlo, no lastimarlo.

Miguel asintió, canalizando toda su energía en su martillo. Sus ojos brillaban de determinación y preocupación mientras lanzaba ondas de luz azul que bloqueaban los ataques sin dañar a Merlín. Cada choque de energía con los fragmentos de espejo hacía temblar el piso y retumbar las paredes.

Por un instante, Merlín vaciló. Un reflejo de sí mismo apareció en un fragmento cercano, mostrando su expresión de miedo y dudas. Sus ojos verdes, antes llenos de malicia, parpadearon, y un pequeño rastro de humanidad emergió.

—¡Merlín, escucha! —gritó Miguel, avanzando sin bajar la guardia—. ¡Tú eres más fuerte que esto! ¡No dejes que la oscuridad controle tu corazón!




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.