Me removí sobre las sabanas con un fuerte dolor de cabeza, ¿qué carajos había sucedido? Escuché como la lluvia azotaba feroz contra los cristales que daban al exterior ¿cómo era posible que lloviera con tal tormento en plena primavera? Una lámpara de aceite iluminaba tenuemente la habitación la cual reconocí inmediatamente. Estaba en casa de mis padres, me levanté con rapidez al sentir como mi estómago se revolvía, tropecé buscando donde liberar mi dignidad, hasta que vi una vasija con las flores favoritas de mi madre, les saqué dejando ir ahí hasta a mi alma.
—Por los dioses ¿estás bien? — escuché la voz de Helios tras de mí.
—¿Acaso parezco estarlo? — murmuré dejando la vasija en su lugar, él tomó mi brazo y me acompañó hasta la cama donde me senté en el borde —Lo siento— suspiré sintiéndome mal ante mi pesadez hacía él.
—No te preocupes fue una pregunta estúpida de todos modos— apartó el cabello de mi rostro.
—Ódiame de una buena vez— tomé su mano detallando sus dedos.
—Jamás podría hacerlo— sonrió entrelazando sus dedos a los míos.
—Deberías— mordí mi labio y él negó haciéndome reír —¿Qué fue lo que sucedió? — pregunté.
—Según Alceo se han encontrado con Dionisio y tú te has embriagado—
—Oh mis dioses— escondí mi rostro entre mis manos —Ni siquiera recuerdo nada— hipé dándome vergüenza provocando que él riera.
—Vamos bonita— apartó mis manos —No es algo que no hayas hecho nunca, pero sigues siendo un desastre— le vi preocupada —Al venir aquí hiciste un gran escándalo, tu madre se ha vuelto loca con el hijo de Zeus y por supuesto de igual forma con él— negué —Después que Zeus te ha traído hasta la habitación ha bajado hecho una furia, supongo que algo le has de haber dicho que prendió su afable carácter— chasqueó la lengua. Mordí mi labio tratando de recordar algo, pero fue en vano, no podía hacerlo por más que quisiese.
—Vaya estúpida— susurré —¿Y tú que haces aquí? — pregunté.
—Tu madre me ha hecho venir para ver cómo te encontrabas, pero gracias a los dioses ya has despertado— acarició mi mejilla —Deja de hacer estupideces divinas, has más estupideces humanas o terminaras muriendo— reímos.
—¿Helios? —.
—¿Dime? —.
—Zeus sabe lo que sucedió entre nosotros— él abrió los ojos con sorpresa —Hoy me lo ha dicho— mordí mi labio.
—¿Cómo se ha enterado? — preguntó viéndome fijamente.
—Nos ha escuchado— dije con vergüenza —Me ha ido a buscar a tu hogar y nos ha escuchado hacerlo— suspiré —Dijo que se lo tenía merecido, que por eso no nos había hecho nada— el rodó los ojos con molestia.
—¿Y qué piensas hacer? — se sentó a mi lado.
—No lo sé— suspiré —Él quiere que elija en que infierno arder— entrelacé mis manos tronando mis dedos.
—Es obvio que en el suyo ¿no? —.
—Ese es el problema— susurré y él se puso de pie rápidamente.
—Hera no lo hagas— le vi confundida —Te amo, te amo como no tienes una maldita idea— abrí los ojos con sorpresa —Pero tú— suspiró —Tú no lo haces, preciosa solo estas confundida por la decepción que Zeus te ha causado— tomó mi rostro entre sus manos —Si te quedas a mi lado terminaras dándote cuenta que es un error y será demasiado tarde— mis lágrimas mojaron sus manos.
—Hay momentos en lo que solo desearía comenzar de nuevo y que seas tú del que me enamore— me puse de pie abrazándole —Que seas tú por el cual no pudiese vivir si no te tengo— acarició mi cabello —Porque sé que nunca me lastimarías— sollocé —Pero Zeus es quien está en esa posición sin importar cuanto me haga pedazos ¿y sabes lo que es aun mucho peor en todo esto? Es que me estoy enamorando de ti— él suspiró.
—Lo sé— besó mi cabeza —Lo sé muy bien, pero no puedo hacerte esto—.
—Ya has despertado— Zeus entró provocando que Helios y yo nos alejáramos.
—Si— reí nerviosa limpiando con rapidez las lágrimas de mi rostro —Helios estaba diciéndome que mi madre se la ha liado contra ti y Alceo—.
—¿Necesitas algo más? — Zeus le preguntó a Helios ignorándome.
—No ya he hecho lo que necesitaba— dijo Helios chocando hombros con Zeus.
—No me hagas enojar o vas a arrepentirte— murmuró Zeus y Helios se detuvo.
—Lo mismo va para ti niño— contestó —No tienes ni una maldita idea de la sed de asesinarte que me corroe— ambos se encararon.
—Hazlo— Zeus ladeó una sonrisa —¡Inténtalo! — gritó.
—B-basta— quise acercarme, pero Zeus volteó a verme con la ira brotando de sus ojos intimidándome por completo.
—No puedes hacer nada— encaró a Helios —Solo eres un maldito humano ahora— le empujó —De un asqueroso titán a un humano, vaya humillación— rio y Helios se abalanzó estrellando su puño contra el rostro de Zeus.
—¡Basta! — me interpuse entre ambos justo en el momento en que Zeus tomaba su rayo apuntándolo hacía Helios —No te atrevas— susurré temblorosa al sentir la punta de rayo quemar mi estómago a lo cual él le alejó rápidamente —Helios ve y diles que estoy bien, pronto iremos con ustedes— volteé hacía él rogándole con la mirada —Por favor— musité.
—¡Esto no va a quedarse así! — Zeus elevó la voz —¡Te voy a matar! — gritó. Helios me vio con enojo y sin más se dio la media vuelta yéndose.
—No vuelvas a interponerte— Zeus tomó mi cuello empujándome hacía la pared asustándome —Podría haberte matado— dijo entre dientes apretando su agarré.
—M-me haces daño— musité tomando sus muñecas —D-deja de ser un imbécil suéltame o...— apegó mucho más su cuerpo al mío.
—¿O qué? — susurró a milímetros de mis labios llevando sus manos hacía mis caderas.
—Sabes muy bien lo que haría— ladeé mi rostro justo en el momento en que me besaría —¿No te ha bastado las veces en las que te he hecho dormir en contra de tu voluntad? — ladeé una sonrisa — ¿O las veces en que mi puño se ha estrellado contra tu precioso rostro? — arqueé una ceja.
—Hazlo— dijo retador —Porque si no mal lo recuerdo cada golpe y pelea ha terminado con una larga noche de yo entre tus piernas como reconciliación— tensé la mandíbula —No me importaría en lo absoluto— le empujé caminando hasta el cuarto de baño —Vamos golpéame — tomó mi muñeca halándome hacía él, interpuse mi mano entre su boca y la mía justo en el momento que iba a besarme.