Hasta que lo Olvide

Capítulo 2

CLÁUSULA OCHO

Issia

—Issia —llamó Cameron, al mismo tiempo que chasqueaba sus dedos frente a mi rostro—. ¿Qué te sucede hoy?

Deje de lado el libro que fingía leer y traté de poner mi atención en ella.

—Sólo pensaba —dije— Tengo muchas cosas en la cabeza.

—De eso puedo darme cuenta —bromeó—. ¿Qué te tiene tan pensativa? ¿El chico misterioso del bar?

Rodé los ojos ante la mención de aquel tipo. De haber sabido que no dejaría de sacarlo a colación cada que podía, mejor no hubiera dicho nada el domingo por la tarde, cuando después de leer mi mensaje de la noche anterior, se presentó ante mi puerta exigiendo respuestas que yo no quería dar, pero termine diciendo.

—Ya te dije que no, ¿Hasta cuando vas a seguir molestando con eso? —investigué, sin poder encontrarle sentido a su insistencia.

Estaba comenzando a exasperarme más de lo necesario.

Hasta que lo olvides —bromeó, de nuevo, a lo que yo entorne los ojos en su dirección—. Bien. Bien. Dejaré de hacerlo, solo si prometes que la próxima vez que lo veas, le preguntarás su nombre —negoció, por lo que terminé lanzando una pequeña risa, sin ningún tipo de sentimiento más que sarcasmo.

—¿Para que quiero su nombre? —Musité con el mismo tono lleno de irritación—. ¿No quieres que también te consiga su número, su dirección y el número de hijos que desea tener? —Declaré, con un tono entre fastidio y sarcasmo —ni siquiera sabía que se podían combinar ambas —pero así se sentía.

Cameron lanzó una pequeña carcajada, antes de tomar el sorbete de su refresco y llevarlo a su boca, para beber. Luego volvió a hablar y yo deseé tener una cinta adhesiva a la mano para callarla.

—Porque se que te mueres de la curiosidad —explicó, sin sacar el artefacto de plástico de su boca, mientras una sonrisa se asomaba por sus labios pintados de color morado —. Y por lo otro, tranquila que con el nombre y el apellido, bien puedo investigar si quiero, hasta cuantas veces va a al baño y cuantos litros de agua consume al día —enfatizó, conociendo bien su poder sobre la investigación. Incluso yo me asustaba de ese don o quizás maldición que poseía.

Negué con la cabeza, sin agregar nada más, sin abrir la boca para negociar con ella. Al contrario traté nuevamente de leer mi libro, sin embargo, por más que quería, no lograba concentrarme. Mi amiga de cabello castaño oscuro con las puntas claras, tenia razón, yo me moría por conocer el nombre de aquel chico que se había atrevido a meter la cabeza en donde no le importaba.

"Tu necesidad y falta de amor son las únicas que quieren averiguar acerca de ese hombre". Expresó la voz que decía llamarse conciencia, pero yo sabía que solo eran chorradas, porque de ninguna forma quería volver a involucrarme con aquel tipo, que aunque muy atento y casi caballeroso, también parecía un completo idiota.

Por otro lado estaba segura que lo único que me molestaba más que su falta de tacto, es que haya podido desarmarme tan rápido. Lancé un pequeño suspiro, porque era cierto, porque me encabronaba que estuviera pendiente de lo que hacía, porque de seguro era de aquellos que hablaba y se burlaba de mí por lo patética y poco valorada que parecía, y que en el fondo era.

—Quizás debería dejar ya la lista —espeté luego de esos largos minutos de silencio—. Presiento que solo me traerá más problemas. —la mirada de Cameron, dejó el archivo que leía y se posó directamente en mis ojos, tanto que incluso me sentía intimidada. Pero esta vez, quería verme decidida y segura, aunque me sintiera como todo lo contrario.

Era la primera buena decisión que iba a tomar luego de tanto tiempo.

—No —pronunció—. Te recuerdo que tu firmaste un contrato y la cláusula número siete, específica que solo podrás abandonar la lista, si una persona en cuestión —ósea yo —, logra verificar que has olvidado a tu ex novio y no cometerás ninguna idiotez, como...

—Se lo que dice esa cláusula —la interrumpí, porque me ponía ansiosa el solo escuchar como terminaba aquella oración, porque no quería recordar ese oscuro agujero en el que estuve por meses.

—Bien, entonces sabes que aún no puedes abandonar la lista —confirmó, ahora metiendo un trozo de sandía a sus labios. —A sólo que lo hagas por la cláusula ocho —elevó ambas cejas y de inmediato elevé los ojos al cielo, no sólo por lo que había dicho, también por decirlo con la boca repleta de comida.

—Lo hago por Patrick, presiento...— mi discurso fue interrumpido, cuando Cameron comenzó a atragantarse con la sandía que estaba engullendo. Me levanté de mi lugar para intentar ayudarla, sin embargo escupió el trozo, antes que yo incluso pudiera moverme de donde estaba. La observé preocupada, pero ella tan sólo se aclaró la garganta como si nada.

—Mierda—musitó, al tiempo que pasaba una servilleta alrededor de su boca —. ¡No lo puedo creer!—expresó, elevando los brazos; entorne una ceja sin poder evitar la confusión en mi rostro. ¿Ahora que le había picado? —. ¿Por qué no me dijiste que estabas sintiendo cosas por Patrick? Aunque siendo sincera, yo también ocultaría mis sentimientos si fuese él quien se robara mis suspiros. Tampoco no me sorprende, ¿sabes? Desde hace mucho que ya sospechaba que entre ustedes dos había algo...

Ahora fue mi turno de ahogarme con saliva, ¿Qué estaba diciendo? Yo jamás. ¡Jamás! Podría sentir algo por Patrick, era casi como mi hermano. Que horror.

El incesto no iba conmigo

Definitivamente, no.

—No me gusta Patrick—la interrumpí —. ¿Cómo se te ocurre que podría gustar de mi mejor amigo? Ni que esto fuera un libro cliché — expresé con el entrecejo completamente arrugado y la indignación haciendo acto de presencia en mi voz.

—¡Gracias a Dios! —expresó, ahora mostrando una enorme sonrisa en su rostro —. Por un momento, creí que tendría que soportarlo, más de lo que ya lo hago —agregó, dando a entender lo poco —casi nada— que se soportaban ambos.




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