Hearts Alight: A qué te hago caer

Capítulo 15.

Un complot para volver a Jeudy Marshall loca"

 

▪︎▪︎▪︎▪︎▪︎☆▪︎▪︎▪︎▪︎▪︎


Narra: Jeudy Marshall.

Lo volvió a hacer.

Healy entra por la puerta de la cabaña.

—Hey, ¿qué pasó? Vi como saliste corriendo —Se detiene un momento al verme—. ¿Dónde te metiste? Huele horrible.

—El imbécil me besó —dije. No tuve que decir más porque Healy ya sabía a qué imbécil me refería. Se sentó a mi lado—. Bueno, no me besó, nos besamos —Empezó a brincar en la cama de alegría—. Aunque, ¿se le puede llamar beso a un piquito sin lengua?

Se detuvo.

—A ver, a ver. Se clara. ¿Qué pasó?

Me giro hacia ella estar frente a frente.

—Estábamos jugando. La boja se me fue a un lodazal y pues me puse a buscarla. Puedes imaginar la escena, me sentí humillada. Él se ofreció a ayudarme. Cuando intentó levantarme, sin querer ambos nos caímos al lodo y... nuestros labios quedaron juntos —Junto mis dedos a mi boca, para enseñarle más gráficamente cuan cerca se encontraban.

Ella sonríe: —¿Y él como reaccionó?

Mordí mi labio.

—Le grité que me lo devolviera.

Miro fijamente a mi amiga, quien sonríe de manera forzada y evita mi mirada. Sabía que lo que había dicho era digno de ponerlo en el museo de las pendejadas, pero que ella me lo confirmara, me hacía sentir mejor.

¿Es notorio el sarcasmo, no?

Me tiro de espaldas a la cama, lanzando patadas. Se acabó. No voy a salir de esta cabaña hasta que la humanidad se extinga. Hasta que Lee Tae In desaparezca de la faz de la tierra.

—No creo que sea tan malo. ¿Él hizo o dijo algo?

Asentí.

—Me dijo que era rara —La expresión de vergüenza ajena de mi amiga era bastante obvia—. Después me preguntó que sí de verdad quería que me lo devolviera.

Y, en ese momento, la chica abrió los ojos con asombro y ensachó una sonrisa de oreja a oreja.

—Serás pendeja, Jeudy —Alzo una ceja en señal de confusión. Se da un manotazo en la frente, soltando un profundo suspiro.

—¿Qué?

—A ver, chica. ¿Qué te ha causado el beso? ¿Te gustó, no te gustó...?

—Pues... —Jugueteo con mis manos, luego las miro y me arrepiento de esa acción—. ¿Qué te voy yo a decir de un pico? Menos cuando no sé besar.

—¿Tú crees que sí a él le hubiera disgustado o algo, te hubiera preguntado para devolvértelo? ¡Estúpida, era una señal para que se volvieran a besar!

—¿Quería volverme a besar?

—Sí, estúpida. ¿Qué vas a hacer ahora?

¿Yo? Nada.

No pienso a arriesgarme a qué tenga la oportunidad de humillarme.

—Mi papá me busca, pero luego hablaremos de esto —dice, saliendo de la cabaña.

Cuando confirmo que ya se ha ido, tomo mi almohada y la coloco en mi cara, soltando un grito de felicidad. Lee se me había insinuado, ¿a caso era posible? Mi mente no podía siquiera imaginarlo.

En la noche, salí al bosque, donde los estudiantes habían preparado una pequeña fiesta. Y sí, como monitoria estaba supuesta a evitar que hicieran este tipo de cosas, pero, vamos, si no hubiera sido por el malentendido, yo estuviera aquí como estudiante, así que, en pocas palabras, me vale tres pitos lo que hagan. Peor no me podía ir.

Me tomé algunas vasos, hasta había perdido la cuenta de cuántas iban ya, pero tranquilos, mi tolerancia al alcohol es bastante alta. Y, mentiría si dijera que en toda la noche la cara del chico no se me cruzó por la mente. A cada rato, me encontraba a mí misma buscando por su imagen. Y pasó. Lo encontré. Bailando con Zarah. Esa falsa pelirroja que encontraba cada oportunidad para fastidiarme.

Una sonrisa de satisfacción llenó mi cara cuando vi como ella le estampó una cachetada con la mano bien abierta al asiatico. El hermano de la pelirroja, cuyo nombre no sabía porque jamás había cruzado palabra, se acercó al susodicho, señalando de repente a donde me encontraba. Lee miró, cruzandose nuestras miradas por unos milisegundos, porque los aparté en cuanto tuve la oportunidad.

—Voy por aire —avisé a Healy, quien me comprendió.

Caminé hacia una parte un poco más alejada del bosque. Las luces del camino chocan con un pequeño lago, haciendo de este, algo llamativo. Me acerco a la horilla.

—¡Boo! —Algo detrás de mí me asustó,  haciendo que pierda el control de mis piernas y caiga directamente al río.

El rubio se asomó, con una expresión de terror en el rostro, y balbuceó mi nombre.

—¡Eres un imbécil! —le grito.

—Perdón, perdón. Te juro que no era mi intención.

—Sí, eso mismo que diré a las autoridades cuando encuentren tu cuerpo tirado en el río: "No fue mi intención" —digo, imitando su voz. Veo como se queda parado sin saber que hacer—. Dame la mano, imbécil, ¿te vas a quedar ahí?

Asiente rápidamente, haciendo lo que le dije. Cuando extiende su mano, al ver que él impulsa pero yo me mantengo rígida, abre los ojos con espanto y yo dibujo una sonrisa en mis labios, susurrando:

—Ah, ah, mala decisión.

Tiré de su mano, provocando que cayera.

Me rio tanto, que se me olvida que el río está tan frío como un glaciar.

El rubio saca su cabeza del agua, echando su cabeza hacia atrás, de una manera que no es, digamos que, saludable para las hormonas de las mujeres. Este tipo era pura sensualidad por todas partes.

Chasquea la lengua, sonriendo.

—Me lo merezco, me lo merezco.

Me provoca una risa.

Choco mi mano con su pecho.

—El agua está fría, idiota.

—No pensé que fueras tan gallina como para tropezar con tus propios pies.

—Perdón, Superman. ¿Cómo no me voy a asustar si ando sola en el bosque y, de repente una criatura extraña se me aparece por detrás?

Pone mueca de ofendido.

—¿Criatura extraña? Bueno, mi belleza viene de otro mundo así que podría ser válida.



#7685 en Novela romántica

En el texto hay: romance, latina, coreano

Editado: 24.04.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.