Hansen: Heredera del frío.

Capítulo 2.

La bruma de la madrugada se filtraba por las altas ventanas del palacio Hansen, llenando de tonos dorados la habitación de la princesa vikinga. Ella yacía en su cama, los cabellos dorados esparcidos sobre la almohada, como si fueran hilos de sol tejidos por los dioses.
La joven abrió los ojos, parpadeando ante la luz tenue. Su mente aún estaba nublada por el sueño, pero un cosquilleo de anticipación la recorrió. Finalmente había llegado el día: era el día de su coronación, el momento en que se convertiría en la reina de los vikingos, la líder de su pueblo. El peso de la responsabilidad se posaba sobre sus hombros, y el miedo la hizo dudar por un segundo, pero finalmente se puso de pie. Su camisón blanco fluyó alrededor de ella mientras se acercaba a la ventana y contemplaba el paisaje: los picos nevados de las montañas, los bosques oscuros y el mar rugiente a lo lejos.

-Madre, hermano... ¿pueden oírme desde el reino de los dioses? No saben cuánto amaría que estuvieran aquí. Prometo honrar sus nombres. Que los dioses me concedan fuerza y sabiduría para proteger a Grimminheim y a su gente... los amo.

El viento llevó sus tenues palabras hacia los cielos, y la princesa cerró los ojos, sintiendo la conexión con los espíritus. Sabía que no estaba sola en su reinado. En lo profundo de su ser, sentía que los espíritus de su familia la acompañaban.

El momento de paz fue interrumpido por el sonido de la puerta siendo golpeada, y una femenina voz ruda vociferaba desde afuera.

-¡Cristal, ya levántate! - Se trataba de Asthrid Thorsson, quien, a pesar de la horrible resaca que sufría por los tragos de anoche, cumplió con su misión de presentarse para ayudar a Cristal a alistarse para su coronación.

-Ya estoy despierta, Asthrid. Entra, está abierto. - Dijo soltando unas cuantas risas tras escuchar lo preocupada y alterada que sonaba su mejor amiga. Asthrid abrió la puerta con fuerza, entrando con un precioso vestido azul en mano. Era majestuoso, bordado con las mejores y más elegantes técnicas del reino.

-Cielos...es perfecto. - susurró la joven princesa mirando atónita aquella obra de arte.

-Lo es, ahora deja de babear y métete a duchar. No querrás que me meta contigo, ¿o si? - Respondió la pelirroja de forma bromista con su voz fuerte, a lo que Cristal simplemente respondió con una carcajada, caminando hasta al baño, dispuesta a ducharse.

Pasaron los minutos y después de un rato la hermosa princesa salió del baño con su precioso cabello dorado completamente humedo y envuelta en una toalla.

-Bien su alteza, prepárate porque esto será divertido. - Dijo la pelirroja esbozando una sonrisa ansiosa, ayudando a la princesa a entrar en el vestido, aunque Asthrid estaba siendo un poco ruda.

-¡Asthrid, cuidado! No quiero terminar en el suelo antes de mi coronación. - Rió la joven soltando pequeños quejidos por el esfuerzo de ponerse el vestido, hasta que después de un largo y difícil esfuerzo que les tomó alrededor de veinte minutos, lo lograron.

-Bien, princesa. Ahora, los brazales. - Dijo Asthrid, tomando uno de aquellos elegantes brazales plateados y acercándose a Cristal para ayudarle a ponérselos.

-Están apretados... - Se quejó un poco.
-Están así de ajustados para que no se te caigan en medio del discurso. Además, ¿quién necesita una buena circulación cuando puedes lucir tan majestuosa? - Dijo riendo, mirando con ternura a su amiga.

-Supongo que tienes razón. Pero si me desmayo, será tu culpa.

Asthrid soltó una pequeña carcajada. -No te preocupes, Cris.- Después de ajustar un par de detalles, por fin, la princesa estaba lista para ir a la ceremonia de coronación. -Hemos terminado. - dijo la pelirroja, mirando asombrada la belleza de su mejor amiga.

Impresionada pero con dudas, Cristal se miró en el espejo. Su mente se llenaba de incertidumbre y no paraba de pensar en esta nueva vida como monarca de Grimminheim. -Asthrid, ¿crees que estaré a la altura de ser reina? ¿Y si cometo errores?

En ese momento, la pelirroja azotó el rostro de la princesa con un par de bofetadas débiles en las mejillas de Cristal. -¡Espabila, Cristal! Eres descendiente de los Hansen, la sangre de los dioses corre por tus venas. No hay margen para dudas. Serás la más grande monarca que el mundo jamás haya conocido. Ahora, vamos a esa coronación y demostremos que eres la reina que Grimminheim tanto necesita. Y si algo sale mal, siempre podemos culpar a los dioses.- Dijo riendo un poco, haciendo reír a Cristal, quien se esforzaba por contener las lágrimas. Aquellas palabras de su mejor amiga habían resonado en lo más profundo de su ser. -Ahora, vayamos a la sala del trono. Pero antes, ¿algún último deseo antes de la coronación?

La rubia pensó por un momento. -Sí, uno. Si me desmayo, asegúrate de que mi caída sea elegante y digna de una reina.-

La pelirroja soltó otra carcajada. -Claro, Su alteza.-

Y así, con brazales apretados y algunas dudas en la cabeza, Cristal y Asthrid avanzaron hacia la gran sala del trono.

El pasillo de piedra resonaba con los pasos de Asthrid y Cristal mientras avanzaban hacia su destino. Las antorchas en las paredes parpadeaban, arrojando sombras danzantes sobre las losas gastadas. La princesa se aferraba al brazo de su amiga, sintiendo el peso de la corona invisible que pronto reposaría sobre su cabeza. La joven había crecido en los salones de palacio, pero nunca antes había enfrentado una audiencia tan imponente.

Al final del pasillo, en aquel majestuoso e imponente trono de oro macizo y joyas azules se alzaba sobre un estrado. El rey Björn Hansen, estaba sentado allí con su mirada fija en la entrada. Su barba gris y sus ojos azules reflejaban la seriedad del momento. Aunque si mirada se enterneció al mirar la belleza de su hija en aquel precioso vestido.

La sala del trono estaba llena de súbditos que aplaudieron y gritaron cuando Cristal entro a la sala del trono escoltada por Ashtrid, miembros del ejército vikingo y nobles de los clanes estaban reunidos para admirar a la joven. Sus armaduras brillaban bajo la luz de las antorchas, y sus miradas se posaban en la princesa con una mezcla de respeto y admiración. La bulla cesó cuando Asthrid y Cristal caminaron hasta estar unos pasos enfrente del rey.



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En el texto hay: vikingos, poderes. , reino medieval

Editado: 03.06.2024

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