Zayn apenas podía ver sus manos, demasiado grandes y luciendo muy suaves como para ser las suyas. Las paredes del pasillo en el que estaba de pie, sin ninguna razón en particular, estaban tapizadas con antiguos diseños de esas típicas casas de los 80's.
Mirando las meticulosas decoraciones del papel, se concentró en un cuadro ubicado muy en lo alto de la pared. Tuvo que entrecerrar los ojos y enfocar mejor su vista para intentar conocer las borrosas caras que se plasmaban en el papel de tinta vieja, y justo cuando se estaba colocando de puntillas para ver mejor, unas risas se escucharon desde el fondo del corredor.
Entonces medio asustado y curioso, tragó saliva y caminó sigilosamente, sin tener idea de lo que se encontraría ahí en la sala.
Eran dos personas de mayor edad. Los había visto antes en sus demas sueños y no tuvo que indagar demasiado para darse cuenta de quiénes eran, era como si todo su cuerpo supiera la respuesta.
La señora de cabello rubio frunció el ceño tan pronto se dio cuenta de su presencia, observándolo de pies a cabeza. Zayn se sintió pequeño.
- ¿Y? ¿Dónde está Perrie?
Zayn alzó las cejas, pasando la mirada del caballero canoso a la señora de pie cerca del borde de la mesa. - ¿Uh?
- ¿Dónde está Perrie? - Preguntaron de nuevo. Negó con la cabez en respuesta y retrocedió unos pasos por inercia. Las sonrisas en los rostros de los adultos se perdieron. La mujer se acercó más a él y luego su voz cambió. - Zayn... pregunté dónde está Perrie.
- Y-yo... no lo sé...
- ¡Dijiste que vendrías con ella! - Gritó esta vez el hombre golpeando la mesa con el puño cerrado, haciéndolo sobresaltar a él en su sitio, sobre todo cuando se colocó de pie y caminó hacia su dirección. - ¿Dónde está?
- Y-yo lo siento... no sé de qué habla, yo...
- ¡La mataste! - La ira perlaba cada palabra susurrada por la mujer que, con ojos brillosos, parecía estar juzgándolo y viéndolo como un real asesino.
- No sé de qué habla, yo...
- ¡Asesino! - Gritaron al unísono una y otra vez hasta que levantaron las manos, caminando a pasos acelerados para tomarlo del cuello.
Zayn abrió los ojos de golpe, jadeando por aire que realmente le faltaba cuando se dio cuenta de que todo estaba oscuro y que su rostro chocaba con algo blandito y... ¿huesudo? De pronto el sonido de un "clic" simultáneo llamó su atención, obligándolo a despertar por completo y levantar el edredón que mantenía su rostro oculto, al parecer, entre los omóplatos de Liam.
Tan pronto como vio de qué se trataba, abrió la boca para gritar. Sin embargo, el sonido murió antes de llegar a su garganta porque a pesar de que resultaba demasiado aterrador encontrarse a alguien tomándole fotos, se calmó al saber que era Jade apretando la pantalla de su celular tan rápido como sus dedos se lo permitían. Tan pronto la mayor estuvo conforme, guardó el celular llevando el índice al centro de su boca para que no hiciera ruido.
Zayn no asintió, ni negó, tampoco gritó y con suerte respiró. Un poco avergonzado de saber que Jade ahora le guiñaba el ojo y se iba dando pequeños brincos de felicidad, como si tomarles fotos a ellos dos a esas horas de la mañana resultara ser alguna especie de misión imposible realizada con éxito.
Y es que de pronto toda la realidad lo golpeó como una ráfaga de varias verdades intentando ser asimiladas ahí en su cara cuando de pronto giró su cabeza a una velocidad demasiado lenta; dándose cuenta de muchas cosas a la vez.
Mierda.
Liam estaba a su lado, dándole la espalda; su cuerpo subía y bajaba a un ritmo irregular mientras que pequeños ruidos parecidos a ronquidos de bebés salían de sus labios.
Mierda y doble mierda y la santa mierda.
¿En qué momento ocurrió y por qué no lo recordaba?
Al ver su espalda desnuda tuvo la necesidad de tragar duro y levantar las sábanas para observarse, completamente avergonzado por lo que había pasado por su mente cuando se dio cuenta de que aún llevaba consigo la ropa de cama de ayer.
Había decidido quedarse en la habitación de Liam hasta que Louis o la luz volvieran, cualquiera de los dos le servía, pero al parecer eso no fue lo que ocurrió ayer.
Así que ahora tenía miedo, porque deseaba haber seguido dormiro y despertar en una cama vacía. Es más, deseaba hacerse el dormido hasta esperar a que Liam despertara y se encerrara en el baño o hiciera cualquier cosa que le diera la oportunidad de salir corriendo hasta su habitación para ocultarse bajo las sábanas de su cama y fingir una enfermedad que lo obligara a no tener visitas de un tal Liam Payne de 24 años, alias el culpable de los constantes hormigueos de su estómago.
Cerró sus ojos, pero a los minutos gruñó al saber que ni siquiera lograba volverse a dormir. Y le parecía ridículo, porque él era ese tipo de persona que podía dormitar de pie esperando el bus en la mañana, si es que estaba demasiado cansado; de esos que iban a la biblioteca con el motivo de estudiar, pero caían rendidos en Morfeo al cabo de leer dos páginas de un libro más antiguo que su edad multiplicada por el número de páginas que leyó.
Y justo ahora, no podía. Su cabeza parecía reacia a la idea de conciliar el sueño porque su cuerpo respondía de otra manera al notar que se encontraba acostado en la cama de otra persona.
Y como si eso fuera poco, de la nada sintió su mano comenzar a temblar de forma leve y no tan notoria. Maldijo por lo bajo, pensando en que siempre los efectos de los medicamentos lo atacaban en los momentos menos oportunos, aunque siempre venían en un horario particular: o en la mañana o tarde por la noche. Pero era como si su musculatura y todos sus nervios se alocaran en situaciones en las que haría el ridículo.
Intentó esconderla, metiéndola bajo la cama y dejándola reposada contra su estómago.
Pero al parecer fue peor, porque los leves codazos que le daba a la espalda baja de Liam fueron lo suficientemente molestos como para despertarlo. Zayn lo supo porque el mayor ya no hacía ruiditos tiernos con su boca y porque pudo sentir el cuerpo ajeno tensándose de inmediato.