Habibi

Capítulo 12: Entre la espada y la pared

No puedo.

Necesito alejarme.

No planee besar a Ethan como lo hice, ya no puedo escudarme en el alcohol porque no he bebido nada, no puedo hacer más que asumir mis cagadas y seguir adelante. Lo único que tengo claro es que siento una atracción muy fuerte hacia Ethan y no sé cuánto tiempo voy a poder seguir ocultándola.

<<Pff no estás ocultando nada>> grita mi consciencia y de un manotón la aparto porque no es nada útil de momento, así que recomponiéndome lo mejor que puedo y aprovechando que me he quedado sola me deshago de la blusa manchada para ponerme la camisa que Ethan me ha dejado. Mientras la suave tela pasa sobre mi cabeza un fuerte delicioso aroma a colonia masculina invade mis fosas nasales haciendo que respire profundamente hasta llenar mis pulmones de la fragancia.

Me gusta.

Una vez vestida y con mi blusa en mano echo un vistazo a toda la habitación notando la ausencia de posters y otro indicio de lo que le gusta, en las paredes solo cuelga un reloj y unas cuantas fotografías en blanco y negro de lugares que desconozco.

— Nena la comida se está enfriando.

El toque en la puerta y las palabras de Rose me hacen respingar y salir de inmediato del lugar para encararla notando que al verme sonríe amplio.

— ¿Qué pensaría James de esto?

La odio por mencionarlo, pero razón, aun así paso de ella encogiéndome de hombros.

— Está muy ocupado como para enterarse —Admito en un suspiro regresando a la sala en donde me siento a comer un poco de todo notando como Ethan toma la blusa en mis manos para llevarla al cuarto de lavado, o eso creo.

Entre risas y comentarios divertidos por lo diminuta que me veo en la camisa de Ethan terminamos de comer con buen humor hasta que me veo interrumpida por una llamada entrante.

Hablando del rey de Roma.

Me aparto de todos excusándome para atender la llamada elevando una plegaria porque James no lo esté haciendo para cagarla más.

— ¿Bueno?

En la otra línea se escucha un largo suspiro antes de finalmente hablar.

— Penny ¿estás en casa?

Su pregunta me confunde, pero sin ganas de volver a discutir simplemente respondo de manera negativa.

— Puedes ir a casa, es tarde y te he enviado algo.

¿Algo? ¿A esta hora?

Curiosa acepto y termino la llamada regresando solo para despedirme.

Al escucharme todos se quejan y tratan de hacerme cambiar de opinión, pero, aunque sean una excelente compañía esto es algo que no puedo seguir alargando. De igual manera rechazo amablemente el ofrecimiento de todos en acompañarme y pido un Uber de confianza para finalmente alejarme luego de varios minutos.

Cuando finalmente llego a casa lo veo; se encuentra en el pórtico con una pequeña maleta y un ramo de flores, confirmo la hora en mi celular y frunzo el ceño, son poco más de las once de la noche, no debería haber salido hasta mañana cuando le dan permiso tan tarde, eso solo quiere decir que estaba realmente desesperado por regresar.

— Hola.

Comento llamando su atención haciendo que en sus labios aparezca una sonrisa apenada sonrisa.

— Penny.

Cuando me tiene lo suficientemente cerca me abraza con fuerza besando mi cuello antes de alejarse con el ceño ligeramente fruncido, me entrega el ramo de flores y se hace a un lado cuando agradezco para poder entrar al apartamento.

— Hueles a colonia masculina.

Aprieto mis labios cuando entramos y me aseguro de dejar el ramo de flores en un improvisado florero con agua.  Al terminar me giro para encararlo y abro mis brazos a mis costados.

— Manché mi blusa con salsa de alitas bbq y debieron prestarme esta.

James asiente y decide sabiamente no comentar nada al respecto, se obliga a sonreír y tira de uno de mis manos para acercarme nuevamente hasta besarme en los labios.

—Igual luces hermosa.

Correspondo el gesto con una sonrisa y lo abrazo cerrando los ojos e intentando obviar el fuerte aroma de Ethan cuando este se sobrepone sobre el de James.

— Te extrañé mucho.

Admito aún pegada a él antes de finalmente apartarme. James deja sobre uno de los sillones su maletín respingando ante el agudo quejido de Odín.

— ¿Qué demonios?

Me acerco al sillón tomando a mi gato para dejarlo a la vista con una enorme sonrisa.

— Odín —anuncio moviendo las patas de mi gato a modo de saludo, pero este poco impresionado con el hombre frente a él se retuerce hasta que cae al suelo sobre sus patas para luego correr en dirección a mi habitación.

Huye mientras puedas Odín.

Relamo mis labios y miro a James, no sé qué decir, la última vez que hablamos fue para discutir y ahora que se encuentra aquí escaneando mi apartamento de manera meticulosa no sé qué hacer así que opto por seguir con lo único que sé hacer en los momentos de ansiedad; cocinar.



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Editado: 05.08.2022

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