Hearts Alight: A qué te hago caer

Capítulo 12.

Una chica aparentemente torpe.

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Malditos mosquitos.

Cada cinco segundos se me pegaba uno.

Se creían vampiros los desgraciados.

—Como mujer, me desangro cada mes y no sé cómo a penas sobrevivo, ¿podrían parar de chuparme lo poco de sangre que me queda en en el cuerpo? —Sentí mi brazo arder cuando mi mano se estrelló con ella. El pelinegro me miró alzando las cejas—. ¿Qué? ¿Te incómoda el tema de que las mujeres sangramos todos los meses? ¿En un tabú para ti?

Una rama golpeó mi pierna y casi me hace tropezar. Lee suelta una carcaja. Imbécil.

—Nací de una mujer —dice—. La menstruación no es un tabú para mí —Bajó la cabeza, evitando una rama. Si no es por él, me hubiera quedado sin cabeza. Sigo pegándome en el cuerpo, en busca de aniquilar a los desgraciados. El chico no parece inmutarse—. Pero que estés hablando con unos mosquitos, Jeudy... ¿Segura que estás bien de la cabeza?

Rodé los ojos.

Me agaché para recoger las ramas. Creo que con un poco más seria suficiente para la fogata.

—¿Todos son así, como tú?

No me miró. Continuó recogiendo las ramas.

—¿Todos? ¿Cómo yo?

—Todos los coreanos.

—¿Cómo es ser como yo?

—Antipático, odioso, imbécil, egocéntrico, maleducado, egoísta...

—¿Todas son como tú? —Lo miré, alzando las cejas. Me miró—. Habladora, fastidiosa, caprichosa, torpe, pedante, terca, insoportable...

—No, no todas son así —Me levanté haciendo quejidos. Las ramas pesan demasiado—. Soy única y detergente.

Me gustaba cuando alzaba las cejas, en señal de que no entendía algo. No se lo diré, pero se ve adorable.

Libera la rama que sostiene justo cuando estoy a punto de pasar, causando que se estrelle contra mi vientre. Mis labios se sellan en un esfuerzo por contener un grito.

Antes de que preguntara a qué me refería, lo detuve: —No preguntes. Aún te falta aprender de cultura latina.

—Los americanos son excéntricos.

Sonreí.

Un ruido seco resonó en el bosque. Mis pies cedieron y mi tobillo empezó a arder. Un gemido de dolor escapó de mi garganta. Lee se acercó a mí, agachándose para estar a mi altura.
 


 

—¿Estás bien? —preguntó, pero mi expresión de enfado ya le había dado la respuesta—. Vaya, veo que no. ¿Dónde te duele? —Empezó a palpar mi tobillo y cuando tocó una zona específica, mi cuerpo reaccionó y lo aparté de un empujón—. No, no parece estar roto —Se levanta, extendiendome una mano—. A ver, intenta levantarte.
 


 

Lo hice pero inmediatamente me apoyé en en mi pie, perdí el equilibrio y casi caigo de culo si no es porque el chico me sostiene de la cintura. Debido a la acción y en el lugar en el que se encuentra su mano, unos nervios recorren mi cuerpo.
 


 

—No puedo.
 


—¿Y ahora? Tenemos que volver al campamentos antes de que anochezca.

Sonreí para mis adentros.
 


 

Esto significaba que tendría que llevarme en brazos hasta el campamento. Era el cliché de fanática de los dramas asiáticos que siempre había soñado.
 


 

Y yo, Jeudy Marshall, estaba a punto de vivirlo.
 


 

Lee suspiró profundamente.
 


 

—No queda otra.
 


 

Se dio la vuelta, dándome la espalda. Esto no estaba en mis planes, pero las cosas se estaban tornando a mi favor. Levanté mis brazos para que me cargara, pero apenas lo hice, casi me caí de bruces al suelo. Cuando me enderecé, vi que Lee traía una carretilla con troncos y ramas.
 


 

Este idiota.
 


—Vamos, ¿qué esperas? Sube.

Sonrío.

Lee, como quiero agarrarte del cuello y estrujarlo hasta ver tu cara completamente roja.

Me acerco a la carretilla saltando con un pie. Me recuesto en ella. Pinche madre incómoda.

—Podría haberte dejado aquí sola, pero no lo hice. Puedes tachar la palabra egoísta de tu lista —dijo, sonriendo de lado.

—Pero sin duda, lo egocéntrico se queda —respondí.

—La torpeza en ti es evidente —contraatacó.

Touché.

Cuando llegamos al campamento, Markel se me lanzó encima, cargandome hasta la cabaña, donde me ayudó a vendarme el tobillo.

Un medic7o acudió. Me diagnóstico un esguince leve en el tobillo y me indicó mantenerlo elevado y aplicar hielo varias veces al día durante los próximos dos días para reducir la inflamación. Me sugirió evitar apoyar el pie tanto como fuera posible y usar una venda elástica para ayudar a sostener la articulación.



#7670 en Novela romántica

En el texto hay: romance, latina, coreano

Editado: 24.04.2024

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