Hearts Alight: A qué te hago caer

Capítulo 18.

La enigmática chica de ojos verdes.

Se sentía liberador no tener que usar la misma ropa todo el día. Por fin, era el momento de lucir uno de los muchos conjuntos que había empacado. Aunque no había tenido la oportunidad de mostrarlos, esta noche sería diferente.

—Escuché que Markel participará en el concurso —comentó Healy.

¿Markel tenía algún talento aparte de practicar deporte?

—¿Y qué va a hacer?

—No sé muy bien pero lo vi cargando algunos instrumentos musicales.

—¿Markel y la música?

—Aunque suene extraño, aparte de eso, puede bailar, tocar el violín, tocar el piano y un sinnúmero de talentos —respondió Healy.

Tenía sentido, combinaba con su personalidad de niño rica. En cambio, yo era terrible tocando instrumentos. Una vez intenté aprender a tocar la guitarra. Había un chico que me molestaba todo el tiempo, así que, en un arranque de ira, le rompí la guitarra en la cabeza.

—¿Cuál es el premio esta vez? —pregunté.

Aún no lo habían anunciado, pero suponía que ella, siendo la hija del director, debía saberlo de antemano.

—Escuché que son unos cuantos dólares —respondió.

Me levanté de la cama.

—Creo que puedo cantar incluso estando resfriada.

—Pero si ni siquiera puedes cantar sin estar resfriada, imagínate ahora.

Desearía haber aprendido a tocar la guitarra. Necesitaba dinero. Me gustaba salir, pero mis padres ya estaban hartos de todas las veces que les pedía dinero. Estaba considerando conseguir un trabajo a medio tiempo.

Cuando regresara, prepararía mi currículum.

Llegamos al lugar y tenía que admitir que se lucieron. Estaba increíble. El escenario era enorme, con diferentes instrumentos, y unas luces colgaban sobre los asientos, creando un ambiente colorido. Me hubiera encantado participar, pero solo era buena para ver maratones de dramas y sacar malas notas en la escuela.

Alguien se acercó por detrás y me tapó los ojos con sus manos. Intenté adivinar quién era tocándolas. Eran grandes. Sin dudarlo, pronuncié su nombre.

—Markel.

—El amor de tu vida —dijo él.

Le di un golpe en el pecho.

—¿Cómo es que tú estás bien y yo ando aquí muriéndome de un resfriado?

—¿Estás enferma? —preguntó.

—Por tu culpa.

Se acercó a mí y puso su palma en mi frente, aparentemente tomando mi temperatura. Su cercanía me hizo sentir algo en el estómago y, sin quererlo, recordé la noche anterior cuando estábamos cerca y había una tensión palpable entre nosotros.

Me preguntaba qué hubiera pasado si él no hubiera interrumpido aquel momento. No sabía si debería preocuparme por ello, pero la verdad es que estaba curiosa por saber qué habría sucedido.

—No tienes fiebre. Iré a conseguirte algo para la gripe —dijo Markel, dándose la vuelta para irse. Pero lo detuve, agarrándolo de la muñeca.

—Ya me tomé una.

—¿Ese no es Lee? —señaló Healy al escenario.

Efectivamente, era él. Y parecía que iba a participar en el concurso. No me sorprendió del todo, Lee parecía ser bueno en todo lo que hacía. Aunque sí me sorprendió un poco verlo participando en este tipo de eventos, ya que siempre había evitado llamar la atención.

Con la curiosidad a flor de piel, me adelanté para tomar asiento. En ese momento, el director subió al escenario.

—Buenas noches, estudiantes de último año. Sé que están emocionados por experimentar la última actividad del año...

Mientras observaba a Markel acercarse al chico encargado de la música para darle algunas indicaciones, me preguntaba qué estarían planeando. Healy le sonrió y asintió, como si estuviera de acuerdo con sus planes. La curiosidad me consumía.

El evento comenzó y muchos estudiantes demostraron sus talentos, que resultaron ser impresionantes. Me sentía un poco inútil en comparación, ya que no tenía ninguna habilidad destacable. Me conformaba con disfrutar de las maratones de dramas y sacar malas notas en la escuela.

Llegó el turno de Marimar, y sin siquiera empezar su presentación, ya sabíamos de qué se trataba. Su talento era el baile, específicamente el ballet contemporáneo. Fue una presentación increíble y probablemente la mejor hasta el momento.

Finalmente, llegó el turno de Lee. En el escenario, había un caballete y un lienzo, captando la atención de todos. Me pregunté si Lee se dedicaría a la pintura. Había imaginado que su actuación sería musical, quizás tocando el piano.

—¿Vas a pintar? —preguntó el presentador—. Recuerda que el tiempo asignado para cada participación es de diez minutos.

—¿Diez minutos? —preguntó Lee, sonriendo—. Solo necesitaré tres.

—Parece confiado —comentó el presentador—. Vamos a cronometrar esos tres minutos, entonces.

Lee sonrió y aceptó sin dudarlo. La cuenta regresiva comenzó.



#11158 en Novela romántica

En el texto hay: romance, latina, coreano

Editado: 24.04.2024

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