Hearts Alight: A qué te hago caer

Capítulo 06.

Pequeño insecto de ojos verdes.

︎▪︎▪︎▪︎▪︎☆▪︎▪︎▪︎▪︎▪︎

Narra: Lee Tae In:

Jeudy Marshall.

Pequeña como una hormiga.

Pedante como un insecto.

Y traviesa como un gato.

¿Por qué un ser con cara de ángel era capaz de ser tremendo demonio ingenioso y malvado por dentro? Era una incógnita.

—Me las vas a pagar, Marshall.

Ella, junto a las demás personas que me miraban, se burlaban de mí. Jeudy, con una cámara en su mano, no paraba de grabar frente al público. Esta  niña.

—Es que... yo no... —intentaba formular palabras, pero en cuanto su mirada se fijaba en mí, su risa estallaba y no podía decir nada.

Llevábamos así toda la tarde.

—Ya es suficiente.

—¡No! —Me detuvo—. Aún no has hecho el baile por completo.

—No puedo hacerlo.

—Dijiste que vestirte de mujer era algo básico —dijo, escrutando en la palabras que había dicho—. Te he puesto algo más original.

Puta de mi boca. ¿Por qué tenías que ser tan suelta?

Estábamos en un parque. En un jodido parque. Las personas que pasaban al lado, me miraban como si fuera alguna obra en exhibición. ¿Es que nunca habían visto a un hombre con vestidos? Estamos en el siglo XXI. Jalé a Jeudy del brazo y la lleve a un rincón.

—Vale, me rindo —Yo no era el tipo de persona que decía este tipo de cosas, pero viendo la situación, era capaz de dejar mi orgullo de lado—. Simplemente busca otro reto. No continuaré haciendo esta mierda.

Volteó su pequeño rostro hacia mí, con una sonrisa de boca cerrada. Asintió lentamente con su cabeza para luego con su boca, soltar un "no". La sonrisa que se estaba formando en mis labios, desapareció en un abrir y cerrar de ojos. Se dio la vuelta y empezó a caminar a donde se encontraba antes.

—¡Vamos desde el inicio! —gritó, creyéndose directora de cine—. ¡Lee, ¿qué haces aún ahí parado? ¡Mueve ese gran trasero! La canción del Otokke no se cantará sola.

Respiré profundo. Ella me debía una y me la cobraría tarde o temprano.

Me puse en mi sitio de nuevo, coloqué una sonrisa forzada de boca cerrada e hice mi mejor aegyo¹ para terminar con esta mierda de una vez por todas.

Niga nomy joa. Ottoke, ottoke? Niga nomy yepo. Ottoke, ottoke? Narang buso bole. Ottoke senga ke?².

La venganza es dulce. Y a mí me fascina lo dulce.

...

Una gorra.

Una chaqueta de cuero negra.

Y unos lentes oscuros.

La tipica ropa usada por los idols. Pero la triste realidad es que andaba con todo esto puesto porque Jeudy había publicado el video en todas las redes sociales habidas y por haber. Y, en todas había sumado una gran cantidad de vistas. Así que, sí, se podría decir que me había convertido en una celebridad, pero no de una bonita manera.

—Mira, es el chico del video en Twitter —Una chica rubia de baja estatura junto a otro empezaron a señalarme. Empecé a caminar a pasos apresurados pero aún así se acercaron. Joder, Jeudy—. Oye. No sé si es de mucha molestia, ¿podrías darme tu número? —La chica me extendió el celular.

Lo alejé con la palma de mi mano.

—Mis disculpas, pero no le doy mi número a desconocidas —dicho esto, me alejé por completo e inmediatamente me dirigí a mi aula.

Solté un gran suspiro y me dejé caer en mi asiento, poniendo la mochila a un lado. Cuando sentí que por fin podría tener paz, una Jeudy saltando de alegría se acomodó a mi lado, sonriendo como una jodida loca. No dijo nada. Solo se quedó sonriéndome. Sus ojos verdes estaban adornados debajo con unas pequeñas ojeras. Su cabello castaño era bastante y caía en ondas sobre su hombro. Y un pequeño flequillo evitaba que viera su frente.

—Eres como un insecto.

—¿Pequeño?

—Pegajoso, molestoso.

—¿Existen los insectos de ojos verdes? —preguntó.

Me reí, pensando que pregunta más estúpida podía ser esa, sin embargo ella se quedó seria. ¿Es en serio?

—Lárgate —ordené.

Ella hizo un mohín con sus labios. Parecía una niñita malcriada haciéndolo.

—Pesado. ¿Cómo puedes tener esa cara de amargado todo el santo día?

Suspiré profundo, me di media vuelta en mi asiento, quedando frente a ella y, con la poca paciencia que me quedaba, le espeté:

—Eres como un grano en el puto culo. No llevo una sola, escúchame bien, una sola semana conociéndote y me has jodido la vida más de lo que alguien ha podido hacerlo —Puse un dedo en su frente y empecé a darle pequeños empujones, ocasionando que se inclinara—. Quiero que te alejes de mí y no me hables ni para pedirme la hora. Si atrapo a esas dos bolas verdes mirándome —sonreí, ladeado e hice una pequeña pausa—, te los arrancaré y prepararé sopa con ellos.



#9704 en Novela romántica

En el texto hay: romance, latina, coreano

Editado: 24.04.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.