Hasta que llegaste tu

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Luego de pasar más tiempo del que se considera normal y razonable tirada en el piso llorando, me levanté con la poca gracia que me quedaba y salí de la casa por la puerta de servicio.

De aquella manera nadie me podría ver en ese estado. Mis oídos escuchaban como la música sonaba tan fuerte que los vidrios de la casa retumbaban.

Seguro que la gente allí no notaría mi ausencia. Y mi padre olvidaría aquel mal trago con un poco de whisky y un calmante, como siempre lo hacía.

Sospechaba que los problemas que yo ocasionaba le habían hecho desarrollar una especie de adicción a esa combinación.

¿Alguna vez desearon tener en sus manos una cajita con un botón que les permitiese volver el tiempo atrás? Porque yo quería una en este momento.

Lo hacía con todas mis fuerzas.

Tal vez de esa manera habría evitado enamorarme de Gabriel y nada de esto hubiese pasado.

Pero yo me creí indestructible, creía que era más poderosa y sabía que el resto de las personas y que nada ni nadie podría pararme.

Entendía que cuando uno era joven cometía muchos errores, era parte de la vida y de esa manera aprendíamos valiosas lecciones, pero esto era demasiado hasta para mí.

Tomé mi bolso y saqué mi móvil para mandarle un mensaje a Kassidy.

— ¿Puedo quedarme en tu casa esta noche? Mañana en la mañana te explico el porqué.

—Claro, mi casa es tu casas respondió junto a un emoji con una carita sonriente— No te molesta que me quede un rato más, tu primo Hugh resulta ser muy divertido, al fin creo que estamos llegando a algo aquí.

—Por supuesto, como tú dijiste. Mi casa es tu casa. Al menos una de las dos puede disfrutar de la fiesta.

Guardé el aparato de donde lo había sacado. Y enfilé mi camino hacia la calle que me llevaría al apartamento de Kas.

Luego de 10 minutos ya estaba allí, lista para dormir donde sea. Sería capaz de dormir en el sillón con tal de poder cerrar los ojos y olvidar todo esto.

Por un momento me cuestioné si había sido una buena idea realmente haber venido hasta aquí. Por el mensaje de mi amiga parecía que tenía la intención de pasar la noche con Hugh y la sola idea de escuchar a mi mejor amiga y mi primo haciéndolo me revolvía el estómago y quería vomitar lo poco que había comido.

Además era demasiado tarde, estaba cansada y era pobre por lo que no podía costear una habitación de hotel, ni siquiera en el más barato de todos, por lo que me recosté en el sofá y luego de unos segundos mis ojos se cerraron por arte de magia.

No recuerdo muy bien cuando fue el momento preciso en que me desperté solo sé que cuando lo hice tenía a Kassidy frente a mí sosteniendo en una mano un plato con waffles con frambuesas y arándanos sobre ellos y en la otra tenía un cappuccino.

—Tu sí que sabes que darme de comer para hacerme sentir mejor—dije sonriendo mientras me acomodaba en el sofá que había servido de cama la noche pasada—Gracias por dejarme que me quede aquí.

— ¿Qué clase de mejor amiga sería si no hiciera eso? ¿Un masaje?— preguntó mientras se colocaba detrás de mí.

—Si sigues así me veré en la obligación de pedirte matrimonio. Aunque debo advertirte, estoy en la lona y no tengo donde vivir, ni puedo llenarte de lujos. Por lo que tu tendrás que mantenernos a las dos y conformarte con lo que pueda darte.

—Suena bien para mí— reconoció con una triste sonrisa.

— ¿No salieron bien las cosas entre tú y Hugh?

—Sí, hemos acordado vernos otra vez— respondió mientras masajeaba mis hombros y bajaba y subía sus manos por toda mi espalda descontracturando las zonas anudadas— Pero no estoy segura de que sea mi tipo— hizo una mueca.


—Dale una oportunidad, es un gran chico, solo tiene problemas a la hora de expresar lo que quiere. Lo lastimaron en el pasado.

—Bien, lo haré. ¿Ahora me contarás cual fue la razón por la que terminaste durmiendo aquí, y te fuiste antes de la fiesta? Habías soñado con este momento desde que tenías 16.

—Lo sé—reconocí tristemente— Lamentablemente se enteró de la peor manera posible de lo que hubo entre Gabriel y yo.

—Nooo.

—Siii.

— ¿Y qué hizo?

—Pensé que enloquecería y lo molería a golpes pero en su lugar lo despidió y amenazó con denunciarlo a la policía diciendo que se había aprovechado de una menor. Y en cuanto a mí, congeló todas mis cuentas, me quitó todas las tarjetas de crédito y me quitó las llaves del departamento. 

—Por lo que eres prácticamente una indigente.

—Eso está más claro que el agua. Se mostró muy firme al decir que no era recibida bajo su techo, ya sea en la casa donde crecí o en el departamento que era de Hunter y que yo usurpé.

—Eso es duro.

—Y eso no es lo peor.

— ¿Aún hay más?

Asentí mientras intentaba digerir lo que mi padre me estaba obligando a hacer.

— Me enviará a Roma para trabajar para mi hermana, en la sucursal de la empresa que tiene allí. Debo partir en cuanto el sol salga de nuevo.

— ¿La de las bodas?

—Esa misma.

— ¿Y cuándo debes partir?

—Mañana mismo.

La sonrisa que por lo general gobernaba su cara, se difuminó en un santiamén.

— ¿Quiere decir que esta es la última vez que nos veremos?

—Me temo que si— me giré y tomé sus manos entre las mías.

—No quiero— sus ojos se habían llenado de lágrimas.

A veces pensaba que ella debía dejar su trabajo como masajista para retomar sus clases de actuación, tenía una habilidad increíble para llorar por lo que fuera. Pero sabía que esta vez eran honestas y no hacia aquello para conseguir algo.

—Prometo que cuando consiga el dinero suficiente lo primero que haré será juntar dinero para poder comprarte un boleto de avión y traerte de vuelta conmigo. Quien dice tal vez puedas mudarte allí conmigo y las aventuras de las dos continuarían en un lugar diferente— sugerí elevando mis cejas para dejar en claro de que estaba hablando




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