Haunter 3 - Los Ojos del Cazador

Una Alfombra Demasiado Gruesa

Regresé a la mansión el lunes, feliz por haber pasado dos días con Kujo. Y tres días después llegaron los dos últimos Cazadores, en una de sus típicas camionetas negras de alquiler. Ya era casi hora de la cena, así que los envié a dejar sus cosas y saludar a los Blotter mientras yo terminaba de cocinar y poner la mesa.

Cuando se me unieron en la cocina, me di cuenta enseguida que se sentían incómodos conmigo. Como si no supieran bien qué decir y qué no.

—Permítanme aclarar algo —dije, trayendo el pan de carne a la mesa. Me senté con ellos y hablé mientras le servía—. Sí, Bran y yo rompimos. Sí, todavía siento algo por él. Pero puedo escuchar su nombre y hasta hablar de él de una manera mínimamente racional sin sufrir una crisis nerviosa —sonreí—. Qué hacerle. Son cosas que pasan.

—Son cosas que pasan —repitió Ted alzando su cerveza.

Y brindamos los tres por las cosas que pasan. Después de elogiar la comida, cenamos hablando de los lugares que estaban investigando para su primera temporada solos. Eran todos edificios históricos, con actividad paranormal comprobada, y estaban satisfechos con los resultados.

—Creímos que nos resultaría más difícil —comentó Ted. Pareció a punto de decir algo más, pero calló.

—Es comprensible —asentí, ignorando la pausa incómoda—. Después de diez años de ser cuatro, es obvio que les tome al menos un par de investigaciones hallar su propio ritmo.

—Es cierto —coincidió Ricky, comiendo con apetito—. Es extraño, porque somos más… ¿cómo lo dirías, Ted? ¿Sigilosos?

—Es una manera de decirlo, sí.

—Como que vamos de puntillas en vez de irrumpir en los lugares, ¿comprendes? Y estamos obteniendo mucha evidencia.

—Genial —sonreí, preguntándome cuán cierto sería, considerando que los dos habían sido bastante chillones en el pasado—. Para mí, si funciona, sirve. Creo que es su oportunidad de desarrollar su propio estilo, en vez de tratar de imitar el de Isaac y Bran, siempre tan exagerado. Créanme: los espectadores preferimos evidencia a gritos. Es un placer no necesitar ajustar el volumen cada par de minutos.

—¡Ouch! —protestó Ricky divertido.

—Vamos, que Trisha es mi mejor amiga, y no puedo usar auriculares cuando me llama. Menos aun si está con Isaac. —Reímos los tres y me encogí de hombros—. Cuando duden de sus métodos, recuerden Casa Blotter. Lo que hallaron en sus dos investigaciones tradicionales, comparado con lo que experimentaron hace dos meses.

—Pero eso sólo aplica a entidades benignas e inteligentes como los Blotter —objetó Ted

—En mi experiencia, funciona siempre, a menos que te topes con algo definitivamente oscuro.

Ted ladeó la cabeza, entornando los párpados. —No sabía que habías tenido encuentros con entidades paranormales fuera de la mansión.

El cuento de mis aventuras en Pennhurst ocupó el resto de la cena. Salvo la parte de los ángeles, por supuesto, que omití completamente. Los Cazadores hicieron un montón de preguntas, se sorprendieron en los momentos correctos y rieron con ganas cuando les conté sobre el nuevo Skippy.

—¡Así que muchas groserías pero nada de rasguños! —repitió Ricky riendo.

—Salimos ganando todos. Quaker Hall está hecho un campo minado, para delicia de los cazafantasmas, y los niños están a salvo.

Se demoraron en la cocina mientras yo limpiaba, y luego decidimos subir a tomar un café en el estudio. No eran precisamente gente matutina, así que nos quedamos levantados hasta tarde. En algún momento, les pregunté sobre lo que haríamos al día siguiente.

—Sería excelente si pudieras memorizar el texto, para que lo digas como si fuera parte de una entrevista —dijo Ricky.

—Ya lo sé de memoria como si lo hubiera escrito yo misma. —Fueron tan amables de reír por lo bajo de mi pobre intento humorístico—. El problema es que tengo miedo de decirlo en voz alta. —Me encogí de hombros avergonzada—. No quisiera que me tiemble la voz, o se me llenen los ojos de lágrimas. Se supone que sea un respaldo, no una súplica.

—¿Y qué es en realidad? —inquirió Ted con suavidad.

—Un reconocimiento —repliqué sin vacilar—. Es la verdad. Ustedes no estuvieron…

—No digas una palabra más —me interrumpió Ricky, incorporándose de un salto.

—¡Vamos! —protesté—. ¿No pueden tener una plática normal sin cámaras de por medio?

Ricky salió apresurado mientras Ted reía por lo bajo.

—Claro que sí. Pero cualquier cosa que estuvieras por decir puede servir para agregar a tu entrevista.

—Muy bien, pues. Entonces esperamos. ¿Estás casado?

—No. Estoy divorciado, y hace casi un año que estoy saliendo con una chica. Pero se complica. Ya sabes, pasamos mucho tiempo lejos de casa.

—Deberías hallar la forma de sumarla al equipo.

—Olvídalo. Mi ex era nuestra maquilladora. Bran casi me mata cuando nos separamos, renunció y él tuvo que salir a buscar reemplazante a mitad de temporada.

Ricky regresó con dos cámaras portátiles, trípodes y dos de esas luces circulares. Con ayuda de Ted, instalaron todo en cinco minutos.




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