Haunter 3 - Los Ojos del Cazador

Luces y Sombras

—¿Qué fue todo eso? —preguntó Harry, acelerando su Audi como si fuera un F1.

Yo buscaba un vuelo nocturno a Filadelfia y tardé un momento en responder.

—¿Recuerdas Kujo, el carroñero…?

—Que liberaste, sí.

Intenté hacerle un resumen de lo que pasara desde que llevara a Kujo a Pennhurst y agregué la noticia de último momento.

—¡Mierda! ¿Crees que le sucedió algo?

—No creo que Brett haya tropezado y caído. La última vez que estuve allí, uno de esos hijos de perra intentó golpearme en la cabeza con una lámpara del techo, así que no dudo que son capaces de empujar a cualquiera.

—¿Y si está herido? No tengo idea si las entidades espirituales pueden lastimarse.

—Sí, pueden. Si lo tocaron, los voy a quemar a todos.

—Tal vez Brandon tiene razón y no deberías ir sola, Fran.

—¡Vamos, Harry! Brandon está hasta el cuello de compromisos por los próximos tres meses. ¿Qué se supone que haga? ¿Sentarme a esperar que tenga un rato libre para acompañarme?

—No, tonta —rió Harry—. Pero deberías buscar refuerzos. Alguien como Amy.

Tenía razón.

¿Estuvieron alguna vez en una situación en la que todo parece conspirar para que las cosas salgan bien? Ésta fue una de esas situaciones. Comenzando con la visita de Harry a cenar. Si no hubiera venido, irme de lo de Brandon hubiera resultado mucho más difícil, y no hubiera llegado tan rápido al aeropuerto. Pero vino, y cuando llegamos al aeropuerto, estaba por despegar un vuelo directo a Filadelfia con un solo asiento libre. Así que apenas si tuve oportunidad de abrazar a Harry y George, agradecerles todo y largarme a todo correr.

Alcancé la puerta de embarque unos diez segundos antes que la cerraran.

Tan pronto ocupé mi asiento, le escribí a Amy.

“Necesito ayuda. Atacaron a Brett y Kujo está desaparecido. Estoy en vuelo hacia Filadelfia. Llego a las siete.”

No esperaba que me respondiera de inmediato, y tampoco esperaba su reacción.

“Estaré allí para recogerte.”

Bien, ¿arco de redención en marcha?

“Ve directamente a Pennhurst. Rentaré un auto y estaré allí a las ocho.”

“De acuerdo. Nos encontramos en el asilo.”

Una vez que despegamos, lo único que podía hacer era rezar para que un viento de cola viniera a empujar el avión, y para que las horas pasaran rápido.

Recién en ese momento pude procesar realmente lo que acababa de pasar con Brandon. Sentada entre dos desconocidos dormidos, tuve que morderme los labios para no largarme a llorar.

Me costaba creer que había hablado en serio al insinuar que si no hacía lo que él decía, y lo seguía como un maldito caniche, habíamos terminado. Tenía que haber entendido mal. Él me conocía lo suficiente para saber que nunca lo aceptaría.

No. Hasta lo había dicho: no quería que viniera sola después de lo que pasara en mi última visita al asilo.

¿Entonces por qué no quería que me reuniera con él luego? ¿Por qué lo había convertido en un “él o yo”?

Cuanto más repasaba la discusión, buscando por cualquier excusa para convencerme que Brandon se había expresado mal, más hondo se hacía el hueco en mi estómago, señalando que en realidad no me lo creía.

Me había planteado una elección: estar con él o ayudar a Kujo. No, ahora era yo la que se expresaba más. Porque tenía la horrible certeza de que hubiera reaccionado igual si se hubiera tratado de los Blotter. Oh, sí, porque no eran más que fantasmas, y Kujo no era más que un carroñero. Curioso motivo para menospreciarlos, viniendo del rey de los cazafantasmas. Yo no había elegido que mi vida se llenara de entidades paranormales, pero lo estaba. Mi trato cotidiano con ellos se había convertido en parte de mi vida, o sea en parte de mí. De modo que si la elección era entre él y ellos, en realidad era entre él y yo.

¿En verdad esperaba que arrojara mi vida por la ventana para dedicarme a tiempo completo a ser su mascota sonriente? ¿Era posible? Tuve que recordarme todas las veces que me había equivocado sobre él en el último par de meses. Hasta ahora, siempre había sido para bien, siempre sorpresas agradables. Pero eso sólo significada que en algún momento me iba a equivocar para mal.

¿Como ahora?

Saqué mi teléfono, haciendo lo posible por no despertar a codazos a los pasajeros que me flanqueaban. Como siempre, me llevó un rato elegir las mejores palabras para escribirle.

“Discúlpame por haberme ido así. No significa que no te ame. Al contrario: te amo con todo mi corazón. Pero cada uno tiene sus prioridades, y necesitamos aprender a respetar las del otro. Ojalá entiendas por qué para mí Kujo es más importante que la filmación de Isaac. Por eso no puedo disculparme, y espero que aún quieras estar conmigo. Por favor, no permitamos que el orgullo nos gane. Sólo para que lo sepas, sé que tienes razón y no debería ir sola a Pennhurst, así que Amy me estará esperando allí. Por favor, una palabra tuya e iré a buscarte estés donde estés. Te amo, ahora y siempre.”




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