Halftime Show

CAPITULO 7

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Decisiones
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Elijah.

Mis ojos no dejaron los suyos cuando sentí el roce de su delicada mano con la piel desnuda en mi entrepierna, un par de centímetros más hubiesen bastado para que en vez de tocar esa parte de mi anatomía, hubiese tenido un toque en mi polla angustiada por su cercanía.

Su boca entreabierta sacaba el aliento que poco a poco se acostumbraba al ambiente tenso que había llenado el aire en cuestión de minutos.

¿Qué estaba haciendo aquí?

— Elijah. —tragó en seco, sus ojos vagando de los míos a mi pecho mojado por el agua que ahora caía directamente en mi espalda impidiendo que las gotas llegaran a su cuerpo cubierto por el mío.

— ¿Qué? —susurré contra su boca sin bajar la mirada. Sabía que si miraba más abajo estaría perdido y querría más que la simple probada que había tenido en el jardín de Benson. —Vanessa. —sus ojos se abrieron sorprendidos.

— Dijiste mi nombre. —tragué en seco yo esta vez, mi pecho subiendo y bajando sabiendo que si miraba más abajo encontraría su blusón mojado pegado a su pecho resaltándolo.

— Son las seis. Mi cerebro no está funcionando correctamente tras haber pasado la noche en vela, Campbell.

Mi cerebro no funcionaba, pero no por ello, sino porque ahora las decisiones quería tomarlas mi cuerpo y estaba buscando la poca cordura que sabía que tenía escondida para emergencias en algún lugar.

— Claro. —volvió sus ojos a los míos y podría jurar que la intensidad en ellos me absorbió. —Yo vine a...—suspiró.

— Campbell. —luché contra mis miedos y tomé su mentón cuando su mirada intentó vagar más debajo de mi pecho. —No mires más abajo.

— ¿Por? —estaba seguro de que no era su cerebro hablando, porque la Vanessa que yo conocía me habría insultado por estar desnudo contra ella. Esa era la Vanessa que yo necesitaba justo ahora, no la que me miraba con inocencia cuando yo no podía pensar como un santo.

— Porque no te quiero mirando mi pene y es lo que vas a encontrar si bajas la mirada. —solté.

— ¿Lo toqué? —el nerviosismo en su voz me hizo reír un poco, intentando no recostarlo contra ella.

— No, Campbell. —asintió. —De haberlo hecho créeme que la situación no sería la misma y no estaríamos hablando tan calmadamente como ahora.

No había nada de calma en mí, era un jodido mentiroso.

— ¿A qué entraste? —dije antes de que dijera algo más. No iba a soportar estar con ella aquí hablando de mi cuerpo desnudo y de ella tan cerca.

— Jeremy. —miró a la puerta. —Está aquí.

— Me estás jodiendo. —me tensé. —¿Qué hace aquí? —se encogió de hombros completamente nerviosa. —¿Te vio? —solo sacudió la cabeza. —Voy a salir y tú te quedarás aquí. —la sola idea de su hermano acercándose a ella no me gustó, mucho más ante la situación aquí. Ella no habría buscado refugio en el baño de no tenerle miedo a su reacción.

— Elijah. —su mano voló inconscientemente a mi pecho, deteniéndome. —No le digas que estoy aquí. Se que me odias, pero...

La encaré, dejando de lado la sensación de plenitud que me invadió con su toque. —Quiero seguir haciéndote encoger por un tiempo. —sonreí de lado. —Estás a salvo conmigo, Campbell. —afirmé. —Tú solo has lo que te digo y no escuches en las paredes.

— ¿Por qué? —ella y su jodida curiosidad.

— Porque tu hermano se acaba se meter a la boca del lobo.

Me alejé de ella y rápidamente abrí la puerta para inclinarme y tomar la toalla esperando para enrollarla alrededor de mi cintura.

— Me cambiaré aquí. —bajó la mirada. —Pero cerraré la división de la ducha. —le guiñé un ojo, escondiendo mi deseo por salir de aquí. —No mires más de la cuenta.

Eso hizo que rodara sus ojos con molestia. Esa era mi Vanessa.

¿Qué?

Jodida mujer.

Me cambié con rapidez ganándome el deseo de alejarme de ella que el de golpear a su hermano por querer participar en el circo con mi padre para contraer matrimonio con mi hermanita.

Lo habría matado antes de que pensara en tocarla de todas formas, y estaba seguro de que habría tenido el apoyo de Edward.

Coloqué mis vaqueros tan bien como el pequeño espacio me lo permitió, tomando la camiseta blanca y haciendo lo mismo. No me molesté siquiera en secarme el cabello o colocarme los zapatos, quería sacar a este idiota cuanto antes de mi edificio.

Tres pares de ojos estuvieron sobre mi cuando cerré la puerta tras de mi con fuerza. Esperaba que la curiosa mujer a la expectativa pudiese mantener en silencio por lo menos hasta que su hermano estuviese fuera de la oficina.

— ¿No que no estabas? —los ojos azules de Jeremy pasaron de Jenny a Tam burlonamente. —No pensé que ahora te escondías entre las faldas de las mujeres.

— Hago muchas cosas debajo de las faldas de una mujer, esconderme no es una de ellas, imbécil. —mascullé acercándome. —Déjennos solos, por favor. —miré a ambas mujeres, quienes al notar el tono tenso en mi voz haciéndole juego a mi cuerpo, salieron rápidamente no sin antes asesinar con la mirada al idiota arrogante frente a mí. —¿Se te dañó el GPS o por qué mierda estás aquí?

— Siempre tan...—tomó asiento frente a mi escritorio y sonrió. —cálido y amable.

— Tal como mi madre me enseñó. —espeté.

— ¿Cómo vas, Elijah?

— Algo me dice que amaneciste con ganas de ser asesinado, pues ya te digo vete a la calle y hazle un favor al mundo al colocarte frente a un auto en movimiento. —me senté sobre el escritorio sin dejar de mirarlo. —Lárgate.

— Edward no estará feliz con eso. —sonrió con superioridad.

¿Edward? ¿Qué mierda tenía que ver mi hermano con la presencia de este bueno para nada aquí?

— ¿No te lo dijo?

— Eres el último tema de conversación que se nos podría pasar por la cabeza. —dije con desgano, aunque necesitaba saber a que mierda se refirió. —¿Qué quieres?




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