Han pasado dos semanas desde aquel incidente y cuando enloquecí un poco por la caída. Pero parecía tan real, aquella doncella ha llamado tanto mi atención, que su particular visión sigue en mi mente, su delicada piel y su vestido ceñido, hacen que empiece a alucinar por su belleza. Siento deseos de ir a verla, recuerdo el camino o eso es lo que creo.
- Principe Azrael - dice mi tutor de latín, batiendo un puntero de madera hacia mi escritorio, sacándome de mis pensamientos. - Debo recordarle que, esta lengua requiere de concentración, y sobre todo interes completo- pronuncia mientras me mira fijamente, siento que quiero reír a carcajadas, pero mantengo mi apariencia seria, entrelazo mis dedos y lo miro desafiante.
-Es cierto, Murdoc, lo lamento, pero son los deberes reales los que me tienen tan distraído. Tendré más cuidado para separarlos de las horas de aprendizaje - digo con una sonrisa sarcástica, mi tutor solo me mira para girar sobre sus talones y continuar hablando.
Una vez terminada la clase, me dirijo hacia los establos, veré a mi bella Percéfone. Empiezo a llamarla en un susurro, ella no tarda en aparecer, le extiendo la mano para que reciba una manzana roja, ella relincha en agradecimiento, ya que son sus favoritas.
- Vamos a pasear bonita, debo sacarme a esa señorita de la cabeza, siento la necesidad de verla una vez más, debo saber que no fue a causa de la caida o simplemente empiezo a enloquecer - mi bella yegua, se agacha para subirme en ella, y comenzar a cabalgar hacia el bosque.
Percéfone sigue el mismo camino de aquel día, yo le indico por donde seguir hasta donde recuerdo que esa criatura extraña me atacó, mi yegua camina segura, y parece seguir sin mis instrucciones. Avanza hasta un lugar lleno de flores con pilares de piedra, es realmente hermoso a la vista.
De pronto escucho como las hojas secas empiezan a romperse, es como si alguien se acercara, trato de mover a Percefone de donde se encuentra parada, pero ella no mueve ni un músculo, insisto para que camine y así escondernos, pero ella solo se agacha para que yo baje. No entiendo su actuar, pero hago lo que me parece más obvio.
Me escondo entre los matorrales, mientras escucho más hojas secas romperse al paso de alguien, se acerca lentamente y estoy atónito. Puedo ver como aquella doncella va hacia mi Percéfone, mi yegua la mira y hace una reverencia.
¿Qué demonios sucede?
- Ohh pero si es una Abacour, es sorprendente verte después de varios años, como estás querida percéfone - aquella doncella, se acerca a la cabeza de mi yegua, sin mirarla, sus ojos siguen completamente cerrados, y puedo observar como mi yegua disfruta del toque de la señorita. Por mi parte, estoy realmente confundido, como sabe el nombre de mi yegua, y que significa que es una Abacour
Ese hilo casi imperceptible a la vista empieza a ondearse al ritmo del viento y lentamente visualizo como está alrededor de mi yegua, ella solo esta acariciandola y mi yegua parece conectada con ella, es sorprendente ya que no deja que nadie se le acerque y mucho menos la toque. Me quedo embelezado al ver como la brisa juega con el cabello de aquella doncella, y puedo ver como una pequeña onda roja la rodea.
- ¿Cuando piensa salir de ese escondite su majestad? - dice con esa dulce voz que hace que me estremezca, estoy feliz de que no fuera una sueño o que estuviera enloqueciendo. Ella es tan real y de alguna manera lo sabía.
- Solo estaba admirando su belleza, doncella - saco mi lado coqueto, por alguna razón quiero impresionarla. Pero solo logro escuchar una pequeño bufido de su parte.
- Eso fue muy descortés de su parte doncella - digo indignado de que no se haya inmutado por mis palabras. Me siento ofendido.
-Me disculpo su majestad- hace una pequeña reverencia tomando de su vestido, con una mueca irónica - es solo que no me gustan los galanes, que les gusta ser casanovas, y usted es un claro ejemplo de esos - sus palabras me molestan, no me conoce y tiene tal concepto de mi, aunque parece que no está alejada de la realidad.
Decido salir de mi escondite, y acercarme, ese hilo imperceptible empieza a rodearme, me atrapa fuerte y se enreda en mi como una serpiente a punto de devorar a su presa. Percéfone relincha y empieza a moverse, la doncella solo la observa, siento como todo mi cuerpo empieza a entumirse y de mi boca se escapa un alarido.
Percéfone se detiene, y mira fijamente a la doncella, siento que mis ojos explotarán en cualquier momento, la doncella abre los ojos y se conecta con mi yegua, antes de que me falte el aire, aquel hilo me suelta, y mi cuadrúpeda se acerca a mi rápidamente.
-Así que proteges a este humano, aunque eres una Abacour, es extraño - dice dudosa, otra vez puedo deleitarme con esas pupilas tan extravagantes y por alguna razón seductoras, ¿qué demonios estoy pensando de nuevo?
La doncella se acerca a mi lentamente, no ha cerrado sus ojos, su mirada hace que aparte la mia, me siento nervioso y avergonzado de que me examine de esa manera. Se inclina hacia mi, y no puedo evitar girar el rostro para mirarnos fjamente.
Siento como mis mejillas arden, y sus ojos me miran intensamente, mi corazón no deja de palpitar, no voy a apartar la mirada. ¡Demonios! Soy un hombre y con ella me siento como un conejito indefenso.