Hearts Alight: A qué te hago caer

Capítulo 05.

Pequeña como una hormiga, destructiva como un huracán.

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El insufrible coreano había pasado la semana entera recordándome que tenía un precio que pagar por su maravillos defensa. Y lo peor era que ni siquiera me había dicho que quería y me sacaba de este doloroso suspenso. Cada día tenía más ganas de darle una patada y mandarlo de regreso a su continente. 

Acompañé a mi amiga hacia la oficina del director, quien recibió a su hija con un beso en la mejilla al entrar. Observé cómo el rostro del hombre cambiaba de autoritario a paternal en cuestión de segundos. Healy, siendo adoptada, no compartía rasgos físicos evidentes con su padre, un hombre alto, rubio de ojos verdes, mientras que ella era una chica baja de cabello castaño y ojos cafés. Además, su padre había sido su única figura parental desde su infancia, sin tener una madre presente.

—Estos estudiantes —mencionó el director, visiblemente cansado.

—¿Qué sucede? —preguntó Healy.

El director mostró su celular con un video que alguien había subido a la página del colegio. El contenido, aunque borroso, mostraba a dos personas en un laboratorio involucradas en actividades íntimas.

Estaban teniendo sexo.

—Bueno... se podría decir que estaban practicando química —bromeó Healy. Su padre la miró de manera desaprobatoria y ambas procedimos a soltar una carcajada.

—El video logramos bajarlo a tiempo, pero eso no quita que los estudiantes lo hayan compartido y viralizado —dijo, pasando sus manos por su cabello canoso—. ¿No se imaginan ustedes quienes podrían ser?

Miré a mi amiga.

Ambas respondimos que no, al unísono.

—Bien, gracias por la comida. Vuelvan a clases.

Salimos de la oficina y nos dirigimos directamente a los vestidores, donde nos cambiamos el uniforme general por el de deporte y, hecho esto, nos vamos para la cancha donde está la mayoría del curso en las gradas, esperando a que el maestro de deporte de la orden para empezar la clase.

En la cancha hay dos chicas que llaman la atención. Puedo identificar a una de ellas como mi compañera de clases: Marimar. Y otra chica que no puedo distinguir bien. Están discutiendo.

Me acerco más, porque, vamos, ¿a quién no le gusta el chisme?

La mayoría de nuestros compañeros, quienes han sido igual de curiosos que yo, se acercan a ambas chicas, pero antes de llegar completamente a donde estas, ambas se empiezan a jalar del pelo, empezando una pelea.

—Esto es emocionante —dice Healy a mi lado—. Jamás había visto a Marimar peleando.

Y, era cierto. Mar podía ser una molestia de persona, pero algo que siempre mantenía, era su serenidad y paz. Raramente se le veía discutiendo con alguien. Ella es de las que te ignoran y te dejan con la palabra en la boca. Markel llegó corriendo en cuanto supo de la pelea. Tomó a Mar de la cintura, levantándola. Otro chico, de igual manera se metió en la pelea, agarrandola de los brazos.

—¡Tú eres la puta! —gritó Mar a la chica, aún un poco alterada. La chica la veía con cara de confundida, mientras intentaba zafarse de los brazos de el chico que la sostenía—. Si vuelves a decir algo de esto, ¡juro que te voy a joder la vida!, ¡¿me escuchaste?!

Mar se debatía entre los brazos que la sujetaban, su rostro reflejaba una mezcla de ira y frustración. Markel la miraba con preocupación, intentando calmarla con su presencia. La tensión en el aire era palpable, y todos a su alrededor observaban la escena con incredulidad. El profesor llega e inmediatamente las dos chica se calman, ambas tomando direcciones diferentes.

—Uy, ¿qué habrá pasado? —pregunté, con la curiosidad carcomiendome.

—Le ha llamado puta. Probablemente algún asunto de un chico.

¿Será? En el tiempo que llevamos conociendo a Mar, nunca le habíamos conocido a un chico, es más, los evitaba como si fueran alguna peste. Tal vez su corazón ya le pertenece a alguien, y ese alguien debe ser la principal razón de aquella pelea.

Ash, ahora no podría dormir. Como odio los chismes a media. Son como la comida del día, no se puede vivir sin ella.

El maestro nos mandó a posicionar en la cancha. Jugariamos voleibol. Mar pasó por mi lado en zancadas, chocando con mi hombro. Tuve la intención de darme la vuelta y gritarle, pero viendo como había estado hace segundos, prefería no alterarla más de lo que ya estaba.

—¿Crees poder servir para este juego? —Molesto a Lee, quien está a mi derecha haciendo unos calentamientos.

Dios mío, ¿cómo es que este chico sabe hacer de todo?

Se pone en frente, mirando por encima de mí: —Ehm, ¿quién me habla? —dice, burlándose de mí estatura. Luego mira hacia abajo, fingiendo darse cuenta—. Oh, ahí estás.

—¿Serás capaz de no irte a llorar cuando veas cómo esta enana gana en este juego? —Se ronca risa se hizo presente.

Hasta reía sexy el condenado. Me la pones bien difícil, Diosito.

¿Quieres apostar?

Lo miré: —¿Apostar? ¿Estás seguro?



#7670 en Novela romántica

En el texto hay: romance, latina, coreano

Editado: 24.04.2024

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