Hasta que nos volvamos a ver (próximamente en Físico)

11. Fui feliz gracias a ti

Capítulo dedicado a mi prima bella Emmarys

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Hola, pulgarcita.

Han pasado cerca de dos meses desde la última vez que te escribí. Pido disculpas, pero la depresión es una perra que cuando te alcanza no te suelta. Han sido días difíciles, con dolores en todo el cuerpo, sin ánimos de nada, llorando por cualquier tontería.

¡Dios!, esos medicamentos son de armas tomar. Me han convertido en un muñeco sin alma, sin ganas de vivir y es de lo peor.

Hoy no es que me sienta mucho mejor que los días anteriores, pero he sacado ganas de dónde no tengo, para darte una buena noticia. Todo parece indicar que este suplicio vale la pena, estoy respondiendo bien al tratamiento y los médicos creen que en un par de semanas pueda salir del hospital.

La medicación seguirá, por supuesto. Esa sopa de pastillas que me tomo a diario me acompañará hasta el fin de mis días, pero, al menos, esos sueros que me hacen desear vomitar la vida, desaparecerán por un tiempo. Estoy un poco entusiasmado al respecto.

Luego del almuerzo estuve hablando con Noah. Él me preguntó, con toda la emoción que una noticia como esta puede dar, qué me apetecía hacer con mi vida una vez pusiera un pie fuera de este lugar. Honestamente, no supe qué contestar porque, aunque accedí al tratamiento, no me permití tener esperanzas, así la decepción no dolería tanto.

—¿Qué tal si regresamos a Andarsa? —preguntó de la nada y nuestras miradas se encontraron.

Tengo que admitir que la idea de verte hizo que mi corazón aleteara como un loco. Dios sabe que daría cualquier cosa por volver a ver tu sonrisa, por probar tus labios una vez más; por abrazarte y decirte lo mucho que te amo; sin embargo, sabía que eso ya no era posible.

—April me odia —dije, recordando tus palabras—. No querrá volver a verme y, aunque no fuese así, no sería justo para ella—. Tragué saliva y bajo su atenta mirada, respiré profundo—. Decidimos mudarnos para ahorrarle todo el sufrimiento de mi enfermedad; no quería que me viera como vimos a papá mientras estuvo enfermo; no quería que sufriera mi muerte.

»Han pasado meses desde que partimos, ella debe estar superando nuestra ausencia. No sería justo regresar ahora, poner su mundo de cabezas y, ¿todo para qué? ¿Para volver a marcharnos cuando la enfermedad decida que ya me concedió suficiente tiempo extra? ¿O para que me vea morir? No, gracias, prefiero que las cosas se queden como están.

—Mereces ser feliz, Nath.

Sonreí con tristeza.

En otras palabras, merezco ser feliz antes de morir.

—He sido más feliz de lo que cualquier chico de mi edad lo será jamás, Noah. Considero que he vivido una buena vida. No voy a regresar.

Asintió con la cabeza y, aunque sabía que no estaba de acuerdo conmigo, no dijo nada, limitándose a centrar su atención en el jugueteo nervioso de sus dedos sobre su regazo.

—Pero tú sí puedes volver.

Noah levantó la cabeza con tanta rapidez, que me sorprendió que no se hubiese roto algo.

—No.

—Noah…

—He dicho que no.

Suspiré profundo.

—Cuando yo ya no esté…

—¡No! —gritó, interrumpiendo mis palabras.

Con una mirada furibunda, se inclinó hacia el frente.

—Dije que no, ni ahora, ni cuando tú…

No terminó la frase, no pudo. Solo tragó saliva y se apoyó nuevamente sobre el espaldar de la butaca, mientras todo el enojo en su rostro era reemplazado por la tristeza.

—Puedes, decirlo, ¿sabes? Cuando yo ya no esté, cuando yo muera… No decir las palabras, no hará que cambie mi destino.

Suspiró profundo, señal de que esta conversación ya lo estaba cansando.

—Si regreso, terminaré contándole lo que sucede y ella moverá cielo, mar y tierra hasta encontrarte, lo sabes. Y si lo hago cuando tú ya no estés, —Las últimas tres palabras salen rotas, pero se obliga a continuar—, tendría que contarle lo que sucedió y, como tú dices, no sería justo para ella. Así que no, no regresaré a Andarsa; al menos no sin ti.

—Ok —cedí.

No quería seguir forzándolo, pero tampoco pensaba dejar las cosas ahí. Me gustaría que él regrese a Andarsa, aunque sea cuando yo ya no esté; pero no para contarte las cosas tristes, sino para que pueda sanar su alma e intentar tener contigo la oportunidad que yo le arrebaté.




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