Haunter 2 - El Corazón del Cazador

Planes de Batalla

—¿Cuánto tiempo? —le pregunté a Amy cuando salíamos de la sala de emergencias.

—Tres o cuatro semanas. Quiero confirmarlo con mi médico mañana a primera hora.

La ayudé a subir al auto y le abroché el cinturón de seguridad.

—¡Mierda, Fran! ¿Qué carajos está pasando? —masculló cuando me senté tras el volante.

—¿Tú me lo preguntas? —Salí del estacionamiento en reversa y bajé a la calle—. ¿Por qué quisiste venir a la mansión así, de la nada? Habíamos desayunado juntas y ni lo mencionaste.

Ella meneó la cabeza, ceñuda. —No lo sé. Cuando pasaste a despedirte, sentí con intensidad que tenía que venir contigo. Hace mucho que dejé de cuestionar esos impulsos, así que simplemente lo seguí.

—Como si hubieras sabido que te necesitaríamos —murmuré.

Sonó mi teléfono, porque al Cazador supremo no le gustaba que lo dejen esperando. Lo desbloqueé y se lo tendí a Amy, que lo acomodó en el soporte en el medio del panel. Por supuesto que era facetime, porque al Cazador supremo sí le gustaban las cámaras.

Eché una mirada rápida a la pantalla cuando Amy atendió y vi que estaba conduciendo, como yo. Seguramente volviendo a casa después que le arruinara la cita. Otra Barbie a la que le debía una disculpa. Apreté los dientes, y mantuve la vista en el camino y la boca cerrada.

—Háblame, Amy —dijo, al verla en pantalla.

—Es una mujer en un vestido o camisón blanco, largo. Es blanca, cabello oscuro, ojos oscuros. Y está bien cabreada.

—¿Tienes idea de dónde mierda apareció?

—No. Fran descubrió que habla francés, así que tenemos que ver si le dijo algo a Lizzie.

—¿Francés?

—Sí.

—Fran dijo que intentaste cruzarla y no pudiste.

—Sí. A veces a los espíritus les cuesta encontrar la luz por sí mismos. Entonces, los médiums abrimos como un portal, para mostrarles dónde está la luz y que les resulte más sencillo cruzar. Pero no pude abrirlo para ella.

—¿Alguna vez te había fallado antes?

—Jamás. La última vez que lo hice fue hace un mes, para Ann Marie.

—¿Estás segura que lo cerraste correctamente después que ella cruzó? ¿Esté espíritu podría haber caído o cruzado a nuestro plano por ese portal?

—De ninguna manera. Conozco mi oficio, Brandon. Lo cerré como si nunca hubiera sido abierto.

—Pero tiene que estar relacionado —insistió él—. ¿El espíritu de una mujer se va, y sólo cuatro semanas después aparece otro espíritu de mujer? Demasiada coincidencia.

Aminoré la velocidad un poco para intercambiar una mirada suspicaz con Amy.

—Así que no saben nada.

—No. Con suerte, Lizzie habrá averiguado algo.

—Si este espíritu pertenece a la familia Blotter, podría haber algo más en marcha.

—¿Algo cómo qué? —intervine—. ¿Te refieres a una maldición o algo así?

—¿Tal vez? Tal vez no están aquí por propia voluntad. ¿Alguna vez hablaron con ellos de eso? O sea, sobre por qué regresaron a la mansión.

—Porque querían —repliqué de inmediato—. Los que no murieron en la mansión, murieron deseando haber podido regresar por última vez.

—¿Qué tienes en mente, Brandon? —inquirió Amy.

—¿Algo que mantiene estable la población de espíritus?

—¿Es posible? —pregunté.

—Sí —asintió ceñuda—. Mierda. Tengo un mal presentimiento.

—Bien, así que antes que nada, precisamos averiguar quién es esta mujer. Pero entre tanto, también precisamos contenerla —tercié—. ¿Conocen algún método efectivo que no sea una cadena como la de Kujo?

—No tengo idea —respondió Brandon.

—Yo sé un método. No puedo hacerlo con un solo brazo bueno, pero puedo ayudarte a que tú lo hagas, Fran.

—Bien. Entonces la contenemos y averiguamos quién es. ¿Te parece un buen plan, Brandon?

—Sí, al menos hasta que averigüemos cómo llegó a la mansión.

—Perfecto. Te mantendremos al tanto.

Corté y Amy me enfrentó desconcertada.

—¿Por qué le cortaste así?

—Porque quiere venir y yo no quiero que venga.

—¿Por qué no? Podría ser de gran ayuda.

—Podemos con esto, Amy.

—No es el mejor momento para ser orgullosa, muchacha.

—Está hasta el cuello con su productora. Están seis meses atrasados con la agenda de filmación de la nueva versión de Cazadores sin él. Además, precisa inventar algo para él y algo más para Isaac. Nosotras podemos lidiar con esto y él precisa mantenerse concentrado en lo suyo.

—¿Perdón? Tú eres lo suyo, Fran. ¿Crees que podrá concentrarse en nada sabiendo lo que está ocurriendo aquí?

Respiré hondo y volví a apretar los dientes. —¿Sabes por qué estaba conduciendo tan tarde?




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