Hearts Alight: A qué te hago caer

Capítulo 21.

Me duele el corazón

Capítulo 21.

Decir que escuchar aquello me había dejado con la lengua atascada en los dientes, era poco. Todos habíamos quedado sin palabra. ¿Desde cuándo Marimar me defendía de los insultos? ¿Desde cuándo se peleaba por defenderme? Esa no es la Mar odioso y antipática que yo conozco, más bien, que todos conocemos.

—¿Qué está pasándote últimamente? —Healy cuestiona recostada a mi lado—. Te han pasado más cosas en tres meses de lo que te ha pasado en tus diecisiete años de vida. Todo de manera dramática.

Suspiro. Ni yo misma lo entiendo. Mis pensamientos son un caos. Tengo tanto en qué pensar que ni siquiera puedo concentrarme en uno solo. No sé cómo manejarlo. Mi cabeza es un tumulto.

—Necesito aire —Me levanté de sopetón de la cama, respirando a diez millas por hora—. Estoy cansada mentalmente.

—Ni duda de que lo estás. Honestamente no sé cómo no has colapsado.

—Estoy estresada —Quiero llorar—. Markel me está ignorando desde el campamento.

—Su hermana no te odia después de todo —Me sigue Healy.

—Lee parece odiarme porque cree que jugué con él.

—Pero es simplemente un hipócrita porque mientras estaba aquí, le pegó el cuerno a su prometida contigo.

—Vámonos de fiesta —Solté sin pensarlo más de una vez.

Tengo demasiado tiempo que no salgo de fiesta. La Jeudy rebelde que no hace los que sus padres le dicen y que anda montando líos como si fuera el fin del mundo, últimamente ha estado muy tranquila.

—Yo no puedo —dice—. Recuerda mañana es día de padre e hija —Ah, es cierto—. Pero puedes venir mañana a  compartir con nosotros.

—Intentaré pasar mañana.

Healy terminó yéndose temprano pero aún así, tenía ganas de salir. ¿Cómo iba a salir cuando mi mejor amiga no andaba conmigo? Tomé mi celular con la intención de llamar a Markel. No sé si debería hacerlo. Tenía casi una semana sin hablar con él y siento que de alguna manera y sin darme cuenta, las cosas se pusieron un poco incómodas.

Lo hice, a pesar de las dudas.

¿Sí?

Un cosquilleo en el estómago me deja sin palabras.

—Mmm, yo... —No es un desconocido, es mi amigo de toda la vida—. ¿Cómo estás?

—¿Pasa algo?

Estaba dormido, lo sé por lo brusca que suena su voz.

—¿Por qué preguntas eso?

Un suspiro al otro lado de la línea me alerta: —Solo me llamas cuando me necesitas.

—No es cierto.

¿Hay algún problema?

—Markel, no te llamo para que resuelvas mis problemas.

—¿Entonces qué quieres? —su tono suena brusco, como si estuviera incómodo o cansado.

—Quiero estar contigo.

Un silencio pesado se instala.

—¿Qué?

—Quiero decir que quiero salir contigo.

Otro silencio.

Maldición.

No te entiendo, Jeudy...

—¿Por qué no vamos a una fiesta?

¿Lo estoy utilizando porque no quiero ir sola? Pff, claro que no. Es mi amigo, es normal.

Pensé que me rechazaría o que colgaría el teléfono de manera abrupta. Sentía que de alguna manera me estaba aprovechando de él. Algo se siente diferente y no me gusta. No me gusta sentir que pierdo comunicación con una de las personas más importantes de mi vida.

Paso en quince por ti.

Al menos podría darme cuenta de eso ahora.

#

Más tarde en el auto de Markel las cosas no mejoraron. Había silencio y el chico y la palabra silencio eran dos antónimos, dos cosas totalmente opuestas. Otra señal de que las cosas no andaban muy bien.

—¿Pongo algo de música? —Intento aligerar el ambiente. Asiente sin decir palabra—. ¿Qué quieres escuchar? ¿Ponemos tu canción favorita? 

—No sabes cual...

El radio empieza a reproducir la pista para luego darle paso a la letra de la canción. La canto. También es una de mis canciones favoritas. La amo. Lost in the wild es una joya. 

Llegamos a la fiesta y Markel ni siquiera se despide de mí. 

Es una fiesta al lado de la playa. Me daría un chapuzon más tarde.

Me topo en el camino con varias personas del colegio y, es de esperarse, uno de los estudiantes fue el responsable de la organización. Me íntegro en un de los grupos. La socializacion con desconocidos nunca ha sido un problema para mí. Las copas no se hacen esperar. 

Siento una mano jalarme de la muñeca y segundos más tardes, la cara de Markel está frente a mí. Camina conmigo entre la multitud, no sin antes llevarse consigo las miradas de varias chicas en la fiesta. Y lo miro, haciendo que también se robe la mía.  El chico lleva vestido con una chaqueta negra encima y su cabello se mueve con sus pasos. No me mira en todo el rato. Salimos de la casa y me sienta en una silla. 



#11158 en Novela romántica

En el texto hay: romance, latina, coreano

Editado: 24.04.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.