Hasta Que Lo Efímero Se Acabe

Capítulo ocho/ Un encuentro no deseado.

Summer.

—¿Sigues el hilo de lo que te digo?

—Ajá.

Estamos en mi cuarto con Luz mientras ella se pinta las uñas de sus pies. Tenía que desahogarme con alguien y ella es la elegida.

En casi dos días comienza mis tardes donde trabajaré con Teo y no es algo que me tiene eufóricamente feliz, que digamos.

Si me hubieran dicho que trabajar en esa biblioteca implicaría, tiempo después, trabajar con Teo, me lo hubiera pensado mejor. Nunca me pasó que apenas conocernos me llevara tan mal con una persona. No lo odio, porque el odio es una palabra muy pesada, pero sí que no lo soporto. Su mera presencia creo que puede alterar toda mi paz... y creo que yo la suya.

—Además de casi haberme atropellado me obligó a disculparme con él ¡Y lo hizo amenazándome! Diciendo que me iba a denunciar o algo así. Lo peor es que no puedo quejarme con Marta porque le tiene aprecio y no sé cómo se ganó el cariño de ella, si va así por la vida dudo que más de dos personas lo quieran...

—Mhm...

—No me estas escuchando, ¿verdad?

Suspira y levanta su vista hacia mí por unos segundos y luego le vuelve a prestar atención a sus uñas.

—Creo que estás exagerando y dándole mucha importancia. Si tu no le hablas apuesto a que se olvida de tu existencia, Summer.

Eso me sentó como una patada en el estómago, y no encuentro la razón. Puede que sea cierto, fui yo quien lo molestó y por eso se vio con la obligación de responderme, no de una buena manera, por cierto.

Esperamos un rato hasta que tiene el esmalte seco y nos movemos para encontrarnos con los chicos, hemos quedado en cenar juntos en algún bar.

Tomamos un taxi juntas hasta el lugar. Los chicos ya estaban allí cuando llegamos; son los únicos amigos que conservo del secundario, me adoptaron, por así decirlo, fueron primero amigos de Luz y como yo iba con ella para todos lados supongo que ya me vieron como otra integrante más.

Nos acercamos a la mesa donde se encuentran, saludos a los chicos y para mi suerte, o desgracia como quieras verlo, me siento al lado de Leo. ÉL me sonríe y siento como mis piernas se vuelven gelatinas-, le devuelvo el gesto, un poco embobada y pedimos nuestras ordenes cuando se acerca un camarero.

—Y bien, ¿Dónde se sale mañana? - Carlos es el más fiestero de todos, siempre tiene algo bajo la manga y conoce todos los lugares donde se puede bailar o dónde hay una fiesta.

—Podemos venir aquí, sé que los sábados este lugar organiza fiestas increíbles — Laura siempre averigua bien los lugares que sugiere Carlos, ella es muy selectiva en cuanto a los lugares y Carlos, mientras sea una fiesta con alcohol, a él no le importa ni el lugar ni la gente.

—Eso me da igual, mientras vengamos todos. — los ojos de Leo me observan mientas pronuncia la última palabra.

Por suerte el camarero viene dejando nuestros pedidos, salvándome de responder. No es que no quiera ir, disfruto de las fiestas, pero no con ellos. Las primeras dos horas está todo bien, pero luego cada uno comienza a meterse en su propio mundo. Laura y Carlos se van a la misma vez al "baño", aunque todos sabemos que es lo que hacen, por más que quieran mentirnos; Luz siempre consigue a alguien a quien besar, ella es llamativa en sí y conquistar al que le gusta no es un problema para ella. Y entonces me deja sola con Leo; Leo se pone insoportablemente celoso y me lleva a la barra, consume algunos tragos y luego consigue a alguna chica con la que divertirse (no es nada lindo ver eso para mí). Y así son todas las noches donde yo me quedo sola sentada en la barra y si el bartender está de buen humor me hace compañía y conversa conmigo.

Doy un trago a mi cerveza y me uno a la conversación que tienen los chicos.

—Por suerte las clases están por terminar y tendré más tiempo para mí— dice Luz.

—Sí, pero comienzan la época de los exámenes finales y eso es peor. — Leo siempre fue aplicado en cuanto a lo académico se refiere, desde que lo conocí jamás lo he visto sacarse menos de ocho en alguna evaluación —. Por cierto — sus ojos conectan con los míos —, cómo estás con lo que te pasé, sabes que si tienes alguna duda puedes hablarlo conmigo.

Hablé con él hace un tiempo sobre mi crisis de no saber qué estudiar, fue el único que me escucho en verdad, ambos buscamos varias opciones, me hizo hacer tests y hasta lo último me habló de su carrera, lo que él está estudiado, abogacía. Me habló con tanta pasión sobre ella que le tuve envidia y pensé, si él habla así sobre lo que es ser un abogado, por qué yo no le puedo agarrar el mismo amor.

—Voy bien, además en mi nuevo empleo tengo a mano cientos de esos libros.

—¿Te contrataron? — pregunta Carlos sorprendido. A ver, su sorpresa me ofendió un poco.

—Sí. Y antes que me pregunten, no es un lugar donde la vajilla esté en peligro de muerte. Trabajo en una biblioteca.

—¿Felicidades? — dice Claudia —. Debe ser tedioso y aburrido.

—Todo lo contario, me siento cómoda allí. Y mi jefa es todo un amor.

—Entonces, ¡Salud! — dice Carlos levantando su vaso con cerveza —. Por Summer y su nuevo empleo.

—Ya que no va a la universidad... — escucho el murmuro de Luz mientras chocamos con nuestros vasos.

La noche sigue tranquila en las horas que estuvimos ahí conversamos y pediendo bebidas. Yo solo me tomé mi vaso de cerveza y luego pedí refrescos. Mañana trabajo y no quiero caer con resaca a la biblioteca. Marta apenas me conoce y no quiero que crea que soy un tarro sin fondo en cuanto a alcohol se refiere.

Con Luz nos vamos como vinimos, en taxi. Lo hacemos en silencio, supongo que cada una metida en sus pensamientos.

Ella viene molesta, la razón aun no la sé. Tampoco voy a preguntarle ahora, ella es de esas personas que no se controlan cuando su temperamento no es bueno y sé que, si le pregunto, su respuesta no me gustará.

Luz es igual a mi tía. Ella tampoco sabe cómo calmarse cuando algo le disgusta.




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