Hasta la última canción

Baltimore

Hace una semana que asisto a Baltimore, me he aprendido la coreografía completa, incluso estamos ensayado otra.

Los chicos se presentarán en no se donde y los ensayos son más demandantes.

Me encanta ir, pero no he visto a Erick, es decir al rarito no perdamos las buenas costumbres.

No es que tenga ganas de verlo, claro es solo que me parece extraño. Todo parecía indicar que asistía regularmente.

Viernes por la noche y mi plan es hacer un maratón de Harry Potter, lo sé mis planes son los mejores.

Estoy en eso cuando mi celular comienza a sonar, es Diego.

-Hol....

Me interrumpe rápidamente. Genial, ni saludar puedo.

-Ponte guapa que te veo en 10.

-¿Qué? De...

Y me cuelga el muy maldito. Quien diablos se cree. Trató de ignorar eso cuando vuelve a vibrar el celular.

Mensaje de Jude: Ni se te ocurra hacer el tonto, estaremos ahí pronto así que más te vale verte radiante.

Lanzó el celular a la cama y me dirijo de mala gana al closet, solo a ellos se les ocurre hacerme esto, con lo indecisa que soy siempre.

Después de la montaña de ropa que formó en la cama me decido por una falda-short negra con detalles de brillos, un top de manga larga y mis confiables deportivas negras.

Decido llevar el cabello suelto total es bastante corto no presentará problemas.

Apenas voy a abrir la puerta cuando entran Diego y Jude plantandose en el centro.

Jude lleva un vestido negro que se amolda a su figura, unas botas negras altas, se le ve bellísima.

Diego por parte trade unos vaqueros de un azul desgastado, camisa negra y converse negros.

Están matadores.

Iran a por todo. Genial otra noche sola.

-Tradamos más de lo esperado, porque a alguien le gusta meterse con la vestimenta de los demás- le dedica una mala mirada a Jude.

Esta de lo más indiferente lo recorre con la mirada. 
-No iba a permitir que trajeras esas botas ridículas.

Él le dedica una mirada ofendida. 
-Qué sepas que son una reliquia familiar.

-Eso explica lo horribles que son- remarca Jude cada palabra.

Antes de que se maten decido intervenir. 
-Bueno, basta de peleas por botas ridículas, vámonos.

Diego me dedica una mirada ofendida, pero lo ignoro y los empujó fuera, cierro con llave y salimos de la residencia.

Estamos en camino no se a donde, así que me asomo entre los asientos.

-Y a todo esto ¿a donde nos dirigimos?.

Jude me golpea la frente. 
-Iremos a casa de un compañero de clase, ahora siéntate y ponte el cinturón.

La miró de mala manera, pero hago lo que dice.

-Vale mamá- me dedica una mirada asesina, pero decido ignorarla, aquí no puede hacerme daño.

Llegamos donde el dichoso compañero y esto no es una casa, es una maltida mansión.

Aparte del portón de fuera, hicimos un camino larguísimo hasta llegar a la entrada principal.

Diego estaciona el auto y salimos, hay una fuente enorme al frente de la casa, nos adentramos y mi atención de dirige a todo lo que adorna esta casa, nada más falta y vea la monalisa en una de las paredes.

Llegamos al recibidor y comenzamos a ver personas con tragos y charlando algunas sentadas en los sofás, otras en la pista improvisada que hay a la izquierda.

En menos de un minuto Jude se aleja con el dueño de la casa, con que compañero he. 
Diego hace lo mismo con una chica, antes de dedicarme una sonrisa de disculpa.

Sin más voy en busca de la cocina a por una cerveza, pero no tomare tanto, todo con medida.

He caminado por mucho tiempo y no encuentro la maldita cocina, esta casa es ridículamente grande.

Malditos ricos.

Creo que visualizo algo, avanzó y efectivamente es la cocina, hay algunas personas, pero no me molesto en verlos, me acerco al congelador y tomo una cerveza.

Veo a mi alrededor y esta cocina es más grande que mi habitación de la residencia. Que difícil es ser pobre.

Sigo bebiendo sin nada más que hacer, estoy por tomar mi celular y curiosear en redes o algo, a veces hay chismes buenos.

Cuando de pronto siento un brazo en mi cintura, me apartó al instante sobresaltada.

Levantó las cabeza para buscar al causante de semejante susto, es un chico alto y delgado, tiene una sonrisa de burla en el rostro.

¿Qué le pasa a este imbécil?.

-Se puede saber que haces- le reclamo viéndolo directamente.

El sonríe aún más. 
-Solo quería hacerte compañía- echa una ojeada alrededor -estas muy sólita.

-Y no pensaste que es porque así quiero estar, genio- remarcó la última palabra.

Su sonrisa vacila un poco. 
-Sabes que pienso- se inclina hacia delante quedando nuestro rostros muy cerca-creo que deberías estar agradecida de que me acerque a ti.

Doy un paso atrás sin dejar de verlo directamente mientra coloco una mano bajo mi barbilla.

-Por lo visto no piensas.

Y sin más su expresión cambia a una de enfado total.

Trató de ignorarlo y escabullirme, aunque ni si quiera se por donde salir.

Apenas doy un paso, cuando siento que tira de mi brazo fuertemente, trato de soltarme, pero no puedo.

-Sueltame!! 
Grito tirando de mi brazo, pero el idiota no cede. Vuelve a tirar de mi y trata de bersarme.

Intento alejarme lo más que puedo, pero es inútil. No soy competencia para su fuerza, lo peor de todo, mis piernas han comenzado a temblar, mi desesperación va en aumento cuando siento que incluso mis brazos pierden fuerzas.

Esta sensación no se la deseo a nadie en serio que no.

Siento que lloraré en cualquier maldito momento, cuando de pronto siento que su presión en mi brazo disminuye, y su rostro se aleja de mi, levanto la cabeza y es él.

El rarito.

Veo como con una facilidad increíble lo estampa contra unos estantes, lo toma del cuello y él imbecil comienza a suplicar de manera ridícula.

No se como puedo mantenerme en pie, pero avanzó hacia la barra y me sostengo.



#5817 en Novela romántica
#2577 en Otros
#607 en Humor

En el texto hay: primer amor, grumpyxsunshine, romanceadolecente

Editado: 29.04.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.