Hay alguien detrás de ti

No voy a ayudarte

Hola a todos! Estoy feliz de presentarles una nueva historia que he estado trabajando. Espero de todo corazón que les guste y que disfruten cada capitulo hasta el final. Espero que al terminarla de leer siga siendo de su agrado... ;)

Este capítulo es un poco largo de lo que hago normalmente.

*********************************************************************************************************************

 

Capitulo Uno

 

 

Preparo un café americano en la máquina, apenas dominando sus intrincados botones. Algo que me exigieron desde el primer día en este trabajo. Siempre soñé con trabajar en una encantadora cafetería vintage, pero ahora que lo estoy viviendo, la magia se ha desvanecido. La atención al cliente resulta agotadora; si pudiera, renunciaría en un instante. Sin embargo, me aferré tanto a la idea de conseguir este trabajo que dejarlo apenas en la segunda semana me parece una falta de respeto. Además, tengo la esperanza de que esta experiencia moldee mi actitud... aunque sea un poco.

Llamo y una señora se acerca con una sonrisa amable, limitándose a darme las gracias. Mientras ella toma su café, por accidente su mano roza la mía, haciendo que la taza se le escape de las manos. La señora me mira con horror, sus ojos ampliados por el susto.

― Lo siento mucho. Le prepararé otro de inmediato. ―me disculpé al instante. No me gusta cometer este tipo de errores.

― ¡Tú! ―la señora levantó la voz y me señaló con su mano temblorosa, atrayendo la atención de los demás clientes. ‹‹Ay no, es uno de esos clientes. ›› Observé si su mano estaba quemada por el café, pero no lo estaba, lo que me tranquilizó un poco.

― No se preocupe, le prepararé otro café y le ofrecemos un croissant por las molestias. ―dije con calma, esbozando una sonrisa amable para tranquilizar a la señora.

― ¡No, tú! Tienes un aura realmente negativa, siento unas vibraciones muy pesadas a tu alrededor. ―dijo aún aterrada, mirándome con una mezcla de lamento y miedo, retrocediendo unos pasos. Me sentí confundida ante sus palabras.

― ¿Me está insultando, señora? ―la miré indignada, perpleja por lo que me decía, pero sintiendo que me estaba insultando.

Ella se dio la vuelta para salir, pero antes de partir, me advirtió con solemnidad:

― Ten mucho cuidado, niña. ―concluyó, y así se marchó.

‹‹ ¿Fue eso una amenaza? ›› Sentí todos los ojos posados en mí, pero los clientes continuaron con sus asuntos; algunos se retiraron. Tomé un trapo para limpiar el desastre del café, llevando la taza al fregadero.

― Amanda, ¿por qué discutes con mis clientes? ―la voz de mi jefe sonaba detrás de mí; era un hombre joven, de unos treinta y ocho años, agradable a la vista.

― No fue una discusión. Solo recibí insultos. Además, no tengo la culpa de que me toquen los clientes problemáticos. ―me giré para enfrentarlo, manteniendo la calma en mi voz.

Era la verdad. Apenas comenzaba y, al menos tres veces al día, me tocaban clientes difíciles. Parecía atraerlos como un imán. Al principio, pensé que era culpa mía, que tal vez no los trataba adecuadamente, pero mis compañeros me explicaron que, incluso cuando los atendía con la sonrisa más amable, algunos clientes simplemente descargaban su mal humor en nosotros, los empleados. Trataron de consolarme, asegurándome que no era por mi culpa. Después de todo, ni siquiera los buenos días, tardes o noches, ni un simple gracias, podían hacer que estos clientes difíciles fueran más fáciles de manejar.

― No te lo tomes a mal. Ella es la señora esotérica ―dijo Leo mientras se reía en voz baja―. Llega todos los miércoles y pide lo mismo. Siempre nos cuenta sus historias y nos lee la fortuna.

― ¿La señora esotérica ha llegado? Me gustaría que me leyera la fortuna para hoy ―salió Matthew de la cocina.

― Amanda la asustó, no creo que vuelva ―dijo mi jefe con desaprobación, negando con la cabeza. Luego todos rieron, en voz baja para no llamar la atención de los clientes.

― Al menos podrían haberme avisado ―comenté riendo.

― ¿Cómo crees? No habría sido tan divertido como ahora ―dijo Leo, riendo un poco más fuerte y atrayendo algunas miradas.

― De acuerdo, volvamos al trabajo ―avisó mi jefe, regresando a la cocina. Nosotros volvimos a nuestras labores. Leo fue a limpiar algunas mesas y atender a los clientes. Y Matthwe volvió a la cocina.

Ya entendía a lo que se refería la señora cuando hablaba de mi aura de esa forma. Al menos le doy un aplauso porque no miente; parece bastante acertada. Mire mi reloj, aún faltaba una hora para irme; fue un día bastante movido y tengo miedo de regresar a casa. Sigo preparando mis cafés, me estaban saliendo mejor y más lindos los cappuccinos; me sentí orgullosa de mi trabajo... para que luego los clientes llegaran y revolvieran la espuma con una cuchara.

Mientras estaba acomodando algunos sándwiches en la vitrina, escuché una voz familiar. Era Helena, mi amiga de la escuela secundaria, siempre presente en mi vida. Me levanté rápidamente del suelo y la vi. Me dio una gran sonrisa; siempre llega a la hora de mi salida para irnos juntas y hablar. Pidió un latte que tuve que prepararle. Mientras lo hacía, vi cómo estaba vestida, siempre de una forma que combinara hasta sus calcetas. Es algo que siempre me asombra de ella, lo buena que es para vestirse. La llamé para entregarle su café, se acercó y justo mi jefe, que salía de su oficina, la vio.



#5378 en Otros
#1993 en Thriller
#788 en Suspenso

En el texto hay: #romance, #darkromance

Editado: 03.04.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.