Haunter 3 - Los Ojos del Cazador

Hogar, Dulce Hogar

Era fantástico, volver a casa con Brandon y hallar que todo estaba en orden. Lo dejé trabajando en el estudio y me senté con mi laptop en la cocina, decidida a actualizar mi diario antes de la cena. Su mensaje de texto sólo veinte minutos más tarde me hizo reír: el Cazador supremo tenía sed. Yo había comprado la cafetera para el estudio, junto con un dispensador de agua fría y caliente, y había armado un bonito rincón con té, café, tazones, cucharas, azúcar y todo lo necesario para preparar una infusión sin dar más de dos pasos desde el escritorio. Pero no. Él quería algo frío con más sabor que el agua.

Así que ahí fui, por las escaleras hasta el tercer piso, con un termo de litro lleno de su jugo de mango recién sacado del refri. Iba a ser un alivio cuando se montara su oficina en la casa de huéspedes, donde podría tener su propio refri, y yo no tendría que interrumpir lo que estuviera haciendo para ir a servir la mesa de milord.

Mentira. No sé a quién pretendo engañar. Como si me molestara dejar de escribir por un rato, o pasarme el día subiendo y bajando las escaleras, por una oportunidad de verlo sonreírme y tal vez hasta robarle un beso.

Estaba hablando por Zoom con los otros tres Cazadores. Isaac me saludó por todo lo alto al verme entrar al estudio, y Brandon me hizo inclinarme hacia su computadora para presentarme a los otros dos, el técnico ocultista Ted y el chillón Ricky.

—Mira quiénes se encargarán de las cámaras para las entrevistas —dijo Brandon exultante—. No ven la hora de volver a la mansión.

—Y conocerte —agregó Isaac guiñándome un ojo.

—Oh, así que soy parte de la atracción de la casa embrujada. Imagínate. —Rieron los cuatro e intenté pasar por buena anfitriona—. ¿Cuándo llegan?

—El viernes por la mañana —respondió Brandon—. Saldrán de Los Ángeles el jueves por la noche, antes del congestionamiento por el feriado del lunes.

—Entonces al menos esa noche podrán quedarse aquí en la propia mansión.

—¡Eso sería excelente! —dijo Ted, que no alzaba la voz sin importar cuantos signos de exclamación usara. A menos que uno se sus instrumentos se activara en una habitación oscura, por supuesto.

—Y luego, dependerá en que convenzamos a Amy y Trisha de que compartan dormitorio. Pero confío en que no habrá inconveniente —tercié—. El pronóstico dice que el viernes va a ser un día de postal, así que podrán llenar todas sus tarjetas de memoria filmando dentro y fuera de la mansión.

Estaba de pie tras Brandon, pero vi su sonrisita ufana en la pequeña ventana que mostraba su cara en la esquina de la pantalla. Como si dijera “¿Ven? Mi chica entiende.”

—¿Alguno de ustedes es vegano como Isaac y Bran? —pregunté.

—No, por favor. Prefiero carne antes que verduras —respondió Ricky, que cuando no estaba investigando era un tipo agradable y tranquilo.

—Somos dos —terció Ted.

—¡Perfecto! Entonces el viernes por la noche haremos una barbacoa. Nos vemos en dos días.

Me erguí y palmeé suavemente el hombro de Brandon. Él alzó la vista hacia mí, atrapado mi mano para besarla con una de esas sonrisas cálidas que me daban ganas de saltarle encima. Sólo pude sonreír también. El silencio absoluto mientras salía del estudio me dejó preguntándome qué estaban esperando para decir apenas me fuera.

Ni qué decir que no terminé de actualizar mi diario antes que Brandon bajara, declarando que él se encargaría de la cena. Se lo veía relajado y del mejor humor después de hablar con sus compañeros y sus equipos de producción. Saltaba a la vista que no podría seguir escribiendo con él en la misma habitación que yo. Sobre todo porque me interesaba mucho más cualquier cosa que él dijera que lo que yo tenía para escribir.

Todo parecía encaminado para los tres proyectos. El equipo de Cazadores estaba listo para salir de viaje, o sea, cuando los investigadores terminaran de jugar a los técnicos para su antiguo líder.

Los productores de Líneas Ley seguían encontrando lugares tan prometedores como desconocidos a lo largo de la línea arbitraria que estaban siguiendo a partir del Vórtice de Oregon. Tanto, que comenzaban a barajar la opción de filmar más de un episodio en cada pueblo o ciudad. Mientras tanto, los productores del ciclo de entrevistas ya habían confirmado los primeros seis nombres de la lista.

Al mismo tiempo, el fin de temporada iba cobrando forma como episodio doble. Deshaun, el editor de San Francisco, había estado trabajando en estrecho contacto con Isaac, que había sido testigo de cuanto ocurriera, y tenía casi listo el primer corte de los episodios. Entonces, Brandon se sentaría a mirarlos y luego le indicaría a Deshaun qué quería conservar, quitar, alargar, acortar. Y Deshaun tendría que hacer las modificaciones pertinentes. Pero lo que había armado ya servía para que Brandon lo usara en las entrevistas con Trisha y Amy, para pedirles que hablaran de tal o cual momento. Especialmente Amy, que estaría a cargo de las explicaciones didácticas.

—Tengo que entrevistar a la recepcionista —dijo, como tomando nota mental—. Y voy a necesitar otra entrevista contigo.

Reí divertida. —Si esa noche me costó soltarme y hablar, no creo que pueda hacerlo ahora.

—¿Por qué no? Tuviste una cámara en la cara una semana entera y ni te percataste.




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