Harry Potter y la Herencia Maldita

2. Ecos de un secreto

El tres de septiembre amaneció con una bruma espesa que se enroscaba en los jardines de Hogwarts como si el castillo, aún adormecido, exhalara sueños pesados. En la Sala Común de Slytherin, Theodore Nott se abrochaba los botones de la túnica con movimientos lentos y estudiados, como si retrasar el comienzo del día pudiera alterar el curso inevitable de los acontecimientos.

No era tanto el inicio de las clases lo que lo incomodaba, sino la presencia incesante de cierta alumna con una capacidad casi sobrenatural para estar donde él estuviese. Irene Caulfield.

Desde su encuentro en la sala común, Irene se había comportado como un chicle pegado al zapato. Estaba en el desayuno, a su lado. Caminaba junto a él en los pasillos, hacía comentarios ruidosos en la mesa de Slytherin, y hasta tenía el descaro de sonreírle como si fueran amigos.

—¡Theo! Espera, ¡tienes migas en la túnica! —exclamó esa mañana, mientras se sentaba junto a él en el Gran Comedor, empujando su plato repleto de tostadas y pasteles.

Theodore suspiró. Intentó cambiarse de sitio dos veces antes de rendirse a la evidencia: ella siempre lo encontraba.

El desayuno transcurrió como era de esperarse. Los alumnos de primer curso miraban todo con ojos de plato, Hermione Granger repasaba mentalmente la lista completa de asignaturas, y Ronald Weasley llenaba su plato como si fuera su última comida. Harry Potter, por su parte, conversaba en voz baja con ambos mientras recibía miradas de sospecha desde la mesa de Slytherin.

Irene, para variar, no paraba de hablar.

—Dicen que Slughorn fue profesor hace años. El profesor de Pociones antes que Snape. ¡Imagínate eso! Debe ser todo un personaje… aunque yo preferiría a uno menos viscoso.

Theodore la ignoró. O lo intentó.

Cuando por fin llegó la hora de Pociones, se encaminó al aula del profesor Slughorn, que había sido reacondicionada especialmente para su regreso. A diferencia de Snape, que mantenía el aula sombría y aséptica, Slughorn parecía disfrutar de los detalles opulentos: un mantel de terciopelo sobre su escritorio, frascos luminosos y hasta un reloj de bolsillo con incrustaciones de esmeralda.

Theodore tomó asiento en la segunda fila, como solía hacer. Su sorpresa fue más que evidente cuando vio a Potter preparar una poción con movimientos precisos, cuidadosos… casi elegantes. Slughorn no tardó en elogiarlo.

—¡Ah, excelente, excelente, Harry, más esencia de murtlap, muy bien! ¡Una de las mejores pociones para encogimiento que he visto en años!

Los de Slytherin se removieron en sus asientos. Blaise Zabini soltó un bufido de desdén y hasta Pansy Parkinson frunció el ceño.

Pero lo peor vino cuando Irene, que no sabía disimular nada, comenzó a aplaudir suavemente.

—¡Eso estuvo muy bien! ¡Potter, no sabía que eras tan talentoso con las pociones!

Theodore se llevó la mano a la sien, sin mirar a nadie. Su incomodidad era palpable.

—¿Está aplaudiendo a Potter? —susurró Daphne Greengrass.

—Yo la cambiaría de mesa —replicó Zabini con desdén.

La clase continuó, entre el asombro general y los intentos de Slughorn por halagar a los alumnos con "potencial". Hermione Granger, como de costumbre, realizó una poción perfecta, pero se mostraba visiblemente irritada por no ser el centro de atención esta vez. Levantaba la mano cada pocos minutos, corrigiendo detalles que nadie había preguntado.

Theo, por su parte, era un alumno destacado. Sus cortes eran precisos, sus tiempos justos, y su caligrafía, impecable. Pero no tenía el más mínimo interés en llamar la atención, ni en impresionar a Slughorn. Al contrario de Hermione, no necesitaba decir que sabía; simplemente… sabía.

Y eso, en su opinión, debería bastar.

Aunque nada parecía bastar para mantener a Irene callada.

***

Al terminar la clase de Pociones con el profesor Slughorn, los alumnos de sexto curso se desplazaron lentamente hacia el aula contigua, donde Snape impartiría Defensa Contra las Artes Oscuras ese año. El cambio de asignatura había generado una mezcla de curiosidad y tensión, especialmente entre los Slytherin. Theo, como la mayoría, mantenía sus reservas. Sabía que Snape no era un hombre fácil de leer, y mucho menos de anticipar.

Mientras caminaban por el corredor de piedra, Theodore notó que Irene estaba inusualmente callada. Su rostro, por lo general animado, estaba ahora ensombrecido por una expresión de inquietud. Jugaba con los dedos de su varita como si necesitara mantener las manos ocupadas.

—¿Y ahora qué tienes? —preguntó Theo con voz baja, sin mirarla.

Ella lo miró brevemente, como si no esperara que le hablara.

—Nada… Es solo que… bueno, es Snape. Me intimida.

Theodore alzó una ceja.

—Tú hablas como si ni los dementores pudieran callarte, pero Snape te pone nerviosa.

Irene frunció los labios.

—No es lo mismo. ¡Snape es… Snape!

Al llegar al aula, los lugares del fondo ya estaban ocupados. Crabbe y Goyle habían acaparado una fila completa junto a otros alumnos de Slytherin y Ravenclaw. Theo chasqueó la lengua y se resignó a ocupar uno de los bancos del frente. Para su desgracia, Irene lo siguió como su sombra.

El aula estaba en silencio cuando Snape entró. Su capa negra flotaba tras él como una sombra propia, y sus ojos oscuros recorrieron la sala con una mirada afilada como una daga. El silencio se volvió absoluto, casi sofocante.

Durante un instante que pareció más largo de lo normal, su mirada se detuvo en Irene. Fue solo un segundo. Pero un segundo lo bastante largo para que Theodore, siempre atento a los matices, notara el ligero fruncir de ceño de Snape, casi imperceptible. Como si la presencia de aquella alumna le recordara algo que no esperaba ver.

Y sin embargo, el profesor no dijo nada.

Snape se giró hacia el pizarrón con la elegancia precisa de quien domina cada movimiento.



#1180 en Fantasía
#178 en Magia
#371 en Fanfic

En el texto hay: hogwarts, slytherin, theodorenott

Editado: 15.08.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.