Hasta que se acabe el invierno

Prólogo

Me deslizo hacia el centro de la pista entre el espeso silencio y los susurros que se comparten en las grandes graderías.

Me detengo en mi punto de partida y levanto la mirada hacia el frente, donde hay varios entrenadores junto a sus competidores. Las miradas de pena y compasión no tardan en llegar, lo cual no me sorprende. Intenté mantenerlo todo bajo control para que esto no llegara a pasar, pero al parecer la noticia sobre lo que pasó llegó a los oídos de los mejores entrenadores, tomándolo como ventaja para que sus estudiantes estuvieran a un mejor nivel competitivo del que tengo yo ahora.

Cierro los ojos, buscando una calma que controle los nervios que siento en mi interior. Respiro profundo formando una sonrisa falsa y colocándome en mi posición inicial. Cada músculo de mi cuerpo me manda una corriente eléctrica por toda mi piel como recordatorio de que no estoy lista para patinar, sin embargo, aquí estoy, y ni las cicatrices que siguen sanando debajo del traje rojo que llevo puesto me van a impedir que me arrebaten lo único bueno que me queda en la vida.

El dolor físico que siento en este momento no se compara con el dolor emocional que me ha acompañado durante días. La decepción que ha abarcado y consumido cada parte de mi felicidad y brillo no ha desaparecido, ni creo que lo haga muy pronto.

Sé con certeza que ese espacio de la gradería está vacío, sin embargo, mis ojos necesitan comprobarlo para obtener la última respuesta que necesito.

Después de unos segundos veo como las luces bajan su intensidad y el sonido se prepara para salir.

La música empieza a sonar y yo levanto la mirada del hielo hacia el frente, empezando mi coreografía con una sonrisa fingida, expresando que todo está bien, cuando verdaderamente es todo lo contrario.

Me deslizo sobre la pista y en un movimiento llevo rápidamente la mirada hacia la gradería, confirmando mi certeza anterior.

Entre giros y saltos siento como el corazón roto que porto ahora, ni siquiera siente emoción alguna que expresar. Él se encargo de que eso pasara y lo mínimo que esperaba como último acto, era su presencia en señal de apoyo en una de las cosas más importantes de mi vida, pero ni se molestó en aparecer.

Tres cosas tengo claras ahora. Mi vida no será la misma llena de color que solía llevar, la competencia no será más que una pérdida de tiempo y decepción para mí y las personas que me rodean, y el nombre de Alexander Brown no tendrá ninguna importancia de ahora en adelante en mi vida.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.