Prólogo

"Cuídalo, así como lo hiciste conmigo" - se le apareció Saura sonriente, mostrando una canasta antes de ser capturada por la inquisición.

- ¡El bebé! - se despierta sobresaltada, toma una capa, saliendo apresuradamente al bosque.

Justo como en el sueño, oculto entre los troncos, una canasta ordinaria, se hallaba un bebé, durmiendo plácidamente. Una luz mágica poderosa lo cubre.

- Fue muy cuidadosa de protegerte - tomo la canasta con cautela.

Desapareció en un abrir y cerrar de ojos. No podía poner en peligro al bebé y su propia vida.

Al llegar a su casa abrió la carta.

Querida Agne

Él es mi hijo Hao Ming. Cuida de él, la sangre que corre por sus venas le depara un futuro turbulento. Hazle saber que su madre lo ama.

Saura.

- ¡Ay! Saura - arruga el papel a su pecho, rodando una lágrima por su mejilla. - Solo Dios sabe... - guarda recelosa la carta. Carga al bebé de la canasta - ¿Hao Ming? - mira el rostro del pequeño - que nombre más extraño para un bebé que es igual a ti - sonríe.