—¿Podrá hacerlo si va solo? — murmuré observando hacía donde Hermes anteriormente había estado —No ha pedido ayuda—.
—No por nada entre su divinidad esta ser el dios de los ladrones— dijo Zeus y yo reí.
—¿Estás bien? — Helios preguntó.
—Sí, ¿por qué? — respondí. Él se acercó rosando sus dedos en mi cuello causando que mis brazos se erizaran.
—Tienes un moretón aquí— dijo y yo le vi confundida. Recibí como vasija de agua fría el recuerdo del momento en que Zeus había besado mi cuello.
—¡Oh! Eso— reí nerviosa —Si, le tengo desde que Gea me tomó por el cuello— mentí.
—Maldita— dijo Poseidón.
—Lo sé— murmuré observando como Zeus ladeaba una sonrisa cínica.
—Zeus, Apolo quiere hablar contigo— Poseidón comenzó a andar hacía la mansión —Es mejor que te des prisa, parecía importante— Zeus asintió y pude jurar que vi una pequeña sonrisa dibujarse en los labios de Helios, pero le pasé por alto. Caminamos hacía la mansión más decidí que quería quedarme un poco más afuera. Me senté en el graderío donde la luz de las lámparas de aceite del exterior llegaba haciéndome sentir cómoda.
—Ve a descansar— Zeus se detuvo.
—No, estoy bien— sonreí —No te preocupes— mordí mi labio —Dentro de un rato talvez lo haga— él asintió retomando su marcha hacia adentro.
—¿Puedo? — Helios preguntó.
—Claro siéntate— me hice a un lado. Recosté mi rostro en mi mano observando detenidamente a Helios.
—¿Qué? — sonrió nervioso.
—Tu ojo derecho es como el de tu padre— dije.
—Lo sé, es asqueroso— suspiró.
—Mientras sigas vivo eso es lo de menos— observe su ojo izquierdo. Recordando el verdadero color de sus ojos —Quiero recuperarte— murmuré y él sonrió confundido—Tu divinidad, el ardor de tu piel— él rio —Tu vida— pensé mejor mis palabras —¿Por qué sigues salvándome? — él apartó la vista.
—Ya te lo dije — susurró —Nunca va a importarme lo que suceda conmigo sí sé que tu estarás a salvo— clavó sus ojos en mí.
—¿Qué me has hecho? — musité y él me vio confundido —¿Cómo es que me has calado hondo aquí? — puse mi mano sobre mi corazón.
—Hera yo te...—.
—¡Mantente alejado de ella! — Zeus me sacó un respingo.
—Zeus no estoy de humor para pelear— dijo Helios entre dientes mientras se ponía de pie para encararle.
—Apolo ha dicho que Hécate viene en camino— Zeus le ignoró —Ha dicho que su esposo es el único que puede estar presente y ayudar— tragué saliva —Pero como no tienes uno estarás sola— carajo Zeus me había apuñalado con sus palabras. Mi cerebro no fue capaz de formular palabra alguna.
—Y el pequeño niño está molesto porque no puede tenerte a su merced— Helios rio avivando la ira de Zeus.
—¡Cierra la maldita boca! — Zeus gritó—¿Estas feliz no? — le tomó del cuello de la camisa —Por eso ahora le merodeas como el maldito perro que eres— Helios ladeó una sonrisa —Voy a borrarte esa maldita sonrisa a golpes—.
—¡Zeus no! — grité interponiéndome entre ambos —Basta— dije agitada —¿Qué pasa contigo? — le empujé.
—Apártate— dijo entre dientes y yo negué —¡Que te apartes! — gritó incinerando sus ojos en energía asustándome —Eres una maldita mentirosa— tomó mi muñeca con fuerza.
—No le toques— Helios tomó su muñeca.
—Tú maldito corazón ya ha elegido ¿no? — dijo —He visto como le ves, como siempre terminas defendiéndole— ahogué un grito al sentir mi muñeca crujir, sus ojos volvieron a la normalidad al ver como lágrimas bajaban por mis mejillas. Me soltó a lo que Helios le empujo alejándolo de mí.
—¡Imbécil! — Helios gritó y Zeus me vio con horror.
—Hera, amor...— quiso acercarse. Di un paso hacia atrás negando —No quise hacerlo— murmuró.
El punzante dolor de mi muñeca no era nada en comparación al horroroso dolor que se instaló en mi pecho a causa de sus palabras y su acción de lastimarme. Aceleré mis pasos hasta el interior de la mansión, dejando que mis lágrimas cayeran con libertad. ¿Qué es lo que había pasado? Él nunca había osado en lastimarme a tal magnitud, incluso cuando nuestras tormentosas discusiones se daban nunca osó en ponerme una mano encima mientras yo era la diferencia. Estúpidamente muchas veces le lastimé. Poseidón, Apolo y mi padre me observaron impresionados al entrar al salón.
—¿Qué sucedió? — Thanatos se puso de pie yendo hacía mí. Escondí mi mano tras mi espalda ocultando lo amoratada que mi muñeca se había puesto.
—No es nada— sonreí —Creo que lo que ha pasado hoy ha sido mucho para mí— sorbí mi nariz —T-tengo hambre— pestañeé dejando que las ultimas lagrimas escaparan de mis ojos.
—Claro mi amor voy a servirte icor— dijo mi padre —Al parecer Dione ha ido con tu tío. Hebe y Heracles han ido con ella—.
—Bien, entonces será después que hablé con Dione— mordí mi labio. Thanatos salió del salón y yo me senté frente a los chicos completamente incomoda bajo sus examinadoras miradas. Helios entró provocando que mis nervios aumentaran.
—¿Y Zeus? — Poseidón preguntó.
—No lo sé y no me importa— respondió secamente —Solo se ha ido— se sentó a mi lado —Muéstramelo— negué —Hazlo— insistió.
—F-fue mi culpa— murmuré.
—Nada de lo que sucedió allá afuera fue tu culpa— suspiró — Basta con eso, el único que ha provocado todo esto es él— extendió su mano. Volteé hacía los chicos quienes nos veían atentos. Tragué saliva y llevé mi mano hacía el frente.
—¿Pero qué mierda sucedió? — murmuró Poseidón poniéndose de pie. Mi muñeca se había teñido de lila.
—Tu hermano, tu maldito hermano como siempre— dijo Helios completamente cabreado. Poseidón apretó el puente de su nariz negando.
—No lo toques— chillé del dolor al sentir los dedos de Helios revisando.
—Creo que puedo hacer algo— Apolo sonaba preocupado.
—Mi padre vendrá— dije asustada —No quiero que sepa lo que sucedió, ya hay suficientes problemas como para que se cabreé mucho más con ustedes dos— le dije a Helios.