Haunter 2 - El Corazón del Cazador

Una Decisión Arriesgada

La voz de Isaac se escuchaba desde el tercer piso. Resultó obvio que él y Brandon ya tenían los feeds en pantalla, porque se callaron apenas abrí la puerta del estudio.

Adelante, es seguro —dijo Joseph cuando me asomé.

—Gracias, Joseph —murmuré, paseando la vista por el caos que era la habitación— ¿Cómo está?

Lanza algo cada tanto. Pero sigue donde la dejaste.

—¿Junto al sillón?

Sí. Ten cuidado.

—Deséame suerte.

Miré a Trisha, que asintió con sonrisa alentadora.

—Cristine, c’est moi, Fran —dije, enfrentando el extremo del sillón donde la viera la noche anterior—. ¿Podemos hablar?

Trisha tradujo. No ocurrió nada, así que me acerqué otro paso. No quedaba nada de las hierbas y especias en el círculo, pero Amy me había explicado que el aceite servía para imbuirlo en la madera del suelo y sostener la barrera.

Me senté en el piso a un metro de donde se suponía que estaba Cristine, y le indiqué a Trisha que se sentara a mi lado. Lo hizo sólo después de reubicar una de las cámaras fijas a un costado del sillón, para que mostrara nuestras caras y lo que hacíamos. Tan pronto se arrodilló junto a mí, intentó usar el K2, pero se lo quité y lo ubiqué en el suelo frente a mí, apuntando hacia el sillón.

—Seguramente ya viste a Isaac y Trisha usar esto hoy —dije, y esperé que mi amiga tradujera—. ¿Ves la luz verde? Si la tocas, se encenderán más luces. Puedes usarlas para responderme. Si veo que se enciende, significa sí, ¿de acuerdo?

Tan pronto Trisha terminó de traducir, el K2 se encendió hasta el amarillo, a mitad de camino del máximo en rojo.

—Merci. Bien, prepárate, Trisha, porque quiero contarle lo que averiguamos y lo que creo que está ocurriendo.

—Cuando quieras.

Con lentitud, usando un tono calmo y amigable, haciendo frecuentes pausas para que Trisha tradujera, le expliqué dónde estaba. Le hablé de Henry y le dije quiénes eran los otros espíritus en la mansión. Por último, le hablé de la partida de Ann un mes antes de que ella “fuera arrojada” en Casa Blotter. Cuando terminaba de explicarle algo, le preguntaba si había comprendido. Y el K2 se iluminaba como árbol de Navidad en cada ocasión. Por último, le expliqué que Amy había intentado cruzarla la noche anterior y no había podido hacerlo.

—Todos nosotros queremos ayudarte, Cristine. Hasta que descubramos qué ocurre y puedas regresar con tu familia, por favor, créeme que aquí estás a salvo y entre amigos.

Se me hizo un nudo en la garganta al oír el eco lejano de un gemido cuando mencioné a su familia.

—Lamento tanto lo que te sucedió. Pero lo solucionaremos, confía en mí. Cueste lo que cueste, regresarás con los que amas. Tienes mi palabra. ¿Me crees? —El K2 se encendió hasta el amarillo—. ¿Nos atacarás si te dejo salir del círculo?

Trisha se volvió hacia mí contrariada. —¿Estás loca? ¡No puedes soltarla!

Alcé las cejas, señalando el sillón con la barbilla. —Pregúntaselo, Trish.

Resopló meneando la cabeza pero tradujo mi pregunta.

El K2 se encendió hasta el rojo y permaneció así. Asentí sonriendo.

—¿Joseph? —inquirí, sin apartar la vista del aire vacío frente a mí.

Creo que cumplirá su palabra.

¿Puedes traer a Lizzie para que la ayude a acomodarse?

Ya la traigo. Aguarda a que regrese.

—Sí, señor. —Respiré hondo, sabiendo que acababa de tomar una decisión arriesgada. —El caballero alto que acaba de salir es tu sobrino Joseph. Fue a traer a su hija Lizzie. La conociste anoche. Es tu sobrina nieta, y es la persona más dulce y afectuosa que hayas conocido.

Gracias.

Mientras Trisha traducía, alcé la vista sonriendo como si pudiera ver a Lizzie. Sentí un roce fresco en mi brazo.

—¿Me ayudarías a ver, Joseph? —pedí.

Sentí la presión fría en mis hombros y esa sensación extraña de que mi vista cambiaba de foco. Lizzie estaba agachada entre Trisha y yo, una mano tendida hacia el sillón. Y allí, donde la noche anterior había un borrón gris, vi la silueta bien definida de una mujer joven, apenas mayor que Lizzie y yo.

Es seguro —dijo Lizzie, y la vi volver la cara hacia mí. Hasta vi que sonreía.

Miré a Trisha y enfrenté a Cristine. —Voy a abrir el círculo, Cristine. Por favor, espera hasta que hayamos retrocedido.

Seguramente Joseph retrocedió también para hacerme lugar, porque las siluetas brumosas se desvanecieron ante mis ojos. Vertí un poco de agua bendita frente a mí y froté el suelo. El círculo de aceite siseó y hasta soltó un rastro de humo.

Eso bastará.

—Muy bien.

Me incorporé, indicándole a Trisha que nos alejáramos varios pasos para dejarle paso hacia la puerta.

Te lo agradece.




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