Hasta Que Lo Efímero Se Acabe

Capítulo diecisiete/ Dos veces en un día.

Summer.

Al entrar solo encuentro a las chicas conversando.

—Es lindo, pero abusas de el. — le dice Amber a Alison.

—Nunca se es demasiado.

Alison me mira cuando me siento en el sofá.

—¿Te gusta el rosa, Summer?

—Sí, es lindo. No tengo nada en contra.

—¿Ves? — mira a Amber —. Eres tú la obsesionada con el color vino.

De hecho, es verdad, lo que trae puesto Amber es todo color vino.

—Hace resaltar mi color de pelo. — se defiende.

—Pues, yo creo que todos los colores son hermosos. — dice Kate —. Y cada una es libre de abusar de ellos si así le gusta.

Asiento en acuerdo justo cuando entran los chicos con vasos, dejándolos en la mesita. El último en aparecer es Teo con las cajas de pizza en manos.

Huele delicioso. Pero no puedo ser la primera en sacar una porción, por educación, supongo.

En la disputa por ver una película gana Thomas y vemos El Capitán América. Ninguno se queda callado durante la película y es en verdad frustrante porque no me puedo concentrar, solo se callaron cuando las chicas los amenazaron y les tiraron almohadazos.

Cuando el silencio por fin reinó pude disfrutar de la película, pero tú cuerpo funciona en automático cuando sientes que alguien te está observando. Es por eso que por inercia busco a esa persona y cuando mis ojos se topan con los de Teo, este mira rápidamente la pantalla del televisor.

Yo me controlo, porque varias veces he querido mirarlo. Pero como me conozco seguro pareceré una acosadora, así que me abstengo de hacerlo.

Cuando la película termina, varios de nosotros nos estiramos por estar tanto tiempo sentados.

—¿Qué hacemos ahora? — pregunta Amber.

—Yo debo irme. — creo que ya conviví demasiado tiempo en la vida de Teo.

—¿En verdad? — pregunta Jack —. Si quieren podemos ir al parque a dar una vuelta. — iba a responderle, pero Charlie me interrumpe.

—Y si lo que te preocupa es en cómo ir a tu casa, Teo te puede llevar.

Y quedé atrapada porque es la excusa que iba a poner para salir de allí.

Siento que Teo está incomodo con la situación de que yo esté aqui. Es por eso que ante cualquier pregunta mi instinto es mirarlo a él.

Y como la última vez, solo me mira y luego de un rato asiente con su cabeza.

Con esas ganas saltaría por la ventana en vez de bajar por el ascensor.

—¡Vamos! — Kate corre hacia la puerta.

Todos la seguimos y bajamos directo al parque.

Es más bonito de noche, más romántico. Al parecer las parejas usan este sitio para juntarse y enamorarse más. Y los odio porque me hacen recordar lo sóla que me encuentro en cuanto a lo romántico. E incluso, en los puntos más oscuros puedo ver las siluetas de las parejas dándose besos más... fogosos.

—Hace meses que no salíamos a caminar por aquí. — dice Thomas.

—Es un muy lindo. — opino.

—Lo es. — afirma Jack —. Teníamos noches en las que hacíamos picnics. Pero luego nos sentimos mal por Teo porque él no tiene pareja y lo dejábamos sólo.

—Eso no es cierto. — se defiende el mencionado y yo suelto una leve risita.

—No hacíamos solo picnics. — habla Charlie —. Si no tenemos mucho trabajo en la empresa venimos a jugar futbol aquí.

—O cuando aquella noche vinimos con las chicas y las correteamos por todo el parque...

La voz de Thomas se iba apagando con las últimas palabras y los chicos se sumergieron en una conversación de miradas muy privada, donde sus caras cada vez se hacen más maliciosas.

En un momento estoy sola sin entender nada y al segundo tengo a las chicas amontonas a mi lado con... ¿miedo?

Miro a los chicos de vuelta y tienen una sonrisa que me pone en alerta.

—Lo harán de nuevo. — dice Amber en voz baja.

—¿Harán qué? — esto es muy extraño y ya me está dando miedo. Se veían personas muy normales.

—¿Quieren jugar? — pregunta Charlie frotándose las manos. Mientras ellos dan un paso adelante nosotras retrocedemos, ya todas nos abrazamos como si eso nos fuera a proteger.

—No es gracioso. — dice Alison.

—¿Teo? — él me sonríe y es una sonrisa muy hermosa, pero ahora no entiendo nada.

—Vamos a tener que correr. — susurra Kate.

—¿Qué?

—¡¡Corre!! — me gritan las tres y salen corriendo en diferentes direcciones.

Ah, mierda.

No lo pienso ni dos veces y les hago caso.

Esto de hacer ejercicio solo un mes al año y luego dejar no ayuda en nada. Siento que mis piernas queman con cada paso que doy.

Me pierdo más en el parque y esquivo personas y también a sus miradas de desconcierto. Ni yo sé de lo que estoy escapando, pero miedo da.

Un momento...

¿De qué huyo? Si yo no tengo novio, ellas sí.

Pero al girar comienzo a correr más rápido.

Carajo.

Dios, ¿por qué hiciste una diferencia tan grande en cuanto a estatura en las personas?

Diez pasos míos es solo uno de Teo. Y lo compruebo cuando de la nada siento unos brazos envolver mi cintura y elevarme al aire.

Escucho su risa y su aliento choca en mi oreja. Un escalofrío recorre toda mi columna.

—Te atrapé.

Me atrapó. Lo hizo.

—¡Sí, sí! Me rindo.

Sus brazos aflojan su agarre en mi cintura y con cuidado me deja sobre el suelo. Ambos respiramos desesperadamente en busca de aire luego de haber corrido.

Me gusta que sonría, se ve más natural, más relajado.

—No eres tan lenta para alguien que no hace ejercicio. — abro la boca, ofendida.

—¿Cómo sabes que no hago ejercicio?

—Sumer, te agitas solo con subir la escalera de la biblioteca. — eso es cierto.

—Pues, tú no eres tan lento para alguien de tu edad.

Creo que se ofendió.

Enarca ambas cejas y me mira como si yo fuera su reto a cumplir.

De nuevo esto me está dando miedo.

Con pasos lentos pero largos se va acercando a mí.

—Lo que dije fue un chiste. — doy pasos hacia atrás.

—¿Tienes cosquillas, Summer?




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