Querido padre...

Hoy lloré, lloré de felicidad. Mi padre había vuelto. El que yo recordaba, el que yo amaba y adoraba de chiquita. Pero al tenerlo de vuelta, con sus chistes, con sus enseñanzas y sus retos que me hacen ser mejor cada día me di cuenta de algo, del increíble hombre que tenía como padre. Que a pesar de sus errores, de sus decepciones era el hombre más asombroso que conocía y que la idea de perderlo me estaba matando por dentro. Sus risas volvieron a llenar la casa, sus abrazos han vuelto y últimamente he sido la mujer más afortunada. Porque amé a mi padre el día que ni el mismo podía hacerlo, ahnele su sonrisa cuando lo único que veía en sus ojos era tristeza y rogue en silencio que él volviera a la vida. Lo aprendí a amar incluso cuando él estaba perdido, cuando su luz se apagó y cuando la crudeza de nuestra realidad explotó ante nuestros ojos, incluso allí lo seguí amando. El primer amor de mi vida volvió, pero esta vez fue un amor real, no perfecto, no idializado y eso me asustó tanto. Porqué allí, el dolor que había sentido por tanto tiempo se desvaneció, se perdió entre la brisa y su sonrisa. Un amor que me atrevo a decir es el más puro que haya conocido, ya que dejamos atrás el ego y el rencor. Encontramos nuestras almas unidas, a pesar de la distancia o de la situación y aquél hombre que tanto marco mi vida, se convirtió en algo mucho más importante para mi, un maestro. Ya que él me enseño amar a quién no tiene nada, a amar a quién pierde su sonrisa, a amar a quién pide ayuda y más que todo me enseñó a valorar su sonrisa perdida, a valorar la grandeza que existe en el alma de las personas, y a valorar la valentía de quién pide ayuda.

"Oh pero que ilusa niña, se miente para no llorar y aprende para no caer. Su padre era él mismo, un hombre destruido en sus porpias sombras y ella no quería verlo" Verona