Hearts Alight: A qué te hago caer

Capítulo 07.

La desgracia tiene un crush hacia Jeudy Marshall.

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Narra: Jeudy Marshall.

Markel podía ser un idiota a veces, aunque me sorprendía la buena memoria que tenía. Hace mucho había estado hablando de una saga de libros que me apetecía comprar, pero que no había podido porque aún la versión que quería era muy reciente y no se encontraba en las librerías del país. No sé cómo lo hizo, tampoco como lo recordó, pero gracias a Markel, tenía a mis anhelados bebés en mis manos. Salté en sus brazos de la emoción. Era tanta, que no me cabía en el cuerpo.

Y, sí, es mi cumpleaños. Pero me da igual celebrarlo. Tampoco es como que mucha gente esté al tanto de ello.

Cuando ya lo solté, ni siquiera se cuanto tiempo estuve abrazandolo, puso una mano en mi cabeza, alborotando mi cabello como si fuera una niña pequeña.

—¡No sabes cuanto te quiero! —exclamé, emocionada.

—Lo sé, lo sé. Ya me la deberás.

—Muy buenos días, estudiantes. Por favor, tomen asiento para empezar las clases.

No sé cuanto tiempo pasó, solo sé que me desperté con todo el brazo babeado. Joder, me volví a quedar dormida de nuevo en clases. Si mi mamá se entera, me dejará sin celular por meses, de nuevo.

—Levántate. Vamos a almorzar.

Asentí, aún medio ida.

—Cada vez estás peor, Jeudy.

—Lo sé. Es que hay un nuevo drama en emisión y lo transmiten en la madrugada.

—Sí, pero estás perdiendo horas de clases y a parte estás bajando demasiado tus notas —Me regañó. Juro que podía ver a mi mamá parada frente a mí—. Es nuestro último año. No puedes actuar así de irresponsable todo el tiempo.

Rodé los ojos. No era para tanto. Mis notas no eran tan malas, simplemente que no eran excelentes. No es como si no hubiera sido así toda mi vida. El estudio no es lo mío, la verdad. Sigo con el sueño de casarme con un hombre rico y no tener que trabajar.

—Sí sigues así, lo siento muchísimo, pero tendré que decirle a mi papá para que hable con tus padres.

Me di la vuelta con la boca abierta.

—No serias capaz.

—Con tal de no verte mal, haría lo que fuera.

Estuve a punto de enojarme, pero tenía razón. Solo hacía porque le importaba.

—Está bien. Dejaré de ver dos de los dramas que estoy bviendo y solo veré uno —Me resigné.

—Y, también...

—¿Qué más quieres de mí? —Fingí un desmayo, dramáticamente, cayendo al suelo.

—Tenemos que hacer un plan de estudio. No te puedes desvelar. Desde hoy.

—¿Podemos empezar mañana? Mis bebés tiene un concierto... y se transmite en la madrugada.

Movió su cabeza de lado a lado, repetidamente.

Este era mi fin.

Caí por completo al suelo y me hice la muerta por unos segundos. Healy, ya acostumbrada a mí loquera, se sentó a mi lado con las piernas cruzadas. Yo hice lo mismo.

El maestro de química pasó a nuestro lado.

—Jeudy. Necesito que me haga un favor.

Mierda, su clase empezaba después de almuerzo y ya estaba molestando. Sonreí. Obviamente falsa.

—Por supuesto. ¿En qué le puedo ayudar?

—Lee, que bueno que también está aquí, así ayuda a su compañera.

Se dirigió hacia Lee, quien acababa de pasar a mi lado. Espera un momento... ¿dónde está Healy? La busqué por todos lados y mis ojos no fueron capaz de ubicarla. Esa traicionera.

—¿Sí? —respondió el chico a mi lado.

—Necesito que vayan al laboratorio de química y busquen estas cosas.

Nos pasó una hoja con varias cosas.

—Claro.

—Gracias —dijo, y automáticamente se fue.

Empezamos a caminar hacia el laboratorio. Estaba oscuro. Encendimos las luces. Estaba todo desordenado. Joder, no será fácil encontrar las cosas con todo tirado y fuera de lugar. Buscamos y encontramos algunas cosas, sin embargo había algunas que no encontrábamos.

—¿Dónde está el almacén? Podrían estar ahí —Señalé el lugar y él asintió en respuesta. Entré con él—. ¿Qué te sucede? No has dicho una sola palabra y con lo parlanchina que eres, se me hace medio raro.

Me di la vuelta hacia él. Tomé una pequeña butaca que había, la puse delante de él y me paré sobre ella, ganándole en altura al chico. Me incliné hacia él y cité las mismas palabras que me había dicho hace algunas horas:

Quiero que te alejes de mí y no te me acerques ni para pedirme la hora. Si atrapo a esas dos bolas verdes, mirándome, te los arrancaré y prepararé sopa con ellos.

Cuando terminé, la poca distancia que había entre ambos, empezó a ponerme nerviosa. No había calculado las cosas bien. Mi cuerpo, de un momento a otro, se inclinó tanto que no pude mantener el control. En un pestañar y abrir de ojos, mi cuerpo se encontraba aplastando al chico.



#10677 en Novela romántica

En el texto hay: romance, latina, coreano

Editado: 24.04.2024

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