Hechizante Tentación

Capítulo 2.

No soy valiente. Estoy aterrorizada, siempre estoy aterrorizada. 
 


 

-Teen Wolf| Allison Argent.

Pasan los minutos, pero Jack parece no estar listo más hablar, como si tuviera el impulso de callarlo todo e irse de una vez. Y yo estoy cada vez más ansiosa, preparándome mentalmente para cualquier término bizarro que explote frente a mí.

Caleb, al ver que mi hermano es incapaz de comenzar una oración, se gira hacia mí e intenta hacer que lo mire a los ojos. Cuando lo logro, a duras penas, suspira y comienza a explicar.

—Existen dos mundos; el de los humanos y el de los seres mágicos y sobre naturales.

No respondo, tampoco comienzo a reírme como si todo fuera una mala broma. Vi lo que hizo conmigo, vi sus ojos y vi mi collar, no puedo negar que algo de todo eso es real. Pero no quiero afirmarlo, sería darle vida a la fantasía de los libros.

—Nuestra existencia era un mito hasta que un humano descubrió el portal a nuestro mundo, ahí iniciaron los problemas. Comenzaron a investigar, a seguir a nuestra especie, los secuestraban y estudiaban. Algunos nos querían vivos y otros muertos, nos tomaron como una abominación, una creación del diablo —se ríe al decir lo último —. Soy hechicero, Hannah. Algo muy distinto a un brujo para nosotros pero lo mismo para ustedes.

Mis manos tiemblan y me abrazo a mi misma, intentando unir los cabos sueltos con esa información. Todo comenzó a acumularse en mi cabeza y ahora es un área muy desordenada. Abro la boca para decir algo pero la vuelvo a cerrar y frunzo el ceño confundida.

Levanto la vista hacia mi hermano.

—¿Eso que se supone que tiene que ver con nosotros?

—Nuestro padre era un hechicero —dice como si fuera algo normal —. Cuando los brujos, mediante los humanos, descubrieron la forma de entrar al otro mundo no perdieron tiempo, se creo la guerra y miles de hechiceros, brujos y humanos murieron. Los brujos querían lo inalcanzable, el poder de los cuatro reyes, el cual estaba escondido en un gran collar bajo llave.

Mi cabeza acaba de hacer cortocircuito.

—Él fue parte de la realeza y solo él sabia donde estaba el collar. Lo tomo y huyo de su mundo para mantenerlo a salvo. Ahí conoció a nuestra madre, quien lo ayudo a refugiarse. Se enamoraron, nosotros nacimos y papá te dio el collar porque creyó que nunca descubrirían que el gran poder podía tenerlo en el cuello una niña de 6 años. Los humanos no conocen la existencia de estos porque se encargaron de borrarle la memoria a cualquier humano que supiera la verdad. La magia existe y nosotros somos parte de ella.

Lo miro unos segundos, atónita. Pero una gran sonrisa comienza a formarse en mi boca, eso los desconcierta a ambos. Luego comienzo a reírme.

—Ya, les salio genial el chiste, en serio —seco una lágrima imaginaria y me incorporó de la cama —. Sabemos que solo es que tuve en día muy loco, se me pasará.

—¿Hannah?

—La fase de la negación —se encoje de hombros Caleb.

—No, es que tiene gracia, me hicieron creer todo esto. ¿Qué sigue?, ¿mamá es la mujer maravilla?

—No es una broma, Hannah. Todo esto es real.

Jack extiende su mano hacia mis zapatillas en el suelo. Mi respiración queda atascada cuando estos comienzan a elevarse en el aire como si nada.

Mi expresión cambia de golpe.

—Pero no es posible —niego con la cabeza y comienzo a retroceder —. Esto solo sucede en los libros, no esperaba que alguien desprendiera luz del trasero en la vida real.

—Es real, demasiado diría yo —se encoje de hombros Caleb.

—Pero no tiene lógica.

—Esto no deberías pensarlo con lógica, sólo sucede.

—Mierda —susurro llevando ambas manos a mi cabello, levanto la vista enloquecida—. Si es real, es real. Carajo, ¿los unicornios existen? —pregunto desviando la vista hacia Caleb.

Frunce el ceño.

—¿Qué es un unicornio?

—Eso fue peor que saber que la magia existe —señalo a Caleb.

—¿Estas bien? —pregunta Jack confundido intentando acercarse.

—Claro... Bueno no, quizá si pero no. No todos los días descubres que tienes magia.

Suspira.

—Existe otra cosa que necesitas saber.

—¿Más?

—Papá no murió en un accidente de auto, lo mataron para conseguir el collar.

Mi garganta se cierra y mi mente deja de procesar la información de los hechiceros, en ella solo aparece la imagen de mí llorando cuando me dijeron que tuvo un accidente. Recuerdo como se rompió mi corazón, como sufrí.

Ese dolor tan insoportable comienza a crecer en mí nuevamente.

—¿Qué? —susurro, mis ojos comienzan a desbordar lágrimas —. ¿Me mentiste todos estos años con algo tan cruel?

—Era necesario protegerte —intenta explicar.

—Y una mierda —niego con la cabeza —. Esto es demasiado.

—Hannah.

—Es cruel, prefería no saber esa parte.

—Entiende algo, Hannah. Mataron a papá para conseguir el collar, ¿entiendes lo que eso quiere decir? Te están cazando, como si sólo fueran un estorbo delante del objetivo.

—Ahí entro yo —Caleb levanta la mano en una mueca —. Estoy encargado de matar a cualquier persona que se acerque a ti para dañarte, me contrataron para protegerte. De nada —hace una pequeña reverencia, como si tuviera una especie de privilegio teniéndolo cerca. 

A mi mente vienen las veces que sentí que me seguían, cuando sabia que alguien me estaba observando, cuando lo escuchaba en mi mente. Sabía que algo extraño sucedía en este lugar pero era mejor negarlo que enfrentar todo.

—Es demasiada información que asimilar.

—Lo entiendo —Caleb se encoje de hombros y avanza hacia mí —. Asimilarlo solo lleva unas horas, es lo que necesitas. Adiós.

No abre la puerta, no me aparta de su lado. Lo veo atravesar la pared de mi cuarto como si fuera solo una cortina. Me giro hacia mi hermano.

—¿Se supone que tengo que acostumbrarme a eso?

—Si tú quieres —se ríe por primera vez en lo que va de la noche.




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