Capítulo 13: ALEXANDER “En mi corazón”

Cenamos en la estación del tren, compramos los pasajes y viajamos en tren a Luxemburgo, desde allí subimos al que va a Bruselas, a la estación central, en Bélgica.

Estoy temblando, hemos hecho el recorrido ya dos veces, pero nada aparece en mi mente.

Sophia me mira preocupada e intenta calmarme, ve que estoy esforzándome, forzándome, cierro los ojos, y lo intento una y otra vez.

 Pero nada, como si ese viaje hubiera desaparecido de mi memoria, como si el velo que pude correr nuevamente lo hubiera cubierto todo… ¿Por qué ahora no lo recuerdo?  Mi cabeza está jugando conmigo ¡Maldición!

Ya son las 6 de la mañana, hemos hecho de Luxemburgo a Bruselas y de Bruselas a Luxemburgo, pero….no hay nada.

Estamos sentados y miro por la ventanilla hacia afuera, agotado.

—Lo hemos intentado, no te aflijas.

— ¿Cómo puede ser que no haya ni un mísero recuerdo cuando muchas veces intentaba borrarlos cuando aparecían, sin buscarlos? Recuerdo su mano… algunos momentos del viaje, pero nada más ¡Nada más! ¡Maldición!— golpeo furioso el asiento, mientras los pasajeros de enfrente, me miran asustados.

Sophia me observa asombrada.

—Tienes sangre...—señalándome la nariz.

Me toco y observo mis dedos rojos.

—Me pasaba cuando era niño, hacía mucho no me sangraba la nariz…es cuando...—Sophia coloca su pañuelo y limpia mi nariz delicadamente, en ese instante comienzo a escuchar su voz calmándome y veo su rostro… nítido en mi mente...

<—Hijo, no te asustes, es cuando te pones nervioso—frota el pañuelo suavemente sobre mi nariz, y luego inclina mi cara hacia el techo—quédate unos segundos así, debes tranquilizarte, todo estará bien—me mira a los ojos, y puedo notar que los suyos están rojos e inflamados.

—Madre ¿Has llorado?

—No Alex, solo tengo una leve alergia—cuando nos levantamos guarda el pañuelo y cae de su bolsillo una moneda…la tomo del suelo sin que lo note y la guardo. Caminamos y quedo maravillado observando la estación de tren.

— ¿Es un castillo madre?

—No, hijo, no lo es, aunque se parece—sonríe—cuando lleguemos verás uno de verdad, mucho más hermoso que esta estación de tren.

—Lo veremos juntos, tú estarás conmigo ¿Verdad?

Ella se agacha a mi altura.

—Siempre estaré aquí—tocando mi pecho —y tú —tocándose el lugar de su corazón—siempre estarás aquí.>

La miro a Sophia, como en un trance y luego le pregunto a la persona que tenemos enfrente.

—Señor ¿Sabe qué estación en Bélgica parece un castillo? Sé que suena extraña mi pregunta, pero nos señalaron una y no recordamos el nombre…

Sonríe.

—Soy turista como ustedes, debe ser la Estación de Amberes— saca su móvil y nos muestra una foto— ¿La ven? Es bellísima… casi como un castillo.

— ¡Es esa! ¡Gracias señor!—estoy feliz, Sophia me mira y yo la abrazo. Descubrir mi pasado, aunque pueda ser doloroso me da una sensación de extraña plenitud, como si el puzzle de mi vida comenzara a formar la imagen que jamás pude ver completa.

La tomo de la mano y nos sentamos nuevamente.

— ¿Allí es dónde tomaste el tren con ella?

—Lo es, pude recordar—contento—no podía hacerlo, porque no era el lugar. Creía que era un castillo—si puedo seguir recordando, quizás pueda llegar al lugar donde vivía, ojala pueda. Me embarga una extraña sensación, un sentimiento casi de euforia, por recuperar mi pasado.

Bajamos de la estación y en los televisores colgados, aparece la imagen de Nicole.

Sophia me detiene:

Nicole :—Necesitamos encontrar a esta persona—colocan la foto de Sophia— ella es una ladrona. Le daré un millón de dólares a quien encuentre a la mujer que me ha robado.

— ¿Qué? ¡Esta mujer está completamente loca!

La tomo de la mano y la llevo al baño de la estación

—Se aprovecha porque no hablaste aún con el juez, debes hacerlo...

Resopla.

—Iré el lunes, déjame acompañarte hasta entonces, por favor.

—Está bien, te amo Sophia, lo sabes ¿Verdad?

—Claro Alex, y yo a tí, si pudiera no me iría nunca, no quiero dejarte.

—Sophia, debo enfrentar mi pasado, descuida, puedo hacerlo solo.