Dedicado a Claudia Leonor Castillo
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Vuelvo a pasar la hoja y lo primero que noto es que su bien cuidada caligrafía, parece un poco forzada, tal vez temblorosa, como si escribir le hubiese costado horrores y eso hace que mi corazón duela aún más.
Hola, de nuevo.
Hace dos meses que no te escribo. Tiendo a olvidar la existencia de estos cuadernos y no es hasta que alguien me los recuerda que los vuelvo a leer. Honestamente, tampoco he tenido muchas ganas de nada. La medicación es un asco y cada día me siento peor. El cuerpo me pesa, siento las articulaciones un poco rígidas y el apetito me ha abandonado hace mucho.
He escuchado que, debido a la terapia a la que me sometí y por la que pude disfrutar de un tiempo más de vida, ahora la enfermedad avanza con mayor rapidez, como si quisiera recuperar los años que me concedió.
Voy hacia atrás a una velocidad sorprendente, pero no puedo pedir más. Por lo que sé, disfruté mucho recorrer el mundo junto a mi hermano y supongo que eso es más que suficiente.
Ay, pulgarcita, no te recuerdo, pero no sabes cuánto me gustaría hacerlo. Fundamentalmente hoy, luego de escuchar llorar a ese chico que dice ser mi gemelo y que sé que es verdad porque tiene mi mismo rostro.
Esta vez no puedo evitar el gemido por más que muerdo mis nudillos para contenerlo. Las lágrimas corren sin control nublando mi vista y empapando las páginas blancas al saber que olvidó a su hermano. A ese ser que lo quiso y lo protegió como nadie en el mundo. No puedo ni imaginar lo que supuso para el hombre sentado a mi lado.
Siento su mano posarse sobre mi espalda y acariciarla con lentitud a modo de consuelo. Por un segundo pienso que va a decir algo, pero no lo hace. Me permite vivir mi dolor porque sabe, al igual que yo, que la vida de Nathan está llegando a su final.
Vuelvo a centrarme en su tambaleante caligrafía.
Esta mañana cuando desperté, él estaba sentado en la butaca al lado de mi cama leyendo un libro. Me acomodé sobre el colchón y él levantó la vista y me dedicó una sonrisa. Fue una experiencia un poco extrasensorial ver mi rostro en una persona frente a mí. Tenía ojeras gigantes y era evidente que la máquina de afeitar y él no se visitaban mucho últimamente, pero seguían siendo mis ojos, mis mismas fracciones.
Me sorprendí y me asusté. Mis primeras palabras fueron: "¿Quién eres?", y la sonrisa en su rostro desapareció.
Sin decir una palabra salió de la habitación y segundos después regresó con el doctor. A él sí lo reconocí, fue duro darme cuenta de eso. Me presentó a mi hermano como si hubiésemos estado separados toda la vida y nos encontráramos ahora por primera vez.
Yo me quedé quieto sin decir nada, solo mirándolo y puede ver cómo sus ojos se llenaban de lágrimas antes de dar la media vuelta y salir de la habitación. No llegó muy lejos antes de romper a llorar porque, antes de que la puerta se cerrara completamente, escuché su gemido desgarrador y eso rompió mi corazón.
He leído los cuadernos. Sé de nuestras aventuras, de cómo me cuidó y me amó más que a nadie en el mundo y tengo la sensación de que es la última persona que me habría gustado olvidar.
No sé qué hacer ahora; no quiero ser testigo del daño que le estoy haciendo. Debería morir de una puta vez y ya.
Me pregunto si le dije suficientes veces que lo quería. Espero que sí...
Oh, joder.