Eran cerca de las tres de la mañana del día sábado cuando Zayn despertó, todo sudado y con la urgencia de vomitar.
Se echó a correr al baño, sin siquiera prender la luz, cayendo de rodillas al suelo de baldosas, sin importarle el dolor que punzó en sus huesos debido al fuerte impacto con la cerámica.
El impulso de su cuerpo fue tan brusco que en menos de un segundo comenzó a devolver todo el contenido de su estómago. Los espasmos le hacían doler las costillas y su cabeza punzaba tan fuerte que hasta tenía miedo de que se reventara o que le sucediera algo bien al estilo gore.
No supo cuánto tiempo había estado ahí, pero entre sus arcadas alguien prendió la luz. Sin embargo, no tuvo tiempo de percatarse porque por su esófago aún subía el contenido de la bilis, incitándolo a devolver todo.
- V-vete... - Fue lo único que atinó a decir, con demasiada dificultad ya que se encontraba respirando agitadamente. No quería que nadie lo viera en ese estado; tan deprimente, tan débil.
- Zayn...
Identificó la voz al instante, sintiendo el bochorno subir por sus mejillas y la vergüenza acompañarle en cada pensamiento donde se preguntaba: "¿por qué a mí?"
- V-vete, Li... vete... por fa... ugh... - No alcanzó a terminar la frase cuando sintió otra regurgitación subir por su garganta, haciendo que automáticamente apoyara las manos en las orillas de la taza para impulsarse y expulsar el contenido.
Las lágrimas salieron sin control esta vez debido al sobre-esfuerzo que se imponía, lanzando un pequeño sollozo luego, porque realmente no le gustaba para nada esto. Tampoco le gustaba que Liam estuviera ahí de pie presenciando todo, llamando a su nombre con una dulzura que no hacía más que hacerle desear poder acunarse en sus brazos y llorar quejándose de lo mucho que odiaba esto.
- ¿Qué es, Zayn? ¿Estás bien? ¿Es por tus medicamentos? - Asintió a cada pregunta de Liam con un ligero movimiento de cabeza. Nuevas lágrimas corrieron por sus brillantes y rojas mejillas cuando siguió haciendo arcadas. Definitivamente la vida le odiaba, ¿cuán deprimente debía ser esta situación? Incluso quería dejar su cabeza escondida ahí en el retrete porque se moría de vergüenza de que Liam viera su rostro así de demacrado. Desearía mil veces que fueran Louis o Harry los que estuvieran ahí, diciéndole cosas reconfortantes o exagerando todo a una escala mucho mayor.
Liam apretó fuertemente la mandíbula al ver su cabeza asentir. Le daba rabia que esos medicamentos más que ayudarle, parecían dañarlo. Primero había sido su mano que temblaba y ahora esto. Estaba más que convencido de que si esas pastillas fueran en realidad personas, ya las hubiera amenazado de muerte o demandado por causarle tantas negativas a alguien como Zayn quien, a su parecer, no se merecía nada de eso.
El menor siguió moviendo su cuerpo en espasmos y llenando el vacío silencioso con quejidos que hacían sentir pésimo a Liam. Demasiado preocupado como para quedarse ahí simplemente viendo y no hacer nada, lo primero que nació de él fue ponerse en cuclillas por detrás y masajear con una mano la espalda de Zayn en un movimiento paulatino que iba desde sus cervicales hasta terminar en las lumbares, acabando en su espalda baja, buscando reconfortarlo y relajarlo.
Y el instinto de querer cuidarlo era tan fuerte que, de alguna forma, agradecía ser él la persona despierta a esas altas horas de la noche.
Liam había estado trabajando en algunos casos que llevaba desde hace días, los papeles se esparcían como rompecabezas por toda la mesa de la sala. Primero había escuchado unos pasos de alguien levantándose, luego un golpeteo fuerte y después el sonido de algunas arcadas. Cuando se dio cuenta de que provenían de la habitación de Zayn, no dudó ni un segundo en ponerse de pie y caminar hasta su baño, prendiendo la luz y sorprendiéndose al encontrarlo hincado en el suelo con media cabeza dentro del retrete.
- Dije... que... te fueras... - Zayn respiraba agotado, haciendo un sobre-esfuerzo al decir esas palabras que parecían ser dichas por una persona que acababa de correr una maratón o algo que requiriera una gran cantidad de trabajo físico.
El menor ni siquiera le miraba. Simplemente hablaba ahí, con la cabeza hundida entre la porcelana blanca.
Y aunque Liam no estaba siendo visto, negó con la cabeza. - No te dejaré, Zayn, no así. - No detuvo sus masajes en la espalda ajena, incluso cuando lo sintió tensarse, cosa que no era lo que buscaba como respuesta. Así que sin dudarlo mucho, levantó el dobladillo de la camisa y pasó ahora sus dos manos por toda la suave piel de su espalda intentando, realmente por todos los medios, buscar relajar su musculatura.
Zayn siguió dando arcadas, aunque quería con todas sus fuerzas codearlo para que se fuera, porque por más que le gustara el movimiento ondulante de sus manos, le avergonzaba de gran manera que lo tocara en ese estado tan deplorable y mas encima todo sudado.
Su lucha interna duró unos minutos más hasta que por fin se calmó, respirando cada vez con más tranquilidad y de manera paulatina.
- ¿Estás mejor?
Asintió silenciosamente, levantando una mano para limpiar su boca, aunque en realidad deseaba limpiarse por completo. Se sentía asqueado de sí mismo.
Y ahora tenía un gran problema mientras miraba la tapa levantada del inodoro: Liam estaba detrás de él esperando a que se moviera, y él pensaba permanecer toda la noche ahí escondido si era necesario porque no quería mostrar su rostro empapado de lágrimas, todo rojo e hinchado. Suficiente había sido sentir aquellas grandes manos deslizarse por su espalda como un experto en los masajes.
- Y-ya estoy mejor... puedes irte ahora.
- ¿Puedes ponerte de pie? - Liam le ignoró, como siempre creyéndose el dueño de muchas cosas y elecciones.
- Sí, sí. Ya estoy mejor, vete. En serio... yo...
- Zayn. - Largó un suspiro cabreado, como si estuviera llamando su nombre en un reproche. - No te dejaré así, joder.