Hagamos un trato

Capítulo 24

Al fin llega el martes, ansiosos cómo estamos, nos dirigimos a la dirección especificada en la carta. Durante todos estos días no hemos dejado de intentar adivinar de qué se trata la siguiente aventura. Al encontrarnos con la señorita Marlene y darle nuestros nombres, ella nos da dos tarjetas de plástico completamente blancas con letras negras que dicen: Pase VIP. Luego nos informa que en la mañana del día siguiente nos pasaran a buscar y nos pide la dirección.

—¿Tenemos que llevar algo? —pregunta Tomás.

—Nada, les proveeremos de todo, no se preocupen. Solo vayan con lo puesto —añade—. Y disfruten la experiencia.

Ambos salimos del sitio con mucha incertidumbre, tenemos que esperar todavía un día más para saber de qué va todo esto. La oficina no daba ninguna pista, era un sitio normal, con carpetas, escritorios, computadoras y máquinas de agua y café.

—Estoy comenzando a tener miedo —digo y él sonríe.

—Tu mamá no haría nada que te hiciera sentir mal —responde.

—Es cierto, pero no me gusta esto de no saber a dónde vamos ni qué vamos a hacer.

—Lo sé, siempre has tenido problemas con los temas de control.

—¿De qué hablas? —pregunto cuando regresamos a la camioneta.

—Siempre has sido una chica a la que le gusta controlar las situaciones, Sol. Es decir, eres una persona de cierta manera cuadrada, que no sale de los esquemas que ella misma ha trazado para su vida. Cuando pierdes el control sobre algo o alguien, no lo sabes manejar, y la primera reacción que sueles tener es enojarte. Te enojas con la otra persona, pero más que nada lo haces porque has perdido el control.

—¿En base a qué situaciones puedes afirmar lo que estás diciendo? —inquiero y él se encoge de hombros con diversión.

—Te solías pelear con todos los niños que no seguían las reglas de los juegos, y luego ya no los podíamos invitar a jugar con nosotros.

—Oye, teníamos diez años —me defiendo.

—Lo sé, pero sigues siendo así —afirma.

—¿Un mes y ya sabes cómo soy? —respondo con enfado.

—Ya vas a ingresar al túnel de la ira, simplemente porque estoy diciéndote algo que no te agrada…

—¡Me estás calumniando! —exclamo.

—Bueno… ¿Sabes por qué hemos sido amigos por tanto tiempo? —inquiere y yo niego—. Porque yo me he adaptado siempre a ti y a tus reglas, he hecho siempre lo que esperabas que hiciera… Bueno, casi siempre… No te he desafiado ni te he contrariado…

—¿Estás diciendo que por eso no tengo más amigos? —inquiero cada vez más molesta.

—No, solo estoy diciendo que no siempre puedes controlar a todos y todo lo que sucede alrededor, y que enfadarte no soluciona el problema.

No le respondo, él no dice nada más.

Cuando llegamos, voy a mi casa sin hablarle, me encierro en mi habitación y pongo traba a la ventana. Me quedo dándole vueltas a sus palabras y de pronto, me doy cuenta que tiene razón.

Intentar controlar las situaciones que me rodean ha sido lo que más estrés me ha producido porque siempre estoy en estado de máxima alerta. Pero yo no lo veo como algo malo, al menos no siempre, gracias a eso he podido ayudar a mi padre en este tiempo. Pero sí, en algo tiene razón, cuando algo escapa de mis manos me enojo, y eso hace que pierda la perspectiva de las cosas con algunas personas.

Todavía puedo recordar mis discusiones con algunas amigas sobre que yo siempre quería tener el control y ganar… Quizá tenían algo de razón. Me siento un poco avergonzada, más aún por estar comportándome como una chiquilla aquí encerrada en mi cuarto, enfadada por algo que me ha dicho alguien que a pesar de todo me conoce y me quiere.

Voy para su casa, su madre me abre y me da un abrazo. Me pregunta si quiero tomar o comer algo y yo le digo que no, le pido permiso para ir a la habitación de Tomás, ella sonríe y asiente.

—Pasa, estás en tu casa.

Cuando entro, él está jugando con su vieja consola. Me siento y lo miro, él sabe que estoy aquí, pero no me dice nada. Una de las cosas que más me cuesta es pedir disculpas o afrontar mis propios errores.

—Puede ser que tengas razón —digo y él sonríe sin dejar de jugar.

—Gracias —añade.

—Yo… me exijo mucho a mí misma, ¿sabes? Hay cosas en mi mente que quiero cumplir, maneras en las que quiero ser, cosas que no quiero hacer… Es como… como estar fiscalizando todo el tiempo lo que hago, lo que pienso, lo que digo y lo que callo. No quiero cometer errores, no quiero equivocarme, no quiero porque si algo sale mal, si hago algo errado, probablemente no podré perdonarme. Por ejemplo, la universidad —digo y él deja de jugar para observarme—, yo quería continuar, no quería atrasarme, anhelaba terminar la carrera… pero mi mente me decía que lo mejor era pasar tiempo con mi madre, todo el tiempo posible, que eso era lo que haría una buena hija, que eso era lo que estaba bien. Así que tomé esa opción, porque si no lo hacía, no iba a perdonarme el no haber estado allí para mamá. ¿Se entiende?

—Claro que se entiende…

—Pero ahora, también me arrepiento de haber dejado de estudiar y me pesa, porque de alguna manera siento que no soy lo suficientemente buena. En mi imaginario, ya debía estar a nada de graduarme… y pues, me cuesta comparar lo que según yo debía de haber hecho con lo que no he podido cumplir. Me siento frustrada y eso tampoco me permite avanzar…

—Te entiendo, sé que cuesta enfrentarnos a nosotros mismos, pero sabes, no todo puede salir siempre como lo planeamos, la vida no es así. Y te lo dice alguien que aprendió por las malas. Yo también planeé otra cosa para mi futuro, de hecho tú bien lo sabes, mi manera de obtener seguridad siempre fue hacer tratos o promesas que me garanticen que ese era el camino que debía seguir para llegar a  donde quería llegar. Sin embargo, yo mismo rompí esas promesas o esos tratos, y luego de mucho tiempo de sentirme defraudado de mí mismo, me di cuenta de que… la vida es así, que no siempre podemos hacer las cosas como las planeamos, que no hay un guion que tenemos que seguir. Pienso que si eres tan dura contigo misma, levantas la vara tan alto, que nadie nunca estará a la altura de ella, nadie, ni siquiera tú… y eso no solo te alejará de todos, sino también te hará eternamente infeliz y frustrada…




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.