Hasta que lo Olvide

Capítulo 13

La persona que no era

Issia

¿Qué si estaba enojada? Claro que si

¿Indignada? Quizás solo un poco.

¿Con ganas de arrancarle la cabeza a alguien? Vaya que si.

¿Decepcionada? Hasta la médula.

De todas las personas que últimamente me rodeaban, la última que creí que terminaría por decirme que era una basura, sería él.

Yo se que mis actitudes dejaban en claro que poco a poco estaba perdiendo mi esencia, pero nada pude hacer. Nada desde que las amenazas de Tayler comenzaron a llegar a otros niveles.

Desde hace dos semanas mi vida era peor que un infierno y lo peor de todo era no tener con quien contarlo, era no tener con quien desahogarme o incluso con quien rematar para sacar todo lo que estaba conteniendo. Estaba siendo manipulada peor que una marioneta, era peor que una "muñeca". Yo en estos momentos hasta sentía que valía menos que eso.

Tan solo recordar como me vieron esos dos pares de ojos azules, como me estudiaron aquella noche en el elevador; como no se dio el tiempo de llegar hasta mi, después de esperar por quien sabe cuanto tiempo. Solo de recordar ese dolor que sentí por no poder ni siquiera decirle que yo no valía la pena, que era mejor que se fuera. Por no poder mostrarle las marcas que me dejaron las manos de Tayler en los brazos después de intentar escapar con Patrick desde el bar hasta el apartamento. De no poder gritarle que el hecho de que estuviera en el mismo lugar que yo, le daba razones a ese prepotente para conocer mis puntos débiles. Le daba nuevas razones para enfrentarlo.

Me parecía el acto más estúpido de todos, ese de ver como yo era casi un premio. Era como si fuera el dinero que se llevan después de cada partida de cartas.

No hacía falta que me preguntará en que momento sucedió esto, o en que momento comencé a anhelar la presencia de Collins en mi vida, porque tenía en claro que mi martirio inicio hace una semana: Exactamente el día en que llegué al bar por un cita y terminé siendo la carnada de una sucia jugada.

Una semanas antes

Las manos de Tayler presionaron fuertemente mis brazos (justo sobre el lugar en el que estaban aquellas marcas que él mismo hizo la semana pasada). Estampó mi cuerpo sobre la pared del baño y me dejó sin ninguna escapatoria.

Lo observé con la mirada fría, con la misma que le hice desde que vi que comenzaba a acercarse a mí, después de que le dijera a sus hombres que me negaba a hablar nuevamente con él. Sin embargo no podía disimular lo asustada que estaba, lo temerosa que me colocaba esta situación y lo estúpida que me hacía sentir el no poder defenderme ni un poco.

Sus ojos estudiaban mi cuerpo, me veían decididos, sin ninguna clase de discreción. Me sentí asqueada, tanto que escupí su rostro sin miedo a su siguiente movimiento, todo con tal de intentar buscar una escapatoria que tristemente no llegó. Su reacción no me tomó por sorpresa, cuando después de limpiarse con el dorso de la mano, con está misma jaló mi cabello de una manera tan brusca que provocó que un pequeño grito se me escapará desde el fondo de mi garganta, justo antes de que mi cabeza rebotará con el material de concreto tras de mí.

Eso no fue nada a comparación con lo que me dolieron sus palabras. Sus acciones, todo lo que me obligaba a pasar.

—¡Ya déjame!—grité con la voz rota, mientras intentaba golpearle los brazos con los puños, para que me soltara.

—Tu no entiendes, ¿cierto?— Tomó mi rostro con una de sus manos—. De ahora en adelante tu harás lo que yo diga, ya sea a las buenas o las malas.

—Y tu, no entiendes que no soy juguete de nadie. ¡Maldita sea! ¡Suéltame!

Mis manos presionaron nuevamente sus brazos cubiertos por una camisa celeste de manga larga. Y aunque trataba que mis movimientos fueron fuertes, a él parecían no provocarle pero ni si quiera cosquillas.

—No importa cuanto quieras defenderte o escapar de mí, de cualquier forma no te saldrás con la tuya.

Después de esas palabras, decidió soltarme y dar un paso atrás. Yo no me moví pero ni dos pasos, lo observaba mirarme con vanidad, estudiaba mi cuerpo como si se tratase de una tarea.

—Por hoy puedes irte, ya obtuve lo que quise.

Lo observé salir del baño mientras se arreglaba su camisa. No comprendí sus palabras, hasta que después de lavarme la cara y arreglarme el cabello, salí también con rumbo a la mesa en la que antes estaba, para buscar mis cosas.

Las respuestas a mis preguntas, llegaron en cuanto me tropecé con un tipo ebrio que empujó mi cuerpo y me hizo dar un paso en falso, justo frente a un cuerpo que aunque no quisiera, conocía bien. Subí la vista con la esperanza de conseguir alguna clase de alivio, sin embargo esta en lugar de regocijarme, su mirada ni si siquiera llegó. Me esquivó como si fuera una chica más, como si las palabras de aquel sábado cuando me devolvió el celular, nunca hubieran existido.

Yo sabía que ambos no éramos nada, que ni siquiera tenía porque sentirme así; no nos conocíamos, solo éramos dos desconocidos con un par de encuentros en común, pero ¿por qué esa sensación no se iba de mi pecho? ¿por qué su desplante me dolió tanto? ¿por qué no podía calmar a mi corazón?

¿Por qué? ¡Maldita sea! ¡¿por qué?!

Esa noche me sentí devastada y aunque no lo quería aceptar, fue más por como me ignoró Collins y no por las acciones de Tayler.

.....

Por lo que restó de aquella semana, tuve que soportar las estúpidas maneras de aparecerse de Tayler cuando menos lo esperaba. Tuve que mentirle a Cameron y a Patrick. Tuve que fingir que todo estaba bien, que la asquerosa parte de mi vida por la que estaba pasando no me lastimaba, no me destruía.

Pero aún cuando eso pasaba, tenía que defender a los míos. Si ellos hacían eso por mí, yo también lo haría. Lo seguiría haciendo, porque era algo que mi madre me dijo una vez:




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