Escuché tu voz, me salvo de mis demonios y la oscuridad poco a poco me soltaba, me dejaba ir. "No lo dejes entrar" reclamaba y a pesar de la advertencia, te mire allí sonriéndome como nunca nadie lo hizo.
Agarre tu mano y un anhelado suspiro salió de mi, me salvaste. Reí con gozo, mientras tejías telarañas, palabras tiernas y juegos que solo tú entendías, que solo tú disfrutabas.
Mientras yo seguiá creyendo en ti, en tus promesas vacias y en tus sueños rotos, en tu perfecta mascara. Me enamoré de tu tristeza, me cautivo tu frialdad y caí en tus crueles brazos.
Me hundí en ellos con confianza, aceleré mi ritmo cardiaco al verte y aprendí a quererte, a conocerte. Una amistad, un amor y lo que pareció ser nuestra destrucción.
Caiste, tu perfecta mascara calló, te debilitaste y quedé mucho más fascinada de tu parte humana, de tus cicatrices. Te sostuve en mis brazos con cuidado de no romperte y no me daba cuenta que tú no reparabas ni por un momento en cuidarme.
Me mantuve en tus brazos fuertes sintiendome segura a pesar de sentir tu rechazo y aún así sostuve tu corazón como si alguna vez me hubiese pertenecido, guardando la mínima esperanza.
Después simplemente me dejaste caer, confundida te busque y desesperadamente te llame. Grité tu nombre cada noche antes de caer dormida y cada sueño era interrumpido por el sonido de tu voz, por el dulce aroma de tu piel.
Un vació me sostuvo y en él dance por ti, una y otra vez. Moví mi cuerpo, lloré y grite de impotencia por haberte perdido.
¿Te extrañaba?, claro que lo hacía y luego me preguntaba una y mil veces porque no estabas aquí, ¿Porque el aroma de tu piel desaparecia de mis sentidos? y ¿Porque poco a poco fui perdiendo la forma de tu rostro en mi memoria?, no obtuve respuesta alguna.
Estaba tirada otra vez en el suelo, pero esta vez no me moví, ni siquiera busque una voz o una luz que me sacará de allí y en mi estado volví a verte de nuevo, después de tanto tiempo.
Estabas bien, te veías bien y aquella chica a tu lado parecía ser feliz con tu presencia. Escuché tu risa y al parecer sus conversaciones eran mucho más amenas que las mias, ya que la mirabas con un ilusión con la que nunca supiste mirarme a mi.
Me quedé allí mirandote, mirándolos y de mis labios secos no salió ni una palabra, ni un susurro. Silencio, uno que no pude ser capaz de romper ni siquiera con llorar y mis ojos cansados solo observarón, mientras que mi corazón se volviá añicos en mi pecho.
Ella te sonreía y tus ojos la miraban con el interés con el solías mirarme antes. Respire profundamente y mi corazón botó tu recuerdo con rencor, cerrando sus puertas.
Entonces mis brazos cayerón y te dejé ir, soltando mis brazos de ti y dejando que te llevarás contigo todo lo que alguna vez me hizo sentir viva.
Te dije adiós, pero estabas tan absorto en ella que simplemente no lo escuchaste y con mi última mirada juré jamás volver a creer en ti. Con el corazón roto y mis esperanzas al mínimo me aleje de la única persona que había causado todo aquello sin siquera saberlo....
"Descubrí un amor real, intenso y doloroso. Uno tan puro que nunca dejé de amarlo incluso si esa persona que amaba ya no existía" Verona