Hechizante Tentación

Capítulo 3.

Estrellas, oculten su fuego. 
 

No permitan que ninguna luz vea mis oscuros y profundos deseos. 
 

-Shakespeare| Macbeth. 
 

Siento la mirada de ambos en mí, pero yo no sé qué decir. 
 

¿Es que se supone que tengo que responder algo? 
 

Siempre he sabido que decir en todo momento, con las justificaciones o explicaciones justas. Pero ahora estoy muda, no se si es necesario expresarme, intentar justificar el que estuviera encima de Caleb al momento de que mi hermano entrara. 
 

—¿Estás esperando a que diga más? —pregunto confundida. 
 

El aire se siente tenso, pero en ningún momento Jack mira a Caleb, como si él no fuera responsable de sus acciones también. 
 

Suspira, diría que parpadea por primera vez en minutos.
 

—No estoy molesto —niega con la cabeza y se vuelve hacia Caleb —. Solo es difícil quitar de mi mente la imagen de ustedes dos en esa cama. 
 

«Si hubiera llegado unos minutos tarde quizá la imagen hubiera sido otra, ¿no? 》


 

Desvío la vista un segundo hacia Caleb, tiene las manos dentro de los bolsillos traseros de su jean, con esa estúpida e imborrable sonrisa  que me deja claro que todo esto solo es una broma para él. 
 

Suelto el aire que estaba conteniendo inútilmente. 
 

—¿Pero que hacías tú en su habitación a medianoche? —se gira hacía el susodicho. 
 

—Vigilando —dice simplemente, sin mentiras.
 

—¿A mi hermana? —frunce el ceño. 
 

Mientras discuten el porqué se mete a mi habitación a medianoche el ambiente empieza a tornarse caluroso, aún con el frío que se metía en mi cuerpo hace minutos. Frunzo el ceño y desvió la mirada a otra parte, buscando la causa de ese calor que comienza a sofocarme. 
 

—No a ella, a la puerta —dice como si fuera algo obvio. 
 

Comienzo a abanicarme con ambas manos, intentando buscar la causa de esto. 
 

—¿No hace un poco de calor?—pregunto mareada por la elevación de la temperatura y pasó una mano por mi brazo, intentando rascarlo.
 

Algo parece salir mal y de mi mano se desprende una luz violeta, que deja rastro en mi brazo como si fuera una babosa. Pego un grito y salto de mi lugar, queriendo deshacerme de lo que sea que se aferra a mi brazo con fuerza. Es caliente y se siente como si me apretaran con pinzas. El calor que sentía en mi cuerpo parece aferrarse a eso, y quema. 
 

Esperaba que de mi primer hechizo saliera luz de sol, no una especie de baba de colores que intenta quemarme viva.

 

—Mierda —susurro viendo el líquido. 
 

—Ese es un hechizo demasiado avanzado —Caleb frunce el ceño y se acerca con zancadas hacia mí, me estira con delicadeza el brazo y luego susurra unas palabras —. No debería ocurrir en tan poco tiempo. 
 

—¿Por qué? —pregunto fascinada por como va aclarándose el color hasta desaparecer y liberar mi brazo de la presión y de la temperatura mareandome. 
 

—Es un hechizo mortal —frunce el ceño, toma las palmas de mis manos y las examina —. Se supone que con la práctica sería uno de los últimos hechizos en realizar. 
 

Jack se acerca a mi costado y mamá aparece en bata y con el cabello todo desordenado. Mi grito parece haberla asustado un poco. 
 

—¿Qué sucedió? —pregunta al ver a Caleb examinar mi cuerpo y rostro con gran concentración. 
 

—Los hechizos se adelantaron, vuelve a dormir, ma —ella no se mueve. 
 

Sonrió y me giro un poco para poder verla con claridad. Tiene el ceño ligeramente fruncido y retuerce sus manos sobre su estómago. 
 

—Estoy bien, solo fue un pequeño susto. 
 

—Podrías haber perdido el brazo —me susurra Caleb llevando ambas manos a mi rostro ya examinándolo de punta a punta. 
 

—No voy a decirle eso. 
 

Sus ojos perdieron el celeste natural, ahora son una especie de gris que recorre mis labios, mis ojos, mis mejillas, mi cabello y mi cuello. Como si fuera un doctor. 
 

Mi pensamiento parece sacarle una pequeña sonrisa que me es visible solo a mí. 
 

Mamá se queda unos minutos parada en la puerta hasta que Jack va hacia ella y la conduce nuevamente hacia su habitación. Caleb y yo quedamos solos otra vez, pero ya no es excitante. 
 

—¿Es por el collar? 
 

Lo sucedido queda en segundo plano. 
 

No dice nada y yo suspiro, al parecer cuando quiere puede ser muy silencioso. Eso o está muy concentrado leyendo mi mente como para prestarme su atención. 
 

—Sí —asiente sin sacar ambas mano de mi cuello. 
 

Entrecierro los ojos, consciente de que ya no está inspeccionandome. 
 

—¿Es grave? 
 

Vuelve a quedarse en silencio. Ruedo los ojos y hago el amague de alejarme, pero sus manos suben a mi rostro y sin previo aviso planta un beso en mis labios. 
 

Cuando me aleja tengo los ojos abiertos y la sensación de no haber dormido por días. Intento aclararme la vista y vuelvo a rebobinar ese beso una y otra vez hasta que siento sus manos soltarme. 
 

—Estaras bien, no pienso dejar que algo te suceda —susurra, yo subo la vista a sus ojos, hipnotizada, pero toda la fantasía desaparece cuando agrega —. Es mi trabajo. 
 

Y se va, no sin antes apagar la luz que prendió Jack al entrar y cerrar la puerta lentamente. 
 

¿Qué mierda? 
 

Llevo una mano a mi boca, sintiendo el tacto de los suyos como si fuera sólo un viento que en realidad nunca ocurrió. 
 

Vuelvo a tirarme a la cama y sueño con sus labios. 


 

•••


 

Septiembre 26 de 2016, 12:30 PM. 
 

—¿Y entonces solo te dio un beso? —pregunta Emily antes de meterse una papa a la boca. 
 

Tuve que contarle mentiras sobre todo, porque no le envíe un mensaje luego de que "me cansara de seguirlo". Lo más asqueroso de esta situación es mentirle a las pocas personas que confían en tu buen juicio, cuando ocultas algo así de grande puede ser una patada en el trasero si se entera. 
 




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