Haunter 2 - El Corazón del Cazador

El Jardín de Lovecraft

Las señoras de la sociedad histórica vacilaron cuando Brandon entró filmando. Hasta que una de ellas lo reconoció. Entonces fue todo sonrisas y risitas y correr a ayudarnos. Pronto nos sentábamos a una mesa cubierta de viejos mapas y documentos gubernamentales desde que Hardwick fuera poblado por gente blanca. Brandon montó su cámara con el trípode al otro lado de la mesa, como antes, para que además de nosotros, los mapas y papeles entraran en el cuadro.

Llevábamos media hora revisando documentos cuando uno de los mapas me llamó la atención.

—Mira —dije, mostrándoselo a Brandon—. ¿Ves este pueblo, Greenwich, como el camino? Lo inundaron cuando construyeron el Quabbin.

Brandon se inclinó sobre el mapa, estudiando con curiosidad la zona que yo le señalaba. —¿Y qué tiene de especial? ¿Cementerio bajo el agua o algo así?

Revoleé los ojos. Por supuesto que el forastero de la Costa Oeste no tenía idea.

—El Horror de Dunwich, de Lovecraft, estaba como inspirado en ese pueblo. Y El Color que Cayó del Cielo está ambientado en ese mismo valle antes que lo inundaran.

Las cejas de Brandon saltaron para formar un arco sorprendido. —¿Sí? ¿O sea que estamos en el jardín de Lovecraft? —Volvió a estudiar el mapa—. ¿Tal vez él sabía algo sobre esta zona que necesitaríamos averiguar?

Una de las damas se acercó con unos papeles y vaciló. Brandon alzó la vista hacia ella, y vi con claridad que su sonrisa amenazaba la integridad ósea de la señora. Sí, el maldito tenía ese efecto en las mujeres.

—Disculpen, creo que encontré el primer mapa en el que aparece el terreno de los Blotter —dijo con timidez.

Abrió un mapa enorme en la mesa frente a nosotros y señaló el único lote delimitado al norte del pueblo.

—1871 —murmuré, leyendo la descripción en la esquina inferior—. Un año después de la construcción de la mansión.

La expresión de Brandon me hizo cerrar la boca, porque me daba cuenta que había encontrado algo. Se volvió hacia la dama con otra de esas sonrisas, para asegurarse su cooperación.

—¿Tendrían una lupa que nos presten? —preguntó, seda y miel como para ponerme celosa.

—Ya regreso —respondió la dama, apresurándose hacia el mostrador de entrada.

—¿Qué viste? —susurré.

Me señaló un símbolo diminuto en el centro del lote de la mansión.

—¿Te resulta familiar?

Me incliné para mirar de cerca y me erguí ceñuda. —¡La rosa de los vientos! ¿En un mapa del pueblo? ¿Entonces es local?

—Veamos si aparece en otros terrenos.

La dama ya regresaba con una lupa. En vez de rodear la mesa, tendió el brazo justo frente a mi nariz para alcanzársela a Brandon. Mierda. Y no me podía enfadar ni reírme de ella, porque sabía bien que no podía evitarlo. Así que opté por ignorarla.

—Sí, es la rosa de los vientos —murmuró Brandon estudiando el símbolo. Enfrentó a la dama y dejó de lado al seductor para convertirse en el Cazador supremo demandando respuestas del universo—. ¿Qué es este símbolo?

Antes que la dama me aplastara la cara contra la mesa por inclinarse hacia él, Brandon le acercó el mapa, apoyando su brazo en el respaldo de mi silla, casi en mis hombros. ¡Ja! ¿Ha visto, señora?

—Aquí —dijo, señalándolo—. ¿Qué significa? No tiene sentido que sea una rosa de los vientos, tan pequeña y en el centro del mapa.

La mujer se tomó un momento para examinar el símbolo, luego movió la lupa por todo el mapa, muy seria.

—Miren, aparece en otros terrenos. Seis en total —dijo, señalando cinco lotes más, todos al sur de la mansión.

—Necesitamos copias de esto también —murmuró Brandon—. Tomémosle fotos.

La otra dama no pudo con su curiosidad y se nos acercó.

—¿Qué ocurre, Hillary? —preguntó en tono casual.

—¿Tienes idea qué significa este símbolo?

El sexto sentido televisivo de Brandon lo hizo alzar la vista y mirar la cámara. Casi saltó por encima de la mesa para tomarla, trípode incluido, para filmar a las dos señoras. Yo ya había tomado fotos del mapa, así que me preparé para filmarlo a él con mi teléfono. Resultaba agotador esto de vivir pensando en tomas y ángulos y esas cosas.

—Oh, esto —dijo la segunda señora, asintiendo.

Brandon vio que tenía el teléfono listo y asintió para que empezara a filmar. Sólo entonces les preguntó: —¿Sabe qué significa?

La dama lo enfrentó y frunció el ceño al verlo con la cámara. Entonces vio su sonrisa y su ceño se despejó como por arte de magia. Dios, este hombre.

—En aquella época, cuando la gente de la zona quería abrir un pozo de agua contrataban a un rabdomante, para ahorrarse tiempo buscando las napas subterráneas —explicó, complacida de poder enseñarles algo a los extranjeros—. Esos símbolos marcan los lugares que señaló el rabdomante para que las familias caven sus pozos.

—¿Sabe por qué una rosa de los vientos? ¿Y por qué aparece en un mapa gubernamental?




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