Hechizante Tentación

Capítulo 9.

Atracción, duda y angustia primero. Abismo y pasión después.
 


 

-Maria Dueñas.
 


 

Gritos, gritos provenientes de mis labios. 
 


 

Luego silenció, y mi respiración acelerada y frente sudorosa no ayuda con la situación de que en realidad no se que sucede, siento como detengo mis pasos al tiempo que escucho como algo cae al suelo haciendo eco en todo el pasillo. 
 


 

Miro hacia todos lados, las calzas deportivas que llevó puestas están rasgadas a un costados de mi pierna y no entiendo porque, la remera talla grande blanca se pega a mi cuerpo dejando ver que en mi estomago hay una gran mancha de sangre. Con manos temblorosas levantó la remera encontrándome con un corte desde el centro de mi estómago hacia el costado de mi cintura. 
 


 

Grito horrorizada, no comprendo que sucede, pero el hecho de que yo este gritando su nombre con desesperación le saca lo importante al gran corte de mi estómago. 
 


 

No recuerdo nada, y eso me da miedo. Luego de unos segundos de silenció se comienzan a oír los forcejeos de todas las puertas, gritos y más gritos. Miro a todos lados asustada, es lo único que se escucha, gritos desesperados. 
 


 

Pero uno en particular hace que me alerte y me de cuenta de que estaba haciendo mientras corría por el pasillo desesperada. Lo estaba buscando. 
 


 

Lo único que recuerdo es que estábamos acostados, yo me dormí escuchando como él me cantaba al oído y al despertar no lo encontré en la cama, la puerta estaba manchada de sangre dejando huellas al paso, las huellas de una mano. 
 


 

Corro nuevamente dejando atrás las puertas trabadas que están siendo pateadas por las personas que están detrás de ellas. 
 


 

Una luz al final del pasillo hace que me alerte así que corro más rápido hasta llegar allí, al abrir la puerta donde la luz se traspasa me encuentro con él, esta arrodillado en el suelo, manchado de sangre y con la cabeza levantada mirando a mi dirección, como si supiera que en cualquier momento entraría, mi respiración falla al ver que lágrimas caen por su rostro. Una persona se encuentra detrás de él, esta encapuchada pero por sus uñas largas y blancas se que es mujer, ella sostiene su cabello tirando de él hacia arriba con tanto fuerza que grita, sus ojos desbordados en lágrimas se fijan en los míos. 
 


 

Tengo miedo. No me puedo mover, no puedo correr hacia él para salvarlo. 
 


 

—Te amo—susurra. 
 


 

Lo único que logro hacer antes que todo suceda es gritar su nombre con desesperación y caer de rodillas al suelo. 
 


 

Mi mundo entero se fue con él, dejando marcas de sangre en el camino. 
 


 

Mis ojos se abren de golpe encontrándome con un techo blanco y mis manos dan con una suave frazada. Recordando la pesadilla llevo mis manos hacia mi estómago esperando encontrar una herida, pero nada. Fue solo una horrible pesadilla. 
 


 

Me incorporo de golpe causándome un pequeño mareo que desaparece segundos después, estiro mi mano hacia un costado de la cama para agarrar mi celular y un pequeño papelito con una sonrisa dibujada en ella. Con torpeza me destapo para ver si llevó puesta la misma ropa que cuando llegue, y efectivamente todo sigue ahí. 
 


 

Trato de salir de la cama pero algo me detiene. Algo ahora visible en mi mente me paraliza, mis manos van directo a mi cabeza y me inclino hacia adelante tratando de soportar el dolor de ella. Siento como mis oídos zumban y como mi cabeza es taladrada por diez martillos a la vez. 
 


 

Te amo. 
 


 

Quiero gritar, quiero salir de este lugar. Trato de levantarme nuevamente pero otro susurro aparece en mi mente atacándome. Justo ahora se me es difícil respirar bien. 
 


 

Te amo. 
 


 

Basta, no comprendo que sucede. Aquellas dos palabras son susurradas a mis oídos cada dos segundos y el rostro de él aparece en mi mente volviéndome loca; su rostro lleno de sangre, con cortes en una mejilla, la ropa rota y sucia y la frente sudorosa. Puedo ver todavía sus labios moverse al decir la palabra y eso me provoca un escalofrío en la espina dorsal. 
 


 

Usando todas las fuerzas que tengo me levanto y me tambaleó chocando contra la pequeña mesa a mi izquierda. Miro hacía los costados, las paredes son de color celeste y la puerta que esta frente a mi es blanca con pequeños y delicados bordes dorados. Me tambaleo hacia la puerta, pero antes de que la abra pongo mi oído sobre esta escuchando risas y pasos acercarse. 
 


 

Recuerdos vagos y tortuosos regresan a mi mente aturdiéndome, retrocedo hasta chocar contra la pared y levanto la cabeza hacia el techo sintiendo como mis ojos se cristalizan. Es como si quisieran que aquellas palabras me dañaran de alguna manera, como si fuera importante que las escuchara una y otra vez para provocar que mi cabeza duela mucho. 
 


 

Te amo. 
 


 

Cada letra se clava en mi mente. Me quito el buzo negro que llevaba cuando llegue y lo tiro a un lado de la habitación, arremangó la remera blanca sintiendo mucho calor de repente. 
 


 

Pudiste haber hecho más, pudiste haberlo salvado. 
 


 

—¡BASTA!—tapo mis oídos como si eso fuera a callarlas—¡POR FAVOR, BASTA! 
 


 

Caigo de rodillas al suelo de madera lastimando mis rodillas por el golpe. Grito hasta que mi garganta arde y lloro hasta que mis ojos arde. 
 


 

Intento levantarme pero caigo nuevamente, como si algo o alguien tirara de mí. Mis manos van al suelo y largo todo el aire contenido. Luego escuchó como la puerta se abre de golpe asustándome más de lo que estoy, cierro mis ojos con tanta fuerza que duele. Siento como alguien me toma de la cintura y tira de mi hasta sentarme en la cama, intento sacar los brazos que me rodean pero este agarra mis manos y las sostiene sobre su pecho impidiendo el movimiento. 
 




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