Hechizante Tentación

Capítulo 7.

La llaman esperanza, ¡ese fuego de fuegos!
Pero no es más que la agonía del deseo.
 

-Edgar Allan Poe| Tamerlane.
 


 

HANNAH 
 


 

8:00 PM.


 

El cielo azul oscuro que veo al abrir los ojos es hermoso; las pequeñas estrellas esparcidas por todo el cielo es alucinante. A través de la ventana del coche puedo notar que también hay arboles grandes rodeando toda la ruta, no hay casas, no hay nada, solo simples arboles gigantes ocultos en la oscuridad de la noche. 
 


 

El auto donde va mi madre lo perdimos de vista hace una hora ya, asustada le había pedido a Caleb que fuera más rápido, como siempre no me escuchó y siguió conduciendo a velocidad moderada diciéndome que no tengo que hacerme problema, no va a pasarnos nada. 
 


 

Alejo mis ojos de la ventana y volteo perezosamente mi cabeza hacía los asientos traseros, donde Jack y Emily duermen abrazados. Sonrió al recordar como Jack acariciaba su cabeza y hablaba con ella tratando de distraerla de todo el desastre de hace horas. 
 


 

Volteo lentamente hasta estancar mis ojos en aquel chico irritante que conduce con sus ojos fijos en la carretera y sus manos agarrando con fuerza el volante. Me deleito unos segundos recorriendo todo su rostro definido; su mandíbula cubierta por una a penas visible barba, sus cortas pestañas quedando perfectas con esos grandes ojos celestes, y su cabello marrón cubriendo un poco sus ojos le dan un toque totalmente sexy, sus labios rosados y carnosos podría morderlos fácilmente con mis dientes. Una sonrisa crece en sus labios y me mira de reojo un segundo. 
 


 

Mierda, ¿yo acabo de decir que podría morder sus labios? Bien, estoy perdiendo la cabeza. 
 


 

—Si quieres yo conduzco—le susurro para no despertar a los demás. Trato de cubrir el sonrojo de mejillas con mis manos y sonrío. 
 


 

En sus ojos se marcan unas grandes ojeras que quizás también están en los míos, solo dormí media hora ya que aquellas imágenes de personas muertas aparecieron en mi cabeza convirtiéndose en horribles pesadillas que hicieron que me despertara temblando. Pero a él lo vi cabecear como 10 veces pero nunca se durmió, volviendo siempre su atención a la carretera. 
 


 

Este me mira de reojo nuevamente y sonríe con burla. 
 


 

—¿Tú sabes conducir? 
 


 

—Si se conducir, Jack me mando a clases de manejo hace unos meses. Tan pendiente que estas de mí deberías saberlo. 
 


 

—Se lo fundamental—toca su cabeza y me sonríe—. De todas formas gracias pero no, estoy bien. 
 


 

—Acabo de despertar, puedes guiarme y luego intentar dormir un poco. 
 


 

Rueda los ojos y sonríe más pero de todas formas niega con la cabeza y me mira unos segundos antes de volver la vista al frente. 
 


 

—Bien, si no me dejaras conducir tendremos que hablar— odio el silencio, y a causa de eso suelo ponerme nerviosa—, por qué yo no voy a quedarme aquí sin hacer nada. Me aburro fácilmente, suelo ser muy pesada cuando eso sucede, mi boca larga palabras y palabras,  nadie puede detenerme cuando hablo. 
 


 

—De eso acabo de darme cuenta. 
 


 

—¿Viste?—volteo al frente y acomodo mi cinturón de seguridad —. Mi boca larga palabras sin ningún sentido si estoy nerviosa o aburrida, y no es que este nerviosa, no, no. Una vez Jack tuvo que poner cinta en mi boca porque no pare más y decía cualquier cosa. Me gustan tus ojos. 
 


 

Vuelvo a girarme hacia él y apoyo mi brazo contra mi asiento. 
 


 

—¿Eh?—se voltea a mi unos segundos confundido pero luego ríe. 
 


 

—Te dije que siempre ando divagando —susurro avergonzada. 
 


 

—Ah, claro. También me gustan tus ojos—se burla. Entrecierro mis ojos hacia él y le saco la lengua. 
 


 

Lleva una mano a sus ojos y se frota, vuelve a poner la mano en el volante y yo abro mi boca fascinada por lo que estoy viendo. Sus ojos celestes estas brillando en la oscuridad, como si estrellas muy, pero muy pequeñas se hubieran metido en sus pupilas. 
 


 

—Eh, ¿Caleb? 
 


 

—¿Qué? 
 


 

—Tus ojos están... 
 


 

—¿Qué pasa con ellos?—frunce el ceño y mira por el retrovisor sin darme tiempo a seguir hablando. Detiene el auto de golpe haciendo que me vaya hacia un costado. 
 


 

—No, mierda, no. 
 


 

—Y luego me dices a mí—se baja del auto dejándome totalmente consternada, lo veo subirle al capo del auto y luego al techo de este. Frunzo el ceño y bajo a ventanilla para gritar—, ¿qué estas haciendo? 
 


 

—Haz silencio. 
 


 

Voy a hablar pero la ventanilla a mi lado se sube de golpe, totalmente ofendida volteo nuevamente al frente y me dispongo a despertar a los chicos, pero algo en la ruta me deja confundida por unos segundos; la niebla rodea todo el auto, ruta y arboles. Y lo más raro es que esa niebla no estaba hace unos minutos. 
 


 

El piso del auto comienza a temblar y los vidrios comienzan a empañarse formando círculos por todas partes y dejando líneas rectas en ellos. 
 


 

Una figura negra hace su aparición frente al auto, lleva sus huesudas y blancas manos hacia arriba y camina lentamente hacia acá quemando los árboles a su paso y haciendo todo más luminoso. 
 


 

—¿Caleb?—golpeo el techo asustada. Mi corazón latiendo desenfrenadamente hace que agarre mi pecho con fuerza y mire hacia atrás tratando de despertar a los chicos—, ¡chicos! 
 




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