Cuenta la leyenda que hace millones de años, el dios del amor, conocido por enamorar a dos destinados, se enamoró. El dios jamás había sentido eso por nadie, pero ahora lo sentía por la luna, una hermosa mujer que bailaba sobre la piedra lunar. Todo el tiempo era hermosa su piel blanca, un vestido color gris que rodeaba la piedra lunar y hacía que todo el planeta Tierra brillara en la noche.
Pero el dios vio que la Luna estaba destinada a estar con el Sol. Este furioso les mintió a los padres de la Luna y les pidió la mano de su hija. Los padres, al escuchar las palabras del dios del amor, las cuales fueron: "—Su hija Luna es la destinada a estar conmigo, a compartir todas las mañanas ; dénmela como prometida y les daré lo que quieran". Los padres aceptaron y le entregaron a Luna como su esposa.
Luna era novia del Sol cuando escuchó de la boca de sus padres salir: "Te casarás con el dios del amor ". Cayó al suelo de rodillas. —No, padre, no puedo casarme con el dios del amor. —Sus padres, enojados, la amenazaron: —Es tu destino, ¿quieres quedarte sola para toda tu vida? —Luna les reprendió: —Sol puede casarse conmigo, el destino no importa, es una mie... —Su padre le dio una cachetada. —Ingenua, tú y Sol no son compatibles, son como el agua y el fuego.
Luna llegó a la piedra lunar, se sentó y empezó a llorar. El dios de la muerte la vio y se acercó a ella y le dijo: —Dame tu alma y te entregaré al Sol; podrán ser felices para siempre. Luna sabía sobre los engaños de la muerte, pero estaba decidida a hacer lo que fuera necesario. Cuando el dios del amor se enteró de que Luna estaba dispuesta a vender su alma, la visitó y le dijo: —Cásate conmigo y dejaré que el Sol sea tu amante.
Luna, toda ingenua, se casó con el dios del amor. El día de su luna de miel, este le dijo: —Déjame ir donde el Sol; ya me casé contigo. —El dios del amor empezó a sonreír fuertemente. —Ingenua, no irás con el Sol hasta que pasen siglos; cada siglo podrás juntarte con él una o dos veces o el tiempo que yo quiera.
Luna furiosa envenenó la copa del dios del amor, pero este se dio cuenta y la tiró al suelo, y enojado le dijo: —Con buena voluntad te di la opción de ver al Sol cada siglo el tiempo que yo dijese, y tú decides asesinarme. Te maldijo, Luna. Cada vez que veas al Sol, podrás cumplir deseos a la gente de la tierra, pero cada deseo tendrá un precio que pagar, Luna ingenua. —