Hearts Alight: A qué te hago caer

Capítulo 03.

No soy prejuiciosa

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Me quedé sin aire. El director se quedó sin aire. Y Lee simplemente me miraba sonriendo como si hubiera dicho un chiste. Para disimular la vergüenza, empecé a reírme al darme cuenta de que no hacía nada. Además, ¿cómo sabía quién era yo?

Tal vez el director le había hablado de mí, pensé.

—Eres tan gracioso, Lee —le di un golpe en el hombro porque la vergüenza que me estaba haciendo pasar era inédita—. Con permiso, director. Iré a cumplir con mi labor —dije, sonriendo. Tomé al chico de la mochila y lo arrastré conmigo fuera de la oficina.

—¿Por qué estás tan roja? —preguntó, riéndose.

Porque estaba enojada, pero tenía una muy bonita sonrisa.

—¿Qué sucede contigo? ¿Por qué dices que te acoso? Ni siquiera me conoces.

El chico me ignoró. Sacó el celular que tenía en sus pantalones y empezó a pulsar y delizar teclas, como si yo no estuviera ahí. Luego, lo volteó hacía mí, dejando ver la solicitud de seguimiento que le había enviado por Instagram.

—Exactamente por eso. No te conozco pero tú si pareces conocerme.

Queria abofetear fuertemente a la Jeudy de hace un día. Siempre tomo decisiones sin pensar en las consecuencias. Esa soy yo.

—¿No intentarás negarlo? —preguntó, con la sonrisa altanera—. ¿No vas a inventarte algo?

—¿Algo como qué? —repliqué.

Este chico estaba siendo, absolutamente, todo lo contrario a lo que me imaginaba.

—Algo como: "Estaba recogiendo la ropa de mi cuarto cuando tropecé con el biberón de mi hermano, caí de cabeza en mi cama, haciendo caer conmigo el móvil. Después traté de levantarme pero mi dedo tocó sin querer el ícono de Instagram, pulsando sin querer las teclas y entrando a tu perfil, para luego, al final, darle al botón de seguir".

Me quedé en mi lugar procesando todo lo que había dicho.

—En primer lugar, no soy tan desorganizada como para tener que tropezarme con mi ropa o el biberón en el suelo y, en segundo, no tengo un hermano menor, el único tengo es mayor y vive a kilómetros de aquí —Lo miré de arriba a abajo. Era muy alto—. No soy tan predecible.

Por alguna razón, me sentía orgullosa de ello.

—¿Quién...?

Esperé a que terminara de formar la pregunta, sin embargo la dejó en el aire.

—¿Quién qué?

—...te preguntó? —dijo, sonriendo nuevamente para luego marcharse.

Le alcancé.

—Te estás comportando como un imbécil, ¿sabías? —le hablé. Él simplemente continuó caminado a mi lado, sin mirarme. La palabra maleducado le quedaba corta.

—¿Porque simplemente no soy como esperabas, Marshall? —Los pelos se me pusieron de punta al escucharlo mencionar mi apellido—. No es mi culpa que tuvieras expectativas de mí sin siquiera conocerme.

Pero no me quedé callada. Porque sí, estoy temblando. El hecho de que se estaba comportando como un maleducado, no le quitaba que aún era una loca obsesiva por ficticio y él  aún me ponía nerviosa. Pero yo soy Jeudy Marshall. No me dejo intimidar por nadie.

—Se supone que que eres asiático —le digo, siendo lo más obvio de la situación y de mis pensamientos. Él alza una ceja, gesticulando un "¿Y?"—. Que pensé que eras más amable.

—¿Sabes una cosa? —Esta vez si se vueve hacia mí, inclinando levemente su cabeza de lado.

Arrugué mis cejas.

—¿Qué?

—Hay dos tipos de personas en el mundo que no me caen muy bien —Levantó un dedo, empezando a contar—. Las personas que no saben quedarse calladas —Levantó un dedo más—. Y las personas prejuiciosas. Tú posees ambas.

El chico me deja con la palabra en la boca, entrando al aula.

Veo a Healy a la distancia. Gesticula un "¿cómo te fue?" emocionada mientras me a acerco a ella. Markel está sentado en mi lugar, así que cuando lleguo, lo aparto de un manotazo y este rueda a la silla de al lado.

—Un completo imbécil —respondo al sentarme a su lado.

Yo no soy prejuisiosa. No es mi culpa que se haya generalizado la actitud de la personas asiáticas. Solo hablo de lo que veo sin confirmarlo yo misma de antemano. ¿Eso es ser prejuisiosa? Sí, definitivamente estaba describiendo a una persona prejuiciosa, pero definitivamente se equivoca al decir que no puedo quedarme callada. Incluso, una vez participé en un concurso que consistía en hacer silencio durante una hora. Quedé en décimo lugar de veinte. Eso quiere decir que por supuesto que podía mantener silencio.

—Estudiantes, tenemos a un nuevo compañero de clase —anunció el profesor—. Este es Lee Taein y nos honra con su presencia desde Asia, Corea del Sur —Lee hace una reverencia y luego se va a sentar en el asiento vacío, al lado de Mar.

Algunas chicas se quedan mirándole, sin disimulo alguno. Hipócritas. Hago una mueca de disgusto. Así me debí de haber visto cuando me quedé mirándole en la dirección. Más vergüenza me da ahora.



#11158 en Novela romántica

En el texto hay: romance, latina, coreano

Editado: 24.04.2024

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