Crecí en un entorno de amor desde pequeña, tal vez el haber convivido en un hogar perfecto me hizo ser consciente de él y de sentirlo en todo su explendor. Pero la magia siempre acaba cuando crecemos, cuando maduramos y cuando nuestra mente se llena de información que antes no notabamos, de sentimientos que ya no nos pertenecen.
El extasis, la felicidad, los juegos, el amor y la diversión llegan pero luego te lanzan a un vacío. He caído en él por más de 10 años, no hay descanso solo caída y la opresión de tu pecho se vuelve más grande cada día. ¿Pero por qué? Es lo que preguntan "Lo tienes todo" reclaman y cuando miras tus manos no ves nada allí. Ya no hay el barro que te llenaba de chiquita o el pegagoso tacto de tus dedos llenos de algún caramelo o dulce favorito. Pero algo en ti te hace ser consciente de que ya no eres igual, que tus ojos ya no brillan igual y que escondes tu risa como si aquello fuera un delito. Porque aquello en lo que tanto creías se vuelve polvo frente a ti, porque tus ilusiones se desmoronan con el pasar de los años y porque los ataques de ansiedad llenan tu corazón más de lo que admitirías de angustia y dolor. La caída es desagradable, vertiginosa y agonizante. Porque mientras más crecías mas dejabas de soñar. Mientras más madurabas más dejabas de sentir alivio. Y mientras más soñaba más alta era la caída.
Las paredes de tu hogar antes llenas de dibujos y de risas, se convirtierón en silencios lúgubres y peleas ensordecedoras. Miraba a mi alrededor buscando luz, buscando ser salvada y ese día nunca llegó. Sin poder salir, estancada en un caída libre, oscura y dolorosa.
Cuando mis heroés se convirtierón en mi razón de llorar o de la presión en mi pecho, cuando mis ojos no podían dejar salir ni una sola lágrima. Los besos se volvierón menos comunes entre mis padres, las peleas cada vez eran más reales y crudas. Las dulces palabras desaparecían y los reclamos se alzaban pidiendo piedad de almas destrozadas, condenadas a permanecer en un hogar que se rompía cada vez más y más. Grietas gigantes, imposibles de ocultar y sin retorno a ser salvadas. Solo un montón de escombros trantando de esconderse del ojo curioso del exterior, mintiendo y ocultando lo que tanto nos consumía.
Nos desgastabamos cada vez más, un error y tambaleaba todo lo que conociamos. Algunos lo suficientemente fríos como para no mostrar sus sentimientos y algunos otros lo suficientente fuertes como para soportar hasta desfallecer. Y luego estaba yo allí presente, escuchando y rompiendo mi corazón poco a poco, dejando que el frío lo consumiera. Que la ansiedad cegará mis lágrimas no derramadas y el dolor colmara mi cuerpo. Guardando el dolor en mi pecho, comprimiendolo y obligandolo a vivir en constante agonía.
Pero el final esta cerca, escuché, lo esperé y lo sigo esperando. Las cosas están trancadas en la caída libre pero se dentendra, eso fue lo que me dijerón y entonces creí en las ilusiones. En el amor que profesaban las parejas, aferrandome a ello porque era lo que me hacía sentir de nuevo como en mi hogar y llena de nuevo de alegría. Viviendo en el amor de los libros y las mil caricias que si existían en las películas de amor. Pero hasta en esas historias hay un final, un desenlace milagroso y el felices para siempre, deseo llegar allí para dejar de fingir. Pero mantengo mi sonrisa por que sé que pronto todo acabará, llegará a su fin y ansío ese momento.
El final esta cerca y eso es lo que espero. Cuando porfin dejemos de mentir, de sostener escombros y de retener nuestro hogar perfecto. Cuando porfin el telón baje y seamos libres del cuento de hada que nos mantiene aquí. En una costante caída libre...