Capítulo dedicado a Anna Ro
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Respiro profundo y continúo la lectura:
¿Recuerdas tu primer beso?
No el que nos dimos el día en que te pedí que fueras mi novia, sino el que compartiste con él.
Supongo que sí te acuerdas, es decir, las chicas nunca olvidan ese tipo de cosas, ¿no? El punto es que yo sí lo recuerdo. Ese día salí de la escuela un poco más tarde, pero justo a tiempo para verlos salir huyendo mientras un grupo de matones los perseguían.
Honestamente, no sé qué estaba pensando realmente cuando decidí seguirlos. Es decir, lo más lógico habría sido llamar a la policía o a algún adulto, pero no; solo corrí detrás de ustedes y respiré aliviado cuando sus perseguidores los perdieron. Ellos desistieron, pero yo no; me conocía la zona muy bien, así que seguí mi búsqueda hasta que los vi. Justo en el instante en que sus labios se tocaron.
Tengo que reconocer que mi pobre corazón se detuvo unos segundos para luego doler como nunca antes. Me sentí traicionado por mi hermano, mi mejor amigo, y la chica que me gustaba. Me fui a casa enojado con el mundo, pero con el paso de las horas y los pensamientos dando vueltas en mi mente sin descanso, me di cuenta de algo. Noah no me había traicionado porque él no conocía mis sentimientos.
Siempre creí que era yo el que te gustaba. O sea, sé que vuestra relación había mejorado bastante, pero el deporte favorito de mi gemelo era molestarte. Te sacaba de quicio con absoluta facilidad y, por lo general, yo te arrancaba sonrisas, así que estaba convencido de que yo te gustaba tanto como tú a mí.
Ese día mi seguridad cambió y el miedo me embargó. No podía dejar de pensar en que no habías apartado a Noah cuando te besó; eso me decía que, a lo mejor, quien te gustaba era él y yo no era más que tu mejor amigo. También estaba la opción de que te hubieras sorprendido, de que no hayas sabido reaccionar ante el momento, pero si hay algo de lo que soy consciente es del encanto misterioso de mi hermano que atrae a las chicas como abejas a la miel. Si él no te gustaba, estaba seguro de que en algún momento sucedería.
Así que decidí hablar con él.
Estaba nervioso y no sabía qué hacer realmente. Él se había encerrado en su habitación desde que había regresado a casa y no fue hasta luego de la cena que pudimos conversar y fue porque me colé en su habitación.
Estuvimos en silencio no sé por cuanto tiempo mientras una corriente tensa se movía a nuestro alrededor; por mi parte, por no saber cómo abordar la conversación; por la de él, en ese entonces, no estaba tan seguro…
Quería saber si él sentía algo por ti, pero no sabía cómo preguntarlo directamente y, por la forma en que su boca se abría varias veces para decir algo y no emitía sonido alguno, sé que él también estaba luchando por hablar.
Siendo un chico de solo catorce años, no entendía mucho de la vida, pero conocía a Noah Smith tanto como a mí mismo, así que no sé si fue la rigidez de su cuerpo, la intensidad de su mirada o cómo su atención se desviaba de vez en cuando hacia la ventana desde donde se podía ver tu habitación, pero supe con absoluta certeza lo que quería decir.
Ese beso había significado para él mucho más de lo que a mí me habría gustado saber. Estaba absolutamente convencido de que mi hermano sentía cosas fuertes por ti y me asusté. Más de lo que ya estaba, por supuesto.
Sé que es estúpido y cobarde achacarle mis acciones al miedo, pero estoy convencido de que fue ese desagradable sentimiento el que provocó las palabras que destrozaron el mundo de mi alma gemela.
—Me gusta April —dije sin más y un nudo se asentó en mi estómago al ver cómo sus ojos se abrieron de par en par, para luego fruncir el ceño y, por último, destensar sus hombros. Tres emociones claras: sorpresa, confusión y resignación.
Una vez me dijiste que era la mejor persona que habías conocido, pero ese día me sentí como la peor. Fui un egoísta y me arrepiento como no te puedes imaginar.
—¿Desde cuándo? —preguntó.
—Desde el cubo de agua que me lanzó pensando que yo era tú.
En otras palabras, desde que nos conocimos.
Asintió con la cabeza, pero no dijo nada y te lo juro, April, por mi propio hermano, que en ese momento quise no haber dicho nada. Había dolor en su mirada. Joder, es que sentí como que yo mismo lo había traicionado y eso me partió el alma. Así que decidí darle una oportunidad; hablar directamente con él y dar un paso atrás si él admitía sus sentimientos.
—Vi lo que sucedió en el callejón —dije, cambiando el peso de mi cuerpo de un pie al otro, sin ser capaz de mirarlo—. El beso, me refiero.