Hagamos un trato

Capítulo 12

El agua caliente, el aroma relajante, hace que cierre los ojos. Hay una sensación que me ha acompañado desde muy niña, y es la sensación de que cuando Tomás entra en escena, nada malo puede suceder. Es una tontería, lo sé, pero siempre he sentido eso.

Una vez hablé de esto con mamá, fue cuando me enteré de la verdad y mi castillo de cristal se rompió en miles de pedacitos. Mamá me dijo que había idealizado a Tomás, y que eso era normal con el primer amor, y que por eso dolía tanto. Me dijo que todos nos equivocábamos, y que el amor verdadero era en realidad el amor que supera esa idealización y es capaz de ver al otro con sus defectos y virtudes, y aun así, quedarse. Debo admitir que aún hoy, no acabo de comprender aquello.

Esa noche, la del baile, Tomás ingresó por mi ventana. Yo estaba durmiendo, no lo sentí. Se metió a mi cama y me abrazó.

—Nadie besa mejor que tú —susurró en mi oído.

Me sobresalté, me asusté y me levanté casi pegando un grito. Menos mal que nadie nos escuchó.

—¿Qué demonios te pasa? ¿Qué demonios les pasa a los chicos hoy? —inquirí.

—Perdón, estaba preocupado por ti y estaba cansado de estar alejados. Perdóname por no haber querido hablar antes, estaba enfadado —admitió y se sentó en  la cama—. Prometiste que si salía con Sofy haríamos lo que quisiera, lo único que deseo es hablar…

La luz estaba apagada, no podía verlo, pero no necesitaba hacerlo, su voz se oía sincera.

Me senté en la cama a su lado y suspiré.

—Perdón por haberte obligado a ir con Sofy, supongo que ahora que ya es tu novia, me lo agradecerás —admití con desazón.

—¿Mi novia? Sofy no es mi novia —dijo él.

Busqué el celular, encendí la linterna y me metí en la cama bajo la manta. Él se metió también y nos quedamos allí, en esa carpa improvisada mirándonos en la penumbra.

—La estabas besando, yo los vi —añadí.

—La besé porque estaba celoso, me molestaba verte con Guillermo y quería hacerte daño —admitió.

—¿Querías hacerme daño? —pregunté confusa.

—Sí, lo siento… No lo pensé —susurró en medio de un bufido.

—Guillermo es un estúpido, me besó por la fuerza y me tocó un pecho sin mi permiso —confesé.

—¡Lo voy a matar! —exclamó.

—¡Shhh! Si nos encuentran aquí mi mamá nos va a matar —susurré—. ¡Y mi papá matará a tu cadáver de nuevo! —dije y ambos reímos.

—Te quiero, Sol, me gustas, más que como una amiga —admitió por primera vez—. Sé que yo no te gusto de la misma manera, pero ya no podía callarlo más.

—Yo… también te quiero —admití—, y hoy sí me puse celosa al verte con Sofy, pero tengo miedo. Sinceramente no sé lo que siento, estoy confundida… No quiero perder tu amistad.

—Hicimos un trato una vez, ¿lo recuerdas? Seríamos los mejores amigos del mundo, pasara lo que pasara —musitó—. Prometo no pasar por encima de esa promesa.

—¿Entonces?

—Solo… no vuelvas a obligarme a salir con nadie más —pidió.

—Lo prometo…

Esa noche no quedamos en nada. Él me besó, un beso dulce y hasta tierno, y luego se fue. Yo lo dejé hacer porque en realidad estaba confundida y no sabía qué hacer ni qué decir.

Cuando se marchó, todo el enfado que había en mí se disipó. Ya no estaba enojada con él, ni con Guillermo, ni con Sofía, ni conmigo misma. Me sentía en paz, me sentía en calma, incluso aunque no pudiera decirle aún que sentía algo más por él que no fuera amistad. No sé bien cómo explicarlo, solo sé que se sintió bien en aquel momento.

Volví a dormirme, y al día siguiente, volvimos a ser los de siempre, los de antes, y no volvimos a hablar de amor, ni de besos, ni de novios y novias, hasta que cumplí los quince años.

La noche de mi fiesta, cuando todos se fueron, yo me saqué los tacos que me habían marcado los pies. Estábamos todos en casa, en la sala, abriendo los regalos, hasta que mamá y papá decidieron ir a dormir, no sin antes decirle a Tomy que se fuera ya a su casa.

—Sí, tía, enseguida me voy —prometió él.

Sin embargo, se sentó a mis pies y comenzó a masajearlos.

—¿Te has dado cuenta que aún no te he dado mi regalo? —inquirió.

Asentí. Lo sabía, y esperaba la tarjeta como cada año con alguna hoja rara o una caracola.

Tomy sacó de su chaqueta una tarjeta en forma de corazón, hecha por el mismo, con cartulina roja. Me la dio y yo la abrí. Él siguió con sus masajes.

«Sol:

Eres la chica más bella que conozco, sé que no me quieres como yo a ti, pero necesito que sepas que estoy cada día más enamorado, y que ya no puedo soportarlo. Me aterra pensar que un día estarás con alguien más y que yo deberé guardar la entereza y comportarme como lo que soy, tu mejor amigo. Solo quería recordarte, en este día, que no he dejado de sentir por ti lo mismo que siempre. Y en este día especial el trato es de mi parte, prometo amarte por toda mi vida, pase lo que pase, y podrás contar conmigo siempre, pase lo que pase.

¡Feliz cumpleaños a la única chica que siempre habitará en mi corazón!

Tomás».

Era una declaración de amor y una promesa de amor eterno. Yo le creí, en aquel momento le creí. ¿Qué chica de quince años no creería? A esa edad el para siempre sabe a eternidad y la eternidad a verdad absoluta. Nadie te dice que en realidad a esa edad, el para siempre dura unas horas, unos meses o con suerte unos años, nadie te dice que la eternidad a esa edad es finita.

Yo hacía meses me había dado cuenta que estaba enamorada de mi mejor amigo, él era atento, me cuidaba, me protegía y no había nadie en el mundo que me entendiera como él. Pero no decía nada, nuestra amistad pasaba algunos límites y ambos lo sabíamos. Nos dábamos las manos con mucha frecuencia, y algunos besos de despedida o de buenas noches, rozaban las comisuras de nuestros labios. A veces, nos juntábamos más de la cuenta para ver una película escondidos bajo una manta, y otras, los abrazos eran más largos y más cercanos que lo que deberían ser. Pero era nuestro secreto, no uno que compartiéramos ni siquiera entre nosotros, sino uno que estaba intrínseco en nuestra interacción, uno que habitaba en medio de nosotros, mientras ninguno de los dos se animaba a dar el siguiente paso.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.